martes, 21 de diciembre de 2010

No eduquemos pegando a nuestros hijos




Hasta hace unos años atrás, la manera más común en la que los padres "enseñaban" a sus hijos a lograr una buena disciplina era a través del castigo físico. Se usaban las correas, los san martines y las palmadas.


Se creía que a través del golpe, el niño aprendía a discernir entre lo que estaba bien y lo que estaba mal. Se confiaba tanto en esa metodología, que incluso las escuelas la utilizaban. Era considerado muy normal que un profesor le jalara las patillas o le diera un reglaso en la palma de la mano a algún alumno por no haber hecho su tarea.
Con la evolución de las ciencias y teorías de la educación, esta metodología del castigo físico y la violencia, ha quedado desplazada por una nueva metodología basada en la reflexión y la democracia.
Actualmente, nuestra sociedad ve al niño como un ser racional, una persona que puede lograr entender a través del diálogo y la reflexión, lo que está bien y lo que está mal.


Ya no son necesarios los castigos físicos ni las amenazas que generaban miedos y traumas en los niños.
Estudios han demostrado que cuando la disciplina se da a través de la imposición y la violencia, sus resultados no son efectivos, ya que genera que la persona haga o elija, solamente para evitar el dolor y el miedo, mas no porque así lo crea; y como consecuencia, se forman personas inseguras y totalmente dependientes de las desiciones de los demás.
En cambio cuando, desde pequeño, se le hace reflexionar y analizar sus actos y consecuencias a través de la palabra y del afecto, logra entender y aprender que debe elegir lo que es bueno y mejor para él, por sí mismo y no porque así lo crean o lo digan los demás.
Como consecuencia, se forman personas racionales, autónomas, independientes y seguras de sí mismas.


Por eso:
- Conversa constantemente con tus hijos.
- Hazlos reflexionar sobre sus actos o sobre los actos de los demás.
- Hazlos reflexionar sobre las posibles consecuencias de sus actos.
- Cuéntales tus problemas y pídeles consejos. A veces tienen mejores ideas que nosotros.
- Nunca lo humilles por sus errores o defectos.
- Nunca le pegues.
- Si le pides que vaya a reflexionar sobre sus actos a su dormitorio, no le cierres la puerta;
algunos niños se asustan y sienten que quedarán atrapados para siempre.
 Juega con ellos. Los juegos son buenas herramientas para enseñar a solucionar conflictos y para reflexionar sobre algún error que hayan cometido.
- Dales muchísimo amor y comprensión



Via:Creciendo contigo

martes, 14 de diciembre de 2010

Preferir a un hijo: ¿Mito o realidad?



Casi siempre los hijos piensan que sus padres prefieren a uno de sus hermanos en particular. Al mismo tiempo, los padres afirman que quieren a todos los hijos por igual. Pero, ¿Cuál es la verdad? Ambas son verdad. Es muy frecuente que los padres favorezcan o prefieran a uno de los hijos.

En algunos casos se le da más atención al más pequeño o más débil, o más regalos y ropa al hijo más exigente, o más tiempo a quien se encuentra más necesitado. En la mayoría de casos, el tratamiento especial hacia alguno de los hijos es de corto plazo, pero puede afectar a los demás hijos.

También está el factor afinidad. Es normal que haya mayor afinidad hacia alguno de los hijos, por ejemplo, la afinidad de carácter o afinidad de género.
Cada hijo desea ser lo más importante para sus padres y por lo general son muy sensibles a todo lo que consideren desigualdad. Para los padres es difícil repartir equitativamente la atención, ya que conforme van creciendo los hijos, surgen nuevas necesidades.

En realidad, manejar a los hijos con igualdad, significa darle a cada uno lo que necesita de acuerdo a sus debilidades o fortalezas, y no, lo mismo en cantidad.
Sin embargo, los hijos entienden " la igualdad" como que todos merecen lo mismo, por ejemplo, si ven que los padres permiten a un hijo acostarse más tarde, significa que lo quieren más.

Por lo general, el hermano mayor querrá que lo traten igual que al menor, y el menor siente culpa por la atención que le dan sus padres. La única solución es conversar con los hijos. Por ejemplo, podríamos decirle al mayor que su hermano menor necesita ayuda para vestirse, al igual que él la necesitó cuando tenía la misma edad, y eso no significa que se le quiera más.

Para evitar estos sentimientos de injusticias, es importante dedicarle un tiempo especial a cada uno de ellos y estar atentos ante cualquier sentimiento de rechazo. Conversemos mucho con nuestros hijos y siempre digámosles cuánto los amamos y lo especial que es cada uno de ellos para nosotros.



Fuente:Educando a la familia

lunes, 13 de diciembre de 2010

La Navidad se acerca, ¿qué regalos y juguetes compraremos a nuestros hijos?



Llega la Navidad y con ella, el gran dolor de cabeza: ¿Qué vamos a regalar a nuestros hijos para que sean felices?
Entonces,  vamos a las grandes tiendas para ver los más maravillosos regalos, pero así como maravillosos, caros...carísimos.
Vemos los juguetes y vemos los precios. Si buscamos regalos para algún sobrino, pensamos que el precio debe ser menos de $20.00, de lo contrario nos parece muy caro.
En cambio, cuando buscamos los regalos para nuestros hijos, ponemos los ojos sobre el juguete más sofisticado, el que viene en caja más grande y el que cuesta más de $50.00, creyendo, que de lo contrario, el regalo será muy sencillo y nuestros hijos no estarán felices.
Debemos tener siempre presente que los niños por naturaleza son insaceables, esto es, nunca se cansarán de pedir y, nunca, por más regalos que se les de, quedarán satisfechos.
Además, cuando los niños reciben muchos regalos, les es difícil decidir con cuál jugar; e incluso, algunas veces sólo eligen uno y los demás los dejan de lado.
Por eso, nosotros como adultos, somos quienes debemos poner un límite racional a los regalos que compramos para nuestros niños. Para ello, es fundamental que tengan en cuenta un presupuesto acorde con su economía.
Finalmente, la cantidad de regalos no hace la felicidad...el amor,el cariño y el aprecio de los familiares, sí.
Enseñemos a nuestros hijos la verdadera importancia de la Navidad y terminemos con los gastos innecesarios que nos generan tantos dolores de cabeza y sobre todo, muchísimas deudas.
*Recuerda que son los medios de comunicación y la industria, quienes nos han generado la idea de que mientras más consumas y compres, más feliz serás y más feliz harás a tu familia. Eso no es verdad... Tú lo sabes.





Fuente: Educando a la familia

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Frases que no se debe decir a un hijo





Fuente: msn.com
Hay mensajes que transmitimos a los niños con nuestra mejor intención, pero que en lugar de animarles a mejorar, les hacen daño. Aquí tienes tres frases que debes intentar no decir, para evitar herir a tu hijo.'Cuando seas mayor lo entenderás', 'eres malo, ya no te quiero', ' yo a tu edad sabía hacerlo solo'... Son frases que decimos a nuestros hijos con la mejor de las intenciones, pero que les hacen sentirse fa
Es curioso comprobar que, pese a haber sufrido por estos mensajes cuando éramos niños, años más tarde salen de nuestra boca. ¿Dónde quedó el 'yo nunca cometeré los mismos errores que mis padres'
Lo que no debes decir y sus alternativas
Veamos por qué no son positivos y por cuáles debemos sustituirlos:
- 'Lo entenderás cuando seas mayor'. Este mensaje transmite a los niños la idea de que la gente mayor lo sabe todo y ellos, como son pequeños, son unos ignorantes. Y en realidad lo utilizamos cuando somos nosotros los que no sabemos cómo explicarles una cosa. Para salir del aprieto es mejor decir a nuestro hijo que desconocemos la respuesta, pero que podemos buscarla juntos, y si efectivamente la sabemos, pero se trata de un tema difícil, debemos proporcionarle una respuesta adecuada a su edad, que satisfaga su afán de conocimiento.
- 'Eres malo, ya no te quiero'. Si utilizamos esta frase cada vez que nuestro hijo hace una travesura, se angustiará mucho y su malestar le llevará a portarse aún peor. Los niños necesitan saber que el amor de sus progenitores es incondicional y no cambia en función de su comportamiento. Si sustituimos esta frase por 'no me gusta esto que haces', atacamos su actitud, no a él como persona, y en lugar de mermar su autoestima le animamos a superarse y a ser más obediente.
- 'Yo a tu edad ya me vestía y comía solo'. Con esta expresión subrayamos la incapacidad del niño para realizar una tarea, lo que aumenta su frustración y puede bloquearle en sus aprendizajes. Además, eliminamos la figura de referencia que somos para él y nos transformamos en su rival. Claro que podemos hablarle de nuestra infancia, pero describiéndonos como niños que tuvieron que enfrentarse a las mismas dificultades que tiene él ahora. De esa forma el peque entenderá que aunque ahora hay muchas cosas que le resultan complicadas, con el tiempo logrará hacerlas solo. Y así vivirá esperanzado e ilusionado.
Un poco de 'tacto'
Además de no decir estas frases a tu hijo, cuando te dirijas a él evita también emplear un tono fuerte (puede herirle más que las palabras), echarle la culpa de todo ('tardas tanto que no tengo tiempo de nada') y corregirle delante de los demás (se sentiría humillado). Háblale con mucho cariño y atiéndele con interés. Así estableceréis una comunicación sana que os facilitará mucho la convivencia.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Premio o castigo




Los padres podemos controlar las consecuencias de la conducta de
nuestros hijos, y por ello, podemos enseñar formas de comportamiento
positivas o negativas e influir en que se mantengan conductas
“inapropiadas” o que éstas tiendan a desaparecer. Esto hace referencia
a la frase del blog anterior “Quien sabe cómo y cuándo prestar atención
a su hijo, sabe educar”.

