El profesor Sanmartín, durante la entrevista en su despacho de Valencia
Una antigua alquería agrícola encajada en una bulliciosa avenida de Valencia se ha convertido en uno de los principales centros de estudio del fenómeno de la violencia a nivel internacional. Allí tiene la sede el Centro Reina Sofía. Su director, el profesor José Sanmartín.
En los últimos años ha cobrado auge la violencia de los hijos hacia sus propios padres. ¿Hay más porque aumentan las denuncias o va a más?
Asistimos a un fenómeno altamente preocupante. La mayoría son jóvenes educados de forma muy negligente o permisiva, sin que les fijaran límites a su conducta, lo que ha hecho que su capacidad de frustración haya bajado. Cuando no consiguen algo, se vuelven contra quienes se lo niegan, que son los padres.
¿Está la causa en casa?
Siempre. Los fenómenos de violencia son multicausales, pero hay factores que la precipitan, como el desempleo o la pobreza. Si hay un contexto determinante es el familiar.
¿Dónde cree que está la solución en estos casos?
La familia debe tener presente que educar mejor no significa decir sí a todo. Eso no es reivindicar una familia autoritaria, todo lo contrario. La vida democrática se basa en el no. No debo hacer esto porque perjudico al otro o porque invado sus derechos. Ahora bien, esto no significa imponer.
Parece contradictorio...
Sé que es difícil de entender y más aún de llevar a la práctica, pero el oficio de ser padres es muy complejo. Es complicado dialogar con un adolescente de 14 años, pero se trata de llegar a acuerdos y de hacerlos cumplir. Cuando no lo conseguimos, el adolescente no tiene guía y se le produce un desnortamiento moral.
En los colegios, ¿se ha mejorado al abordar los fenómenos violentos?
Creo que sí. En cualquier momento podemos asistir a un acontecimiento trágico, pero se ha generalizado una conciencia acerca de lo intolerable de un fenómeno que estaba oculto.
¿Quiénes colaboran menos?
Debería haber una mayor implicación de los padres. Se sienten casi heridos cuando tienen conocimiento de que su hijo ha tenido actitudes agresivas y piensan que debe resolverse en la escuela, y no es verdad: la mayor parte de los problemas que afloran en la escuela los traen de casa.
¿Qué tipo de violencia es la más frecuente en los centros escolares?
La emocional o psicológica, que es muy dura, seguida de la física. A gran distancia se encuentran la de carácter sexual. Luego hay entre un 2% y un 3% de casos donde adquiere la forma extrema de tortura.
El llamado acoso escolar...
Se trata de niños que sienten horror ante la posibilidad de ir al colegio, empiezan a encontrarse mal el domingo por la tarde. Viven torturados.
Se habla de que el profesor ha perdido autoridad en el aula. ¿Es así?
Es verdad. La autoridad no se le puede pedir al maestro cuando la sociedad se la niega. No se puede hacer por decreto, hay que hacer una reconversión de valores sociales. Hoy vale la juventud, la fama... Esa es la desgracia.
¿Es de los que piensa que la televisión fomenta estas actitudes?
En algunas hay una carrera enloquecida hacia el lodazal informativo con espectáculos en los que la intimidad de las personas es comprable. ¿Cómo pedirles que se comporten de una manera si a la vez se les está vendiendo que todo vale por dinero?
¿Y la grabación con móviles?
Es un añadido. Los agresores sienten a veces más placer recreándose en lo vivido y se sienten orgullosos. Conocemos casos, y muchos, de menores que los han usado para hacer fotos y han tratado de venderlas a medios.
¿Por qué no van a menos los casos de violencia machista?
Lo más terrible es que la cifra de asesinadas oscila entre 65 y 75 al año. No hay una tendencia clara de decrecimiento. Nos alarma la gran cantidad de mujeres que, a través de un fenómeno psicológico perverso, caen en la red del agresor. Desarrollan una dependencia emocional que las hace muy vulnerables.
A veces se presenta al agresor como un loco o suicida. ¿Lo es?
En absoluto. El 90% de ellos no están loco, sino mal educados. Dividen el mundo en dos bandos, y hasta se llegan a creer víctimas.¿Cómo se hace la mente del terrorista?
No nace, se va haciendo a través de una radicalización en la familia, la calle o la escuela, y acaba cayendo en un grupo donde se justifica. El grupo clandestino le da algo más que un motivo para matar: un significado a su existencia. Se creen soldados en una guerra defensiva y justa.
¿Es posible su reinserción social?
Es difícil salir. Tienen una estructura profundamente sectaria: el grupo piensa por ti y es hasta tu madre, en lo ideológico y lo religioso. Hace falta una toma de conciencia.
¿Hay que actuar contra los agresores sexuales tras cumplir condena?
Necesitan un seguimiento posterior firme y decidido. Tengo serias dudas sobre la eficacia de medidas como la castración química. Una cosa es el comportamiento en la cárcel y otra al salir. Nos lo deberíamos tomar mucho más en serio, porque acaban reincidiendo ocho de cada diez.
Su último informe habla de 60.000 ancianos maltratados al año en España.
Es en torno al 1,08%, según reconocían las propias víctimas. Sin embargo, cuando preguntamos a los cuidadores, ellos reconocieron que entre el 4% y el 5%. Cuanta más edad y mayores cuotas de dependencia, más maltrato.
Artículo tomado de 20 minutos.es