La prevención comienza en la cuna. Los padres no deben esperar a la adolescencia para afrontar la lucha contra las drogas, sino que deben ganarse la confianza de sus hijos desde bebés para detectar futuros problemas.
Comunicación y proximidad. Esas son las dos herramientas claves para prevenir que nuestros hijos se conviertan en dependientes de alguna sustancia.
La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) acaba de presentar '¿Qué les digo?', un innovador manual sobre cómo escuchar y hablar sobre drogas con nuestros hijos.
En él se explica que no se debe obviar el asunto hasta que irrumpa en la adolescencia, sino que es necesario ganarnos la confianza y establecer un vínculo de comunicación con el hijo desde los cero años. De esta manera, el menor no tendrá tantos obstáculos para expresar sus inquietudes llegados los 13 ó 14 años, y los padres podrán detectar con mucha más cercanía si existen problemas de consumo abusivo.
La otra clave consiste en comprender que las drogas ya no son marginales, sino que están vinculadas al ocio que consumirán nuestros hijos: hacer que desde muy pequeños tengan inquietudes para que su futuro mundo adolescente no gire sólo en torno a la fiesta, es una herramienta vital para la prevención.
De este modo se podrá evitar que su futuro mundo adolescente gire sólo en torno a la fiesta, como en el caso extremo vivido días atrás en los incidentes de Pozuelo (Madrid).
¿CÓMO SÉ SI MI HIJO SE DROGA HABITUALMENTE?
La proximidad, lograda desde muy pequeño, es lo que nos permitirá darnos cuenta de si su comportamiento ha variado más allá de los cambios habituales en la adolescencia. Por el contrario, si hay una barrera entre el menor y los padres, será más complicado detectar problemas.
Además, la confianza hará que el niño vea en los padres una figura a la que acudir en busca de ayuda, y no un enemigo al que ocultar el problema.
SÍNTOMAS Y AYUDA
Huraño y callado. Aunque los signos varían mucho, pueden ser síntomas de consumo problemático ver que el carácter afable de nuestro hijo pasa a ser huraño y callado o se encierra en la habitación 'pasando' de los padres.
Motivar hacia el tratamiento. Si creemos que nuestro hijo consume, deben imperar la prudencia y el diálogo. Es un error alarmar o amenazar. Si es muy problemático debemos buscar ayuda profesional.
Comunicación y proximidad. Esas son las dos herramientas claves para prevenir que nuestros hijos se conviertan en dependientes de alguna sustancia.
La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) acaba de presentar '¿Qué les digo?', un innovador manual sobre cómo escuchar y hablar sobre drogas con nuestros hijos.
En él se explica que no se debe obviar el asunto hasta que irrumpa en la adolescencia, sino que es necesario ganarnos la confianza y establecer un vínculo de comunicación con el hijo desde los cero años. De esta manera, el menor no tendrá tantos obstáculos para expresar sus inquietudes llegados los 13 ó 14 años, y los padres podrán detectar con mucha más cercanía si existen problemas de consumo abusivo.
La otra clave consiste en comprender que las drogas ya no son marginales, sino que están vinculadas al ocio que consumirán nuestros hijos: hacer que desde muy pequeños tengan inquietudes para que su futuro mundo adolescente no gire sólo en torno a la fiesta, es una herramienta vital para la prevención.
De este modo se podrá evitar que su futuro mundo adolescente gire sólo en torno a la fiesta, como en el caso extremo vivido días atrás en los incidentes de Pozuelo (Madrid).
¿CÓMO SÉ SI MI HIJO SE DROGA HABITUALMENTE?
La proximidad, lograda desde muy pequeño, es lo que nos permitirá darnos cuenta de si su comportamiento ha variado más allá de los cambios habituales en la adolescencia. Por el contrario, si hay una barrera entre el menor y los padres, será más complicado detectar problemas.
Además, la confianza hará que el niño vea en los padres una figura a la que acudir en busca de ayuda, y no un enemigo al que ocultar el problema.
SÍNTOMAS Y AYUDA
Huraño y callado. Aunque los signos varían mucho, pueden ser síntomas de consumo problemático ver que el carácter afable de nuestro hijo pasa a ser huraño y callado o se encierra en la habitación 'pasando' de los padres.
Motivar hacia el tratamiento. Si creemos que nuestro hijo consume, deben imperar la prudencia y el diálogo. Es un error alarmar o amenazar. Si es muy problemático debemos buscar ayuda profesional.
tomado de Que es
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