Muchas veces, sin darnos cuenta, los padres prestamos atención y
“premiamos” de algún modo las malas conductas y éstas se repiten para
nuestro asombro. Veamos un ejemplo: J
uan
sale con mamá al super. Ve un puesto de helados y pide uno. Mamá dice
que no, tiene prisa. Juan llora, se niega a andar. Mamá tira de él, le
dice que no, le da un azote. Juan llora más fuerte y mamá acaba
comprando el helado mientras le regaña enfadada. Tres días después,
Juan quiere chuches, mamá se las niega y se repite la misma escena,
pero la pataleta es mayor y dura más tiempo. Juan ha aprendido a
portarse mal porque ha obtenido una recompensa.

Entonces, ¿Son eficaces los premios.? ¿Cuándo y cómo emplearlos? Muchos
educadores y padres piensan que dar premios a un niño por hacer lo que
es su deber (hacer los deberes, lavarse los dientes, recoger juguetes o
su plato de la cena…), es una forma de malcriarlo, caer en el
chantaje… pero no es así. Los adultos también necesitamos premios en
el trabajo (felicitaciones del jefe por un proyecto, elogiar la
puntualidad…) por ejemplo y no la mera recompensa económica al final
de mes. Creo que es justo enseñar a un niño (o adolescente) que su esfuerzo es reconocido y recompensado.

Pero no es menos cierto que algunos niños chantajean a sus padres con
la amenaza de no hacer ciertas cosas si no obtienen algo a cambio.
¿Cuál es el punto medio, el equilibrio entre el premio y el castigo?

El “truco” reside en ajustar el premio al esfuerzo, no dar al niño lo que necesita y lo que no (zapatillas
de marca, parque de atracciones, películas o videojuegos…). El
sentido común reside en la justa medida. Recompensar el esfuerzo
(aunque sea un deber) y no únicamente, castigar cuando el niño no
cumple con sus responsabilidades o reaccionar de forma continua con
gritos o regañinas para conseguir una conducta. Es más, a veces
convertimos los castigos y los gritos en la única fuente de relación
con nuestros hijos, de manera que mantenemos con desesperación un mal
comportamiento, nos frustramos como padres, lastimamos la autoestima de
nuestros hijos y nos metemos en una espiral sin salida.


El castigo sirve y debe utilizarse para:
• Conductas negativas y poco frecuentes (pegar, agresiones verbales, hacer novillos…).
• Por incumplir una buena conducta ya lograda o establecida que ya no requiere esfuerzo mantener.
Además, tened en cuenta que es necesario:
• Premiar conductas que requieren esfuerzo. ¡Atención! Premio adaptado
al esfuerzo. Cuanto más pequeño es el niño, más inmediato debe ser el
premio.

• Al principio, los premios se deben conseguir con poco esfuerzo para
que el niño gane confianza y después, conseguir el mismo premio por
hacer algo más difícil.

• Cada conducta a lograr debe tener un premio independiente.
• En la medida de lo posible, usa un refuerzo social (besos, aplausos,
felicitaciones…) sobre el material. Nada es más gratificante para un
niño que la autosatisfacción personal y percibirse competente y
confiado en sí mismo.

• Suprime el premio material cuando una conducta ya esté lograda y quieras instaurar una nueva.

Recuerda que los límites educativos han de ser firmes, estables en
el tiempo (lo que vale hoy, vale mañana) e independientes de contexto
(cumplo esta norma en casa, en el cole y en el parque). Y cree siempre
que SABES Y PUEDES EDUCAR BIEN Y QUE TUS HIJOS PUEDEN LOGRAR LO QUE TE PROPONGAS.

Mónica Escalona



Fuente: hola.com

viernes, 26 de noviembre de 2010

Lo importante que es jugar con nuestros hijos




La búsqueda de un hueco en nuestra apretada agenda para jugar con los hijos es casi tan importante para el desarrollo de los niños como una buena alimentación. Sin embargo, no es tarea fácil. A muchos los padres y madres les puede resultar tedioso y, además, requiere un esfuerzo en el día a día marcado por el estrés y el poco tiempo libre.


El juego es especialmente importante hasta los tres años de edad, dado que en ese periodo de tiempo los niños juegan menos entre sí y prefieren a sus padres. En esta línea, diversos estudios demuestran que las familias que han hecho del juego una base de unión en la infancia han tenido menos problemas en la turbulenta etapa de la adolescencia. Así pues, los expertos recomiendan a los padres dedicar al menos media hora diaria a jugar con sus hijos. Pero se pueden tener muy buenas intenciones y no saber cómo hacer ese encuentro atractivo y beneficioso.
El juego permite a los niños expresar su creatividad y desarrollar su imaginación, su destreza manual y sus aptitudes físicas, cognitivas y emocionales, por lo que es importante para el desarrollo saludable del cerebro. Entre las virtudes del juego destaca también que cuando se juntan varios niños aprenden a trabajar en grupo, a compartir, negociar, resolver conflictos y a defender sus puntos de vista. Y cuando tienen ocasión de jugar con sus padres, los niños perciben que los adultos les prestan toda su atención y contribuye a construir relaciones duraderas.
Cuando los pequeños juegan agudizan sus sentidos -el tacto, la vista y el oído son básicos para ellos-, agilizan el movimiento de pies y manos, y fortalecen su capacidad mental. Pero esta actividad no sólo debe ser un mero entretenimiento, sino que ha de cumplir dos objetivos: convertirse en uno de los principales hilos conductores del amor entre padres e hijos y, al mismo tiempo, tener una vocación educativa. Para que esto sea posible, el padre y la madre deben aprender a jugar correctamente con los niños





Fuente: Wordpress

jueves, 25 de noviembre de 2010

El arte de ser abuelos. Entrevista a Franco Voli




Franco Voli, autor de 'El arte de ser abuelos' y presidente honorario de la Institución de Asuntos Culturales de España, reconoce en esta entrevista a GuiaInfantil.com, que para que los abuelos-canguro se sientan motivados en el cuidado de sus nietos deben haber tomado ellos la decisión, es decir, han de sentirlo como una elección y no como una obligación.


- ¿Qué opina del fenómeno de los abuelos-canguro?
Atender a los niños es una tarea a tiempo completo cuando los padres no están y esto interfiere con las necesidades de los abuelos cuando son libres de vivir su vida de la mejor forma posible. La ayuda por parte de los abuelos ha de ser totalmente voluntaria, y los padres de los niños deben ser conscientes de las ventajas de esta colaboración, teniendo en cuenta la edad de los abuelos, su estado de salud y su vida social. Para que los abuelos se motiven a actuar como canguros necesitan sentir que es más una elección que una obligación.
¿Cómo pueden los abuelos participar en la educación de sus nietos sin entrar en conflicto con sus hijos?
La educación de los hijos es tarea de los padres. Los abuelos, por su parte, educan a sus nietos con su ejemplo creando un modelo de persona adulta que los niños aprecian y admiran.


- ¿Cómo pueden los abuelos-canguro compaginar las obligaciones del cuidado de sus nietos con sus aficiones o hobbies?
Creando un clima de diálogo abierto y dirigido a buscar el tiempo que necesitan para sus propias aficciones y hobbies. De parte de todos, la conversación tiene que estar basada en el amor, el aprecio, el respeto y el cariño mutuos. Además es importante que exista el deseo de cada uno de que las cosas se organicen de la mejor forma para que nadie se sienta mal.


