jueves, 12 de diciembre de 2013

Que la Navidad tambien sirva para enseñar a sus hijos buenas maneras






Para muchos niños la Navidad es esperada porque en esa fecha se reciben regalos, se come pavo y muchas cosas ricas. Bueno todo eso es verdad en algunos hogares, porque en otras viviendas muchos niños no tienen nada que recibir, ni comer en la Navidad.
Esto debemos conversar con nuestros pequeños para que a través de dichos relatos les hagamos sentir compasión y sentimientos a la vez