- ¿Cuál es el secreto para pasar tiempo con los nietos sin tener una responsabilidad directa en su educación?
Educar desde el ejemplo y compartir su propia forma de ser con los nietos. Evidentemente, para poder ser el mejor modelo posible, los abuelos necesitan hacer una revisión emocional para sentirse bien y ser capaces de relacionarse ellos. Los abuelos, desde su situación personal de no tener una responsabilidad directa en la educación de sus nietos y de disponer de tiempo, tienen la posibilidad de informarse, leer, reflexionar, compartir técnicas de educación que la investigación ha descubierto en los últimos años. Sólo si sus hijos se lo piden, pueden compartir con ellos técnicas educativas y formas más eficaces de facilitar las relaciones de convivencia en la familia.
¿Cómo se puede crear una buena convivencia cuando confluyen tres generaciones?
La convivencia es una actitud de servicio, de ayuda, de aceptación, de satisfacción y de conocimiento de sí mismo y comprensión de los demás. No se puede convivir desde una actitud de supervivencia como hacen muchas personas. Aguantar no sirve, la fórmula es motivarse a sentirse bien y ayudar a los demás a actuar y conseguirlo de su parte. Los padres de los niños necesitan ser conscientes de que se necesita un abuelo feliz para tener un abuelo fantástico. Un abuelo infeliz o insatisfecho terminará siendo un abuelo negativo, impaciente y hasta una carga para la formación de sus nietos, y esto no es lo que queremos para nuestra familia.


- ¿Qué significa ser un buen abuelo?
Gozar de la gran oportunidad de establecer con los nietos una relación privilegiada basada en el afecto, la confianza mutua y la comunicación abierta dirigida a crear unas relaciones que nos hagan sentir bien a ellos y a nosotros. Los abuelos tienen la posibilidad y las ocasiones de alabar a sus nietos, buscando lo que hacen bien para validarles, en lugar de criticar lo que hacen mal. Comparten la importancia de enfocar la atención en buscar soluciones en lugar de fijarse en lo negativo de los problemas. Ser abuelo es una experiencia única, que nos permite revivir la paternidad de una forma más relajada, sin tantas exigencias y con una mayor libertad.


- ¿Cuál es la mejor forma de afrontar el último ciclo de la vida?
Es importante que los mayores tengan objetivos concretos, hobbies y actividades que incluyan dedicar parte de su tiempo a ayudar a los demás dentro de contextos sociales y no solo familiares. Necesitan tener objetivos que les motiven y los nietos, así como los hijos, pueden ser parte de ello. Pero para sentirse útiles, su labor no debe centrarse solo en la familia. A nivel social, pueden formar parte de proyectos o de grupos de ayuda.

Fuente: Guia infantil.com

martes, 16 de noviembre de 2010

Once reglas que tu hijo no aprenderá en el colegio según Bill Gates




El famoso multimillonario, empresario, filántropo y co-creador de la potente Microsoft, William Henry Gates III (más conocido como Bill Gates), además de todo lo dicho es un conferenciante muy buscado y apreciado en Estados Unidos. No hace mucho, acudió en calidad de esto mismo a su antiguo colegio y tuvo, como siempre, mucho éxito.


Entre todas las cosas que les señaló a los chavales, Gates subrayó una serie de reglas, once en concreto, para salir airoso en la vida. Unas normas que dijo hay que tener en cuenta y que nunca te las enseñarán en el cole. De ahí, que su decálogo más uno haya corrido de un lado a otro. En El Blog Infantil no íbamos a ser menos, y te contamos esas once reglas (resumidas) a tener presentes en la vida:




•1.- La vida no es justa. Acostúmbrate a ello.
•2.- Al mundo no le importa tu autoestima. El mundo esperará que logres algo.
•3.- No ganarás 5.000 dólares (3.600 euros) nada más salir del instituto y no serás vicepresidente hasta que hayas estudiado y trabajado mucho.
•4.- Si piensas que tu profesor es duro, espera a tener un jefe.
•5.- Hacer hamburguesas no te quita dignidad, te da una oportunidad.
•6.- Si metes la pata no es culpa de tus padres. Aprende de tus errores.
•7.- Tus padres no eran tan aburridos antes de que nacieras. Empezaron a serlo al pagar tus cuentas, lavar tu ropa…
•8.- En la escuela puede que ya no haya diferencia entre ganadores y perdedores, en la vida real sí.
•9.- La vida no se divide en semestres.
•10.- Lo que emite la tele no es la vida real.
•Y 11.- Se amable con los ‘nerds’, existen muchas probabilidades de que termines trabajando para uno de ellos.



Via: Blog infantil.com

viernes, 12 de noviembre de 2010

Cosas que hacen daño y que no debemos decir o hacer a un niño



1. Darle palmadas, cachetadas o cualquier golpe, por más leve que este sea: No hay motivo para agredir físicamente a un niño. Algunos padres utilizan las palmadas para corregir a sus hijos, creyendo, muchas veces que eso no hace daño; sin embargo, basta con ponerse en el lugar del niño ¿Cómo se sentiría ud. si comete un error y su esposo o esposa lo/la trata de corregir dándole un palmaso? ¿Acaso no se sentiría ridículo o humillado? Ahora, imagínese a su hijo ¿Cómo cree que se siente cada vez que es "corregido" a través de las palmadas?


2. Avergonzarlo o humillarlo con frases como: "Uy mira, estás llorando y todos te están mirando. La gente va a decir que eres un llorón". "Aj, te hiciste pila en el pantalón".


3. Gritarle: A nadie le gusta que le levanten la voz. Acuérdese cómo se sintió cuando alguien le levantó la voz; Pregúntese si su conducta mejoró, si hizo lo que la persona que le gritó quería, o si se rebeló e hizo todo lo contrario. De la misma forma se siente y reacciona su hijo ante un grito suyo.


4. Culparlo por tus frustraciones: "¡Mira lo que estás haciendo!" "Por tu culpa, ya me molesté", "Por tu culpa, vamos a llegar tarde".


5. Amenazarlo con frases que no vas a cumplir: "Si te demoras en cambiarte, entonces no irás al cumpleaños" (Aunque sabes que de todas maneras irá al cumpleaños"


6. Hablar del niño delante de él: Si tenemos que hablar de el niño, procura que no haya ningún otro niño y mucho menos, él mismo. Solemos pensar que los niños no se dan cuenta de lo que los adultos están hablando, pero en realidad, los niños captan todo lo que sucede a su alrededor. En todo caso, deberás utilizar otro nombre.


7. Etiquetarlo: Cuando le decimos frases como "Eres un mal niño", "Que malcriado eres", etc. el niño empieza a interiorizar esas frases como ciertas y crece con una autoimagen negativa, creyendo que realmente es un mal  niño o un malcriado.




Fuente: Creciendo contigo

domingo, 31 de octubre de 2010

Estrategia para evitar que los niños nos digan siempre NO



La idea es conseguir que los niños por voluntad propia actúen en el sentido que queremos, y que no se bloqueen con negativas constantes, que es habitual cuando son pequeñitos y aprenden a decir "NO"

Medios utilizados
Ofrecer al niño siempre 2 alternativas, para que tenga sensación de control. Las dos alternativas hay que escogerlas de forma que muevan al niño en direcciones que queramos
 El niño, al tener opciones que elegir, se siente no sólo respetado como persona, sino también realizado por el "poder" que le otorga esa capacidad de decisión.

Desarrollo y Resultados
El desarrollo de esta idea no tiene un plazo temporal fijo, ya que puede y debe ser utilizada de forma permanente.
Sin embargo, requiere atención y originalidad para plantear siempre nuevas opciones que puedan mover al niño en la dirección que queremos. Pero siendo capaz de elaborar esas opciones, el resultado se aprecia desde la primera ocasión.

Para que sea más fácil de entender, algunos ejemplos útiles de estas opciones para distintos casos podrían ser:
- Si no quiere acostarse: "¿Te arropas tú, o quieres que te arrope papá?"
- Si no quiere comer: "¿Te da de comer papá, o te da de comer mamá?"
- Si se niega a andar: "¿Quieres que vayamos andando, o vamos corriendo?"



Via: Cuentos para dormir

lunes, 18 de octubre de 2010

El amor que sienten los abuelos

Los abuelos son los cimientos de la familia, las raíces que sujetan el árbol de la vida. El abuelo es crucial en el desarrollo de la autoestima del niño y constituye un referente de seguridad inestimable.

Los abuelos son los cimientos de la familia, las raíces que sujetan el árbol de la vida. El abuelo es crucial en el desarrollo de la autoestima del niño y constituye un referente de seguridad inestimable. Al contar historias del pasado familiar con su estatus de “padre del padre o de la madre”, hacen que el nieto sienta su presente como la continuación de un pasado enriquecedor y perfilan
el lugar que ocupa en el mundo. En estas fiestas, la mayor alegría para los niños es sentirse seguros en un mundo donde hay adultos (padres y abuelos) que les quieren.

Un cariño diferente

Los abuelos proporcionan a los niños una seguridad diferente a la que aportan los padres, más antigua. En ello se encuentra la base de lo que será nuestra vida amorosa. Por una parte quisieron y amaron a nuestros padres, y lo hicieron de tal forma que despertaron en ellos el deseo de tener hijos y repetir la experiencia. Su inconsciente determinó el de nuestros progenitores y, además, con el amor que nos dirigen, son el refugio más seguro y cariñoso de la infancia.

Ser abuela permite elaborar psíquicamente el hecho de haber sido madre. Ahora bien, lo que se da a los nietos es algo diferente. La abuela, cuando disfruta con su papel, quiere sin condiciones, es el amor más desinteresado que se puede encontrar en la vida. La abuela puede sentirse compensada con ver en su nieto una sonrisa que le recuerda a su hijo, porque encuentra ahí el placer de la transcendencia y de la productividad de su vida. Además, cuando se es abuela se puede elaborar lo que se hizo mal como madre. La abuela puede ayudar, pero si no ha conseguido vivir bien su maternidad es más frecuente que compita con la hija o con la nuera y que proteste por su función. Los abuelos han sido padres, pero esta experiencia, a veces, no es garantía de ayuda para los hijos y nietos. Si han tenido sentimientos de inferioridad y no han podido resolver complejos infantiles, tratarán de compensarlo con los niños y aquí aparecen los problemas, porque rivalizan con sus propios hijos.

Otra situación difícil se plantea cuando la abuela quita autoridad a la madre, aunque si ésta actúa segura de sí misma, su autoridad no se verá mermada. Cuando se encuentre a solas con el niño, conviene que le aclare la diferencia de puntos de vista debido a que pertenecen a distintas generaciones. Que el niño comprenda que los abuelos no piensan como sus padres no es un problema, sino un síntoma muy saludable pues fomenta su capacidad de tener un criterio propio.


Claves

Los padres esperan que los abuelos sean una fuente de seguridad, que estén ahí cuando los necesiten. Ahora bien, también desean que aprueben sus decisiones.

Ese deseo de aprobación es muy importante porque los padres quieren que les consideren adultos delante de su pareja y de sus hijos, algo difícil porque con frecuencia los abuelos los siguen viendo como los niños que fueron. Otro desacuerdo es cuando los padres temen que maleduquen al nieto.

Los abuelos necesitan que se les tengan en cuenta sin que se les pida más allá de lo que pueden dar. Algunas abuelas, en su incapacidad de poner límites, aguantan y viven con resignación lo que tendrían que vivir con placer. Por el contrario, aquella que vive plenamente su condición, transmite un mensaje de esperanza.

Para evitar rivalidades es necesario establecer claramente que la educación pertenece a los padres.

Isabel Menéndez
Via: Hoymujer.com

viernes, 15 de octubre de 2010

Cuando los padres discuten delante de los hijos




Es normal que los padres no estén de acuerdo en todo y discutan de tanto en tanto. Es posible que no estén de acuerdo en asuntos relacionados con el dinero, las tareas domésticas o en cómo pasar el tiempo. Tal vez discrepen en cosas importantes -como las decisiones que necesitan tomar sobre la familia. Pueden incluso no estar de acuerdo en pequeñas cosas que carecen de importancia —como qué hay para cenar o a qué hora llega alguien a casa.


A veces los padres no están de acuerdo pero saben hablar con tranquilidad, dándose mutuamente la oportunidad de expresar su punto de vista y escuchar el punto de vista del otro. Pero muchas veces, cuando los padres no están de acuerdo, discuten. Una discusión es como una pelea en la que se utilizan palabras.


La mayoría de los niños se preocupan cuando sus padres discuten. Los gritos y las palabras de enfado que utilizan los padres en sus discusiones pueden entristecer, preocupar o asustar a los hijos. Hasta las discusiones silenciosas -cuando los padres se enfadan y dejan de hablarse- pueden preocupar a los hijos.


Si los padres discuten por un tema relacionado con los hijos, estos pueden pensar que son ellos quienes han motivado la discusión. Si creen que la discusión es por su culpa, los hijos pueden sentirse culpables y afectarles todavía más. Pero las discusiones de los padres nunca son culpa de los hijos.


¿Qué significa que los padres discutan?
Los niños suelen preocuparse cuando sus padres discuten. Pueden sacar conclusiones precipitadas y creer que sus padres han dejado de quererse. Y hasta pueden pensar que se van a divorciar.


Pero generalmente las discusiones que tienen los padres no significan que hayan dejado de quererse o que se vayan a divorciar. La mayoría de las veces esas discusiones son una manera de liberarse de las tensiones acumuladas cuando los padres han tenido un mal día o están muy estresados. La mayoría de la gente pierde los estribos de vez en cuando.


Al igual que los niños, cuando los padres se enfadan entre sí, se pueden gritar, chillar y decir cosas desagradables que, en el fondo, no se querían decir. A veces, una discusión puede no significar nada salvo que uno de los padres o ambos han perdido el control. Al igual que los niños, los padres discuten más cuando están atravesando un mal momento o cuando están muy estresados en el trabajo o preocupados por otra cosa.


¿Cómo se sienten los niños cuando sus padres discuten?
Los niños suelen preocuparse cuando ven u oyen discutir a sus padres. Es duro oír sus gritos y las palabras desagradable que se dicen. Ver a sus padres alterados y fuera de control puede hacer que un niño se sienta desprotegido y asustado.


Los niños se pueden preocupar por uno de sus padres durante la discusión. Les puede preocupar que un padre se sienta especialmente triste o herido por los gritos y/o insultos del otro. Pueden temer que uno de sus padres se enfade tanto que llegue a perder completamente el control, que se enfade también con ellos o que alguien salga lesionado.


A veces las discusiones de los padres provocan llantos o dolor de cabeza en sus hijos. La preocupación por las discusiones de los padres puede incluso hacer que a un niño le cueste conciliar el sueño o no quiera ir al colegio.


¿Qué deberías hacer cuando tus padres discuten?
Es importante recordar que, cuando tus padres discuten, la discusión es entre ellos y que no te implica ti. Por lo tanto, lo mejor que puedes hacer es mantenerte al margen e irte a otra parte de la casa cuando discutan. O sea que vete a tu habitación, cierra la puerta y busca algo con que entretenerte hasta que dejen de discutir. El papel de los hijos no consiste en hacer de árbitros.


Cuando las discusiones de los padres van demasiado lejos
A veces, cuando los padres discuten, hay demasiados gritos, chillidos e insultos y se dicen demasiadas cosas desagradables. Aunque muchos padres se comporten de este de modo, nunca está bien faltar el respeto a otros miembros de la familia, usar lenguaje degradante o insultante, chillarles o gritarles. En ocasiones, las discusiones de los padres van todavía más lejos, incluyendo empujones, lanzamiento de objetos o golpes. Estas cosas nunca son aceptables. Cuando las discusiones se convierten en peleas, pasando a las manos, significa que las personas que se están peleando tienen que aprender a controlar el enfado. Tal vez necesiten la ayuda de otro adulto para conseguirlo.


Los niños que viven en familias donde las discusiones van demasiado lejos pueden explicarle a otra persona lo que está pasando en su casa. Hablar con otros familiares, un profesor, el psicólogo del colegio o cualquier adulto en quien confíes sobre las peleas que tienen lugar en tu casa puede ser importante. A veces los padres, cuando se pelean, pierden tanto el control que pueden lesionarse mutuamente, y a veces los niños también reciben golpes. Cuando ocurre esto, los niños pueden informar a otro adulto sobre lo que ocurre en su casa para que alguien pueda ayudar y proteger a toda la familia.


Si en una familia hay muchas peleas, si algunos miembros sufren lesiones a consecuencia de las peleas o si los miembros de la familia están cansados de tantas peleas, pueden pedir ayuda. Los psicólogos y terapeutas familiares saben cómo ayudar a las familias a solucionar sus problemas, incluyendo las discusiones frecuentes y las peleas.


Los psicólogos y terapeutas familiares pueden ayudar enseñando a los miembros de la familia a escucharse entre sí y a hablar sobre sus sentimientos sin chillarse ni gritarse. Aunque puede requerir esfuerzo, tiempo y práctica, los miembros de una familia siempre pueden aprender a llevarse mejor.


¿Está bien que los padres discutan en ocasiones?
Discutir de vez en cuando puede ser saludable si ayuda a la gente a exteriorizar sus sentimientos en vez de guardárselos para sí. Es importante que los miembros de una familia sean capaces de decirse cómo se sienten y qué piensan, incluso cuando no están de acuerdo. Lo mejor de manifestar una discrepancia de pareceres es que, después, la gente suele comprenderse mejor y sentirse más cerca.
Los padres pueden discutir por distintos motivos. Tal vez hayan tenido un mal día en el trabajo, no se encuentren bien o estén muy cansados. Al igual que los niños, cuando los padres no se encuentran en su mejor momento, es más fácil que se molesten por tonterías y son más proclives a discutir. No obstante, en la mayoría de ocasiones, las discusiones se olvidan rápidamente, los padres se disculpan y hacen las paces, y todo el mundo se tranquiliza.


Familias felices y sanas
Ninguna familia es perfecta. Incluso en el hogar más feliz surgen problemas y la gente discute de tanto en tanto. Generalmente los miembros implicados exponen abiertamente lo que les preocupa y hablan sobre ello. Todo el mundo se tranquiliza y la vida vuelve a la normalidad.


Ser parte de una familia significa arrimar el hombro e intentar hacerle la vida mejor a los demás. Las discusiones suceden y no pasa nada. Con amor, comprensión y un poco de esfuerzo, las familias pueden solucionar casi cualquier problema.




Via: Kidshealth.org

domingo, 3 de octubre de 2010

¿Qué debo hacer si mi hijo tiene una pataleta?




¿Qué padre no ha sentido, alguna vez en su vida, vergüenza por causa de alguna pataleta hecha por su hijo?

Todos los niños en algún momento de sus vidas hacen pataletas y saben muy bien dónde y cuándo hacerlas.

Las pataletas ocurren cuando el niño quiere llamar la atención, pero además cuando ha perdido el control.

Cuando la pataleta está ocurriendo es importante:

1. Analizar para comprender cuál fue la causa de la pataleta. Eso nos da una pista para poder solucionarla. De repente el niño está cansado, frustrado, confundido o recibiendo muchos estímulos a la vez; aunque, también podría ser que esté buscando la manera de manipular para conseguir algo.

2. Actuar. Cuando el niño ha perdido el control, el adulto debe ayudarlo a calmarse. La mejor forma de calmar una pataleta es permanecer calmado y permitir que el niño exprese sus emociones sin gente que lo esté observando; de esa forma, se está retirando la atención que él quería tener con su pataleta.

Cuando el berrinche está por comenzar, suele funcionar la distracción; esto es, enseñarle algún objeto, llevarlo a otro ambiente, etc.

Cuando el berrinche empezó, ignóralo; pero si continúa, es mejor llevar al niño a otro lado hasta que se calme, pero es importante que usted se quede junto al niño y le explique que no podrán regresar hasta que lo haga. Aproveche este momento para explicarle lo que ha sucedido :"Sé que estás furioso pero no puedes tirar las cosas así. Cuando te portas así, no puedes quedarte en la fiesta".

*Nunca saques al niño a tirones o a gritos, pues lo estarás humillando y tú habrás perdido la batalla.

*Nunca encierres al niño solo en una habitación, pues le generas miedos, angustias y traumas.

*Nunca cedas ante las manipulaciones del niño, pues le estarás enseñando que la pataleta es la manera más eficiente para conseguir lo que quieren



Fuente: Creciendo contigo

martes, 21 de septiembre de 2010

La educación en niños que recien van al colegio



He encontrado un articulo de Susana  Frisancho muy interesante que pongo a conocimiento de ustedes:

Quiero alentar a los padres de familia a que asuman de mejor manera su rol de vigilantes de los procesos educativos de sus hijos. Esto es muy importante en todos los niveles, pero quizá especialmente en la educación inicial. No puede ser que existan centros en los que se castiga a niños de 3 a 5 años a permanecer largos minutos de cara a la pared, o donde los profesores los dejan sin recreo. Ninguna razón justifica que un niño tenga que pasar por esas experiencias, pero menos aun razones "académicas" como que el niño no sepa leer o tenga mala caligrafía; ni leer ni escribir (menos aun con buena caligrafía!!) tendrían que ser parte de la curricula de la educación inicial y no deberían forzarse en niños tan pequeños. Si el niño escribe o lee de manera natural porque está interesado en hacerlo, en buena hora, pero forzar los procesos solo traerá consecuencias negativa a corto y largo plazo. Pretender que el niño "salga de inicial leyendo y escribiendo" no debería ser una meta ni de los padres ni de los maestros.

¿Y cómo puede ser que en inicial se dejen abrumadoras cantidades de tareas?... me cuentan de un caso en que a un niño de 5 años le dejan de tarea un promedio de 5 hojas cada día, con lo que solamente se ha conseguido que el niño odie la escritura. Algunas actividades cortas y agradables pueden trabajarse en casa, pero 5 hojas de escritura para un niño tan pequeño que no está preparado para desarrollarlas se convierten en un suplicio y una experiencia por lo general aversiva y frustrante. Hay que recordar siempre que la educación inicial no debería estar basada en trabajos de lápiz y papel.

Para los psicólogos poco familiarizados con este tema o para padres no especialistas que deseen conocer más, yo recomiendo mucho este libro, que es una versión más actual de Niños pequeños en acción. Manual para educadoras, un libro excelente que ha estado vigente por más de veinte años y que da pautas e ideas precisas para la educación pre-escolar:

M. Hohmann y D. Weikart (2005). Educación de los niños pequeños en acción. Manual para profesionales de educación infantil. México: Trillas

Es lamentable que existan profesoras y psicólogas que no entiendan que la educación inicial debe ser una experiencia activa, lúdica y sobretodo, muy agradable para los niños. No es una carrera loca por ver quien logra hacer las cosas más tempranamente ni una competencia darwiniana entre los niños. Sin embargo, como lamentablemente aun hay muchas escuelas en las que el desarrollo infantil no se conoce o no se valora, animo a los padres a tomar mayores acciones y a velar porque sus hijos no sean sometidos a esta clase de experiencias.

Fuente: Susana Frisancho

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Educar a los niños desde muy pequeños



Los niños suelen ser un fiel reflejo de lo que ven en casa en cuanto a comportamiento y modales; sobre todo en los primeros años que apenas cuentan con otro contacto social que el de sus padres (pues no van al colegio o la guardería). Desde ese preciso instante debemos tener cuidado con nuestro comportamiento, con nuestro lenguaje, con nuestros gestos ... los niños lo absorben todo, son como pequeñas esponjas ávidos por conocer y descubrir. Y aunque, en muchas ocasiones, no nos demos cuenta los niños están "grabando" todo lo que ven y escuchan.

Todas las enseñanzas son buenas, pero la educación será una de las más importantes y necesarias para su desarrollo como persona. Un niño educado es un adulto respetuoso, tolerante y preparado para convivir con los demás. La preparación profesional es importante, para poder desarrollar un trabajo determinado y ganarse el sueldo, pero el desarrollo personal es importante para todos los órdenes de la vida, su vida social, laboral, familiar.

Ahora bien, la realidad nos hace conocer lo dura que es la fase de educación del niño. Cambiar comportamientos, conductas, insistir, remarcar, etc. es una tarea diaria, para la que se tiene que armar de mucha paciencia. La capacidad de aprender de los niños es muy grande, pero también son muy grandes sus ganas de hacer lo que más les gusta: saltarse las normas y hacer lo incorrecto que, generalmente, es más fácil (e incluso, divertido) que hacer lo correcto.

Los buenos modales (incluidas otras enseñanzas como la higiene personal, el vestuario, etc.) son fundamentales en todas las personas que conviven con el pequeño. No hay que darle una disculpa sobre si tal o cual persona hizo eso; él se escudará rápidamente en este hecho para justificarse.

Durante los primeros meses de vida del niño, está claro que las enseñanzas deben ser mínimas pues el niño apenas tiene capacidad motriz para poder realizar actos como tomar bien una cuchara o cualquier otro cubierto, limpiarse con una servilleta o babero, etc. Así todo, no podemos descuidar nuestros modales, pues los niños son "máquinas de imitar" y, aunque de forma inconsciente, imitarán todo lo que hacemos.


Un punto importante en su educación es el momento en el que empiezan a decir sus primeras palabras. Después de asimilar la gran alegría de haber escuchado por primera vez papá, mamá o cualquier otra palabra, hay que ponerse manos a la obra. Hay que enseñarle a pedir las cosas por favor, a dar las gracias cuando le dan un caramelo, le deja un juguete, etc. No es fácil, pero a base de insistir se consigue.

Los niños, desde que son pequeñitos hasta la pubertad requieren de atenciones, que suelen ir mermando o cambiando a medida que crecen. Por eso un lema que es importante recordar; hay que "invertir" en nuestros hijos; pero no solo dinero (mandarle a un buen colegio, a clases de refuerzo, a realizar actividades extraescolares, etc.), sino que hay que "invertir tiempo" en nuestros hijos. Y de eso tiene todo el mundo. Lo importante es saber aprovecharlo y saber que es una inversión de futuro hacerlo en nuestros hijos.

Cuando el niño empieza a tener una buena coordinación de movimientos (ya no anda que parece que se va a caer), puede tomar cosas con las manos de una forma bastante buena y se mueve de una forma bastante suelta (a partir de los dos años, aproximadamente, dependiendo de cada niño), es hora de empezar a enseñarle algo más que gracias y por favor. Es hora de enseñarle a utilizar los cubiertos de forma correcta, a beber del vaso, a utilizar la servilleta ... pero con moderación. No se puede atosigar al niño. Ni dejarle que haga lo que quiera ni atosigarle. Hay un término medio para todo. Solo hay que ser un poco insistentes.

Cada vez que haga algo incorrecto hay que decirle como se hace de forma correcta, pero nunca regañarle (ya habrá tiempo para ello). No se le puede hacer que tome una actitud negativa ante este tipo de aprendizaje, pues supondría un grave handicap a la hora de tratar de enseñarle temas que le producen un fuerte rechazo.

Toma la cuchara así, o el tenedor de esta manera; no chupes el cuchillo; límpiate las manos antes de tomar el vaso para beber ... y muchas otras cuestiones que irán saliendo a lo largo de los días. Paciencia, mucha paciencia. El resultado merece la pena.

A partir de los 3-4 años empieza una nueva etapa en su vida, la vida social. Es fácil que a esa edad vaya a la guardería, le inviten a fiestas de cumpleaños o desarrolle una vida social paralela a la de sus padres (le llevan de compras, de visita a otra casa, etc.). El niño puede poner en práctica todas las enseñanzas recibidas y aprender otras nuevas. Empiezan las alegrías. Se siente contento porque su niño se mueve bien en todos los ambientes y de una forma educada. No tiene que escuchar la temida frase: "¡Que niño más maleducado!"




Ahora empieza una etapa en la que irá descubriendo nuevos retos, tanto personales como sociales; y sucederá algo mucho más importante en su vida; empezará a hacer cosas en las que usted no está presente. Tendrá una cierta autonomía de comportamiento. Aquí empieza a poner en práctica todo lo que ha aprendido y usted le ha enseñado. No obstante, tendrá siempre la vigilancia y observancia de los profesores (o debería tenerla), parte importante también en la formación no solo académica del niño, sino personal.

Todo lo que ha aprendido, con algún que otro "repaso", le sirve para desenvolverse de forma correcta en sociedad. En el colegio, en la calle, cuando va a un cumpleaños, cuando juega con otros compañeros, cuando se va de campamento, etc.

Ahora solo queda refrescarle la memoria, de vez en cuando, y enseñarle nuevos comportamientos, sobre todo sociales (en el autobús, el metro, en la calle, en un restaurante o cafetería); ceder el paso en la puerta de entrada de un establecimiento, al entrar en el ascensor, ceder un asiento en el autobús o el metro, etc.

Con todo lo que le ha enseñado ha preparado al niño para desenvolverse de forma socialmente correcta en todo momento, por lo que podrá ir con el a todas partes (cosa que no siempre se puede hacer con niños que no están bien educados).

Tenacidad y paciencia, son una parte importante en este tipo de enseñanza o educación. No desfallecer, aunque a veces den ganas de tirar la toalla. Es por el bien del niño y, un poco egoístamente, por nuestro bien.



Fuente: Protocolo.org

martes, 24 de agosto de 2010

Cómo educar a nuestros hijos para que les guste la lectura



Cuando los niños empiezan a ser capaces de leer de forma independiente, hacia los 6 ó 7 años, aún no son capaces de realizar abstracciones complejas, ni de seguir razonamientos largos. Por eso sus primeros libros tienen que seguir llenos de dibujos, y el texto a leer debe ser sencillo, con frases cortas y vocabulario adaptado a su edad.

Es a partir de esta etapa, en la que muchas veces se les obliga a leer en las escuelas, cuando el niño corre riesgo de empezar a sentir rechazo por los libros, especialmente si comienza a ver la lectura como una obligación, y se empieza a sentir perseguido. También es el momento en que empiezan a leer a solas, y a menudo esa independencia nos lleva a "desentendernos" un poco del tema de la lectura, especialmente si coincide con la época en que dejamos de contarles cuentos por la noche (y no debiera ser así).

Por eso a esta edad necesitan sentirse acompañados, pero no agobiados, y para ellos es importante que nos interesemos por lo que leen, lo que aprenden de esos libros, lo que les llama la atención, e incluso que de vez en cuando, leamos un poco con ellos, o para ellos, de forma que sigan sintiendo a sus padres muy cerca. El niño está casi preparado para dar el salto a la verdadera lectura, a nutrir su cabeza con libros de forma autónoma.. Pero ellos no lo percibirán inmediatamente, y necesitan seguir alimentando la idea de que un libro es una buena forma de pasar el rato con papá y mamá. Ahora ya no llevaremos la voz cantante, ni le ayudaremos con la lectura en sí; ahora se trata de hablar del libro, de lo que dice, de lo que pensamos sobre él... es la antesala de lo que en muy poco tiempo ocurrirá en su propia cabeza, pero al principio nos necesitará más cerca, para saber qué hacer con lo que le dicen los libros.

Y así, casi sin darnos cuenta, comprobaremos que en poco tiempo lee de forma totalmente autónoma, apasionadamente, y que voluntariamente se olvida de los libros con muchos dibujos, porque encuentra más interesantes las palabras.

Teniendo en cuenta todos estos cambios, los libros más adecuados a esta edad deberían:

- Tener historias coherentes, con cierto orden y sentido, que pueda seguir fácilmente por medio de palabras. Los cuentos alocados, que pueden parecernos a nosotros mismos muy divertidos, a esta edad es mejor que sean contados, y si no esperar a que el niño se maneje mejor entre las letras. Por supuesto, esto no quita que sean historias muy imaginativas, pero dentro de una estructura principal más coherente.
- Deben seguir teniendo dibujos, pero a medida que tengan más soltura, deberán ir dejando paso al texto escrito. En este periodo los dibujos pierden importancia como medio, por lo que ya no será tan importante que sean sencillos y fácilmente comprensibles e identifiicables para el niño.
- También según crece el niño, es menos importante que la edición sea resistente y de tapa dura. A esta edad ya debe haber aprendido a respetar los libros y tratarlos con cuidado
- Finalidad: en esta época los libros y cuentos siguen siendo el mejor vehículo para enseñar valores y conocimientos. Como no leen con mucha soltura y su tiempo es limitado, deberíamos aprovechar cada una de sus lecturas para transmitirle una enseñanza.
- Es un buen momento para empezar con poesía (rimas sencillas, nada de verso libre). Ahora empiezan a captar la sonoridad de las palabras y a leer las frases de un tirón, pudiendo darles la entonación adecuada. La búsqueda de las rimas les ayuda a agilizar su capacidad lectora y a anticipar el texto.
- Aunque será bueno empezar esta época con historias cortas que puedan leer de una vez, en poco tiempo las historias podrán ser más largas, de forma que ´el niño se acostumbre a retomar una lectura donde la ha dejado. Para esto son especialmente indicados los libros formados por pequeños capítulos e historias que forman parte de un todo más amplio.


Tomado de: Cuentos para dormir.com

miércoles, 18 de agosto de 2010

Cómo comportarse ante situaciones peligrosas de sus hijos




A veces uno no se cuenta con que severidad habla a sus hijos - por ejemplo, después de que su hijo ha corrido hacia la calle sin mirar, es una angustia terrible pero que debe hacer ante esta situación?. ¿Cómo puede asegurarse de que comprendan la gravedad de ciertas circunstancias sin que se sientan peor?

" Cuando la seguridad de su hijo está en riesgo – como el correr hacia la calle sin mirar , o echó mano a una llama abierta, o se ha acercado peligrosamente a una piscina – gritar es perfectamente normal ( y necesario !) . Después de todo, en ese momento, se hace todo lo posible para llamar la atención de su hijo y sacarlo del peligro .
Después de un episodio como estos , es natural que los niños empiecen a llorar- Pero la verdad es que sus hijos lloran en respuesta al miedo y la urgencia en su voz, no porque ha sido "demasiado severa ". En momentos como éstos , es aceptable consolarlos sin pedir disculpas . Déle a su hijo un abrazo y dígale algo como, " sé que estás molesto. Pero lo que hiciste era peligroso y estaba asustada de que te ibas a hacer daño . nunca debes hacer eso de nuevo . " Castigar a los niños después de un evento como este no suele ser necesario , ya que probablemente ha aprendido la lección.
Por otra parte , hay momentos en que ser demasiado severa - como gritar regularmente por delitos menores - puede ser contraproducente. Los niños pueden ser inmunes a la reacción exagerada de los padres y no tomarlos en serio, y si siente que se está metiendo en este hábito, debe respirar profundo antes de responder a la conducta de su hijo y preguntarse : "¿Estoy a punto de reaccionar de forma exagerada ? Si es así, esperar durante unos minutos y volver cuando se haya calmado .
En general, cuando se trata de disciplinar a los niños , lo mejor es hablar con una voz baja y firme y que mantenga su enfoque en el comportamiento, no al niño. También es útil usar las consecuencias naturales siempre que sea posible . Esto significa que si su niño ha tirado un juguete , pídale recogerlo . Si ha tomado algo de su hermano, pídale que lo devuelva hasta que lo logre pese a los ruegos llorosos . La consistencia es la clave para la disciplina efectiva, y no ceder a las lágrimas de un niño ya que sin darse cuenta puede reforzar un comportamiento negativo .

martes, 10 de agosto de 2010

Qué hacer si su niño/a es inapetente


Muchos niños son inapetentes y nosotros nos preocupamos mucho por ello
La idea es conseguir que, al menos, los niños prueben comidas antes de rechazarlas,
Cuando el niño/a no quiera alguna comida que sí comemos los mayores, contarle tranquilamente, sin aspavientos, y con un aire un poco condescendiente, algo así como: "es normal que no te guste; esto es algo que gusta a los mayores porque cuando nos hacemos mayores nos cambia un poco la boca. Cuando seas más mayor te cambiará la boca y te gustará"
El deseo de los niños por ser mayores y comportarse como tales hace que tomen nota de lo que decimos
Los niños muestran la independencia que van consiguiendo según se hacen mayores de varias maneras, y una de ellas es a través de la oposición a sus padres y de la expresión de sus propios gustos.
Precisamente por eso, este método tiene un resultado inmediato y muy exitoso, porque utiliza ese deseo tan fuerte de mostrar independencia en los pequeños, que son capaces de doblegar hasta sus gustos y fortalecer su voluntad para demostrar "lo mayores que son".
Con este simple truco, he visto niños hacer todo tipo de muecas mientras tragaban una comida que no era de su agrado, para terminar diciendo con una gran sonrisa: "¡qué rico!".
Este truco no sólo ayuda con las comidas, sino con la formación de la voluntad.
Pero , también es importante respetar su decisión. Si deciden no probar la comida en esta ocasión, bastará con recordarle que cuando crezca un poco le gustará. Muchas veces decidirán probar la comida poco después de comprobar que tienen libertad para hacerlo.







Via: Cuentos para dormir

lunes, 2 de agosto de 2010

Lo importante que es comer en familia


Hacer coincidir los horarios de toda la familia a la hora de sentarse a la mesa puede resultar casi una misión imposible: conciliar la vida personal y familiar no sólo supone todo un ejercicio de malabarismo sino, también, un auténtico esfuerzo físico y mental. Aún así, los expertos en nutrición infantil aseguran que merece la pena: la mesa es el entorno ideal para compartir y hacer vida en familia, y esto afecta especialmente a los más pequeños.

Los beneficios: mejora de las habilidades comunicativas y sociales, interacción en el entorno familiar o nuevas formas de aprendizaje de 'los mayores' son sólo agunos de ellos. Compartir lo que hemos hecho, visto o vivido durante el día sentados a la mesa en lugar de enfrente de la tele permite a los pequeños desarrollar su nivel de conversación, así como discutir o argumentar a cerca de sus nuevos logros, tareas, o, simplemente, los 'nuevos mejores amigos' que han conocido durante el día. La mesa es, además, el momento perfecto para que los papás y mamás con agendas más apretadas dediquen cien ojos y oídos a todo lo que sus hijos tengan que contarles: una manera sencilla y eficaz de aprovechar el tiempo en familia, y permitir a los mas peqieños sentirse integrados, atendidos y escuchados cada día, al menos, durante un ratito.

Junto a los beneficios emocionales está la siempre pendiente tarea de aprender modales y 'copiar' correctos roles de comportamiento: si tus hijos están apuntados al comedor del colegio, lo más probable es que la mayor parte de actitudes en la mesa provengan de compañeros de juegos y amigos. Aprovecha la hora de la cena para corregir modos y formas, e inculcarles hábitos y patrones correctos de alimentación: recuerda que es durante la infancia cuando se adquieren la mayor parte de patrones de conducta, que se desarrollan más tarde durante la vida adulta.
Via: Hola.com

domingo, 1 de agosto de 2010

Hablemos de los adolecentes


Es la edad del amor, la edad en que comienzan a definir sus personalidades... ¡y la edad en que más conflictos nos causan! Si su hijo es un joven inquieto y rebelde tal vez solo se trata de reforzar las reglas y los límites del hogar..

Los jóvenes cambian en la medida que se convierten en adolecentes

• Los adolescentes pasan más tiempo con sus amigos.

• Ellos se movilizan mucho más que cuando fueron niños, de manera que pasan más tiempo con sus amigos sin la supervisión de los padres.

• Durante los años de la adolescencia, hay mas contacto con compañeros del sexo opuesto.

• Durante los primeros años de adolescencia, muchas veces se forman grupos pequeños de amigos o camarillas, lo cual ayuda en alguna forma en aumentar su confianza y les da un sentido de identidad.

Como padres, es importante estimular las amistades entre adolescentes. Sin embargo, es de vital importancia conocer a los amigos de sus hijos y comunicarse abiertamente con ellos respecto a los cambios en las relaciones y amistades con sus compañeros adolescentes.
Enfrentarse con los hijos adolescentes casi nunca funciona, sino que solo les otorga una oportunidad para probar su voluntad y fuerza. Hablar armoniosa y adecuadamente sobre sus nuevos comportamientos, siempre funcionará mejor, aunque no necesariamente servirá con todos. Al hablar del comportamiento con su hijo adolescente, hable del comportamiento en general, y no de su comportamiento en un cierto detalle, para que ellos pueden ser lo más objetivos posible, y no sientan la necesidad de proteger su postura.

Si, por otra parte, el adolescente está demostrando un comportando peligroso, para sí mismo o para los demás, entonces sí será necesario tomar una cierta clase de acción, como la ayuda de un especialista .
Tags: adolecentes, hijos, educación

jueves, 29 de julio de 2010

Una manera divertida de enseñar a tus hijos a poner la mesa


La manera más efectiva de enseñar hábitos a los niños es através del juego.


Érase una vez dos niñas a quienes sus padres intentaron enseñarles a poner la mesa. Al principio, las niñas andaban muy motivadas hacíendolo, pues ya se sentían grandes e indpendientes; sin embargo, a medida que pasaban los días se iban aburriendo, se ponían más lentas y perezosas, llegando finalmente a decir que estaban cansadas y que preferían ver televisión.


Los papás, frustrados por la situación y por sentir que no habían logrado su objetivo, se sentaron a pensar en una estrategia más eficiente.

Entonces se dieron cuenta de que siempre les habían exigido a las niñas poner la mesa sin ninguna explicación ni motivación; así que decidieron hacer algo diferente.

Decidieron jugar con sus hijas a poner la mesa.


En qué consiste este juego:

1. Explícale a tu hijo que a partir de este día le enseñarás a poner la mesa. Motívalo con frases como "Como ya has crecido, sé que puedo encargarte una labor muy importante. Me gustaría que pusieras la mesa conmigo".


Es importante que tú participes del juego, de lo contrario, el niño perderá interés.


2. Pon la mesa tal como siempre lo has hecho. Luego, pídele a tu hijo que decore la mesa como él desee, que le ponga diversos adornos.


3. Cuando haya terminado, felicítalo y dile que esta cena será muy bonita y especial.


4. Si tienes velas, pónlas y apaga las luces para darle un ambiente mucho más especial.


5. Terminada la cena, retira todos los objetos decorativos y dile al niño que los guarde para el día siguiente y que piense cómo decorará la mesa el próximo día.


Valores que fomenta este juego:

- Autoestima: A través de este juego enseñamos al niño a sentirse útil y necesario.

- Creatividad: Cada decoración del niño implica desarrollo de su creatividad.

- Misterio: Los niños adoran el misterio. Ellos sienten gran emoción cuando preparan una sorpresa, así como cuando la reciben.

- Concentración: Al concentrarse en una actividad, el niño estimula su capacidad de concentración.

martes, 20 de julio de 2010

Consejos de un niño a sus padres


No me des todo lo que te pido.
A veces sólo pido para ver hasta cuánto puedo coger.
****
No me grites.
Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también. Y no quiero hacerlo.
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Cumple las promesas, buenas ó malas.
Si me prometes un premio, dámelo.Pero también si es un castigo.
****
No me compares con nadie, especialmente con mi hermano ó hermana.
Si tú me haces sentir mejor que los demás, alguien va a sufrir y si me haces sentir peor que los demás, seré yo quien sufra.
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No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer.
Decide y mantén esa decisión.
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Dejame valerme por mi mismo.
Si tú haces todo por mi, yo nunca podré aprender.
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No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que lo haga por tí, aunque sea para sacarte de un apuro.
Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.
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Cuando yo haga algo malo,no me exijas que te diga el por que lo hice.
A veces ni yo mismo lo sé.
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Cuando estés equivocado en algo,admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de tí.
Asi me enseñaras a admitir también mis equivocaciones.
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Tratame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos.
Porque seamos familia, no quiero decir que no podamos ser amigos también.
****
No me digas que haga una cosa cuando tú no la haces.
Yo aprenderé lo que tu hagas,aunque no lo digas.Pero nunca haré lo que tú digas y no hagas.
****
Cuando te cuente un problema mio,no me digas “No tengo tiempo para bobadas” ó “Eso no tiene importancia”.
Trata de comprenderme y ayudarme.
****
Y quiereme y dímelo.
A mi me gusta oírtelo decir, aunque no creas necesario decirmelo
Tags: educación, modales, hijos, padres, amor

martes, 6 de julio de 2010

Que hacer si el niño dice malas palabras


Las palabrotas han entrado en la jerga común, ya no escandalizan a casi nadie y menos a los niños, que no son conscientes de lo que significan.

A pesar de esto, el hecho de oír a un hijo decir palabrotas continuamente perturba a la mayoría de los padres. En caso de que esta actitud resulte preocupante, conviene intervenir.


A los niños les gusta decir palabrotas porque les permite degustar la transgresión que, desde que el mundo es mundo, desata la fascinación del ser humano. Por este motivo, muchos expertos consideran que la mejor manera de atajar la pronunciación de estos términos groseros es mostrar la máxima indiferencia cada vez que se produzcan. De hecho, existe la hipótesis de que el niño dice palabrotas de cara a la galería, por lo que es razonable imaginar que, al no obtener el efecto deseado, podría desistir. Por este motivo, al principio, puede ser aconsejable tomar este camino.
Por otro lado, también se le puede explicar de forma clara, sencilla y accesible que a papá y a mamá no les gusta que pronuncie estas palabras tan feas, y que tampoco les agrada que las digan los demás. Se le ha de demostrar, además, que hay otras maneras de manifestar su enfado o asombro, utilizando expresiones menos desagradables.
Si, a pesar de estas advertencias, su actitud no cambia, no hay que enfadarse ni reñirle. Simplemente, se le debe ignorar cuando diga palabrotas, porque, si el niño comprueba que a los adultos les afecta demasiado que las diga, puede utilizarlas a modo de chantaje.
Dice palabrotas: Así debes actuar
A esta edad, es normal que el niño diga, de vez en cuando, alguna palabrota. Sin embargo, si queremos que esto no se convierta en una costumbre, debemos actuar de la siguiente manera:
• Evita reír o sonreír cuando el niño diga una palabrota. Es una reacción que invita a que la repita.
• No regañes al niño demasiado, pues puede asociar la palabrota con tu atención.

En caso de que las palabras sean fuertes o puedan provocar problemas de relación social:
• Explícale que esas palabras molestan a los demás.
• Cuando el niño esté presente, nunca comentes con otras personas las palabras que dice.
• Enséñale a disculparse si molesta u ofende a alguien con sus palabras.
• Ofrécele alternativas para expresar su rabia.

Dice palabrotas: Los padres han de ser firmes y coherentes

• El niño, que está dotado de antenas sumamente sensibles, capaces de captar la contrariedad más allá del telón de la indiferencia, puede no querer cambiar de actitud, a pesar de los intentos de sus padres.
En este caso, sobre todo si sus palabrotas resultan intolerables o, en cualquier caso, crean situaciones especialmente embarazosas con los extraños, es aconsejable pasar a actitudes más duras. Éstas consisten, simplemente, en imponerle, como regla base, que no se puede transgredir en ningún caso el control del lenguaje.

Con tono firme y decidido, se le puede decir que las palabrotas que él pronuncia molestan a los demás y que, por lo tanto, debe dejar de decirlas. Los padres han de transmitirle el mensaje de que su libertad (como la de todos nosotros) termina donde empieza la de los demás, y que hacer una cosa desagradable para las personas que le rodean está terminantemente prohibido.
Sin embargo, si se opta por esta actitud, hay que ser coherentes después. Cada palabrota del niño debe censurarse al menos diciendo al niño un “no” y los padres, a su vez, deben controlar todos los términos que utilizan. También en este caso, el ejemplo constituye una gran ayuda.

• No obstante, si el niño no deja de decir palabrotas o si la frecuencia de las mismas es excesiva, puede ser que necesite llamar la atención. Los padres deberían plantearse si le brindan verdaderamente esa atención o si son muy estrictos con él.

Dice palabrotas: "Tú también lo has dicho"
Los niños que suelen decir muchas palabrotas, en el momento en que se les regaña, son especialistas en subrayar que papá o mamá también las dicen (o las han dicho).
Ante una “acusación” semejante, los padres pueden sentirse entre la espada y la pared, y no saber muy bien cómo comportarse. Sin embargo, existe una solución muy sencilla: el padre o la madre puede decir que se arrepiente mucho de haberlo hecho y que en el futuro intentará controlarse. Así, el niño aprenderá que sus padres no son infalibles y que todos nos podemos equivocar, pero que lo importante es darse cuenta de ello, saber pedir perdón e intentar no cometer los mismos errores en el futuro.



Via: mibebeyyo

martes, 29 de junio de 2010

Enseñemos responsabilidad en los niños




Cómo fomentar la responsabilidad en los niños
Todos los padres queremos que nuestros hijos sean responsables. Para ello lo que intentamos es que aprendan a base de obedecer nuestros requerimientos (vístete solo, lávate los diente, lávate las manos…) y esperamos que se conviertan en un hábito o costumbre que asociamos con pensar que los niños son responsables.

Este valor se debe inculcar desde que los niños son pequeños y no cuando empieza a tener problemas con ellos porque no ayudan en las tareas de la casa ni tampoco cumplen con sus obligaciones personales.

Para lograr que los niños comprendan y pongan en práctica el sentido de resposabilidad, se requiere de información, orientación, paciencia, constancia, confianza; permitiéndole que participe en la toma de decisiones, darle oportunidad de asumir el resultado de sus acciones, comprender los fracasos y limitaciones y elogiar sus logros.

Todo esto, haciéndole saber que cuenta con el afecto y apoyo incondicional de su padre y madre, pero también no debe de olvidar un aspecto esencial, enseñarle con el ejemplo; es más fácil que el niño aprenda este valor si sus padres los practican constantemente.

Las medidas que los padres deben llevar a cabo para fomentar este valor son :

Establecer normas que sirvan como punto de referencia, las cuales el niño asumira conforme vaya creciendo.

Comience por ponerle tareas simples para luego y poco a poco ir pidiéndole otras más complejas.
Sea muy claro al decirles a sus hijos lo que usted espera de ellos.
Dígale paso a paso lo que los niños deben hacer.
Enseñele a valerse por si mismo, de enfrentarse las dificultades, de conocer el valor de las cosas, etc. Hágales ver que su esfuerzo es algo natural, no un medio para conseguir una meta.
Aunque los niños sean pequeños, debe haber algo en la casa que puedan hacer como recoger sus juguetes, poner la mesa, hacer el agua, sacudir, etc. De igual manera la responsabilidad esta presente cuando los hace concientes de que deben cumplir con los reglamentos de alguna actividad extraescolar que realicen, incluyendo las dificultades que esta conlleve. Acuerdese las tareas deben tener una dificultad moderada y progresiva, y sobre todo adecuarlas a la edad y capacidad del niño.

Nunca se reponsabilice de las tareas que los hijos deben cumplir, se les puede ayudar, orientar, asesorar, pero no asumir esas responsabilidades de forma que el niño se desentienda. Manteganse firme y no pierda la paciencia.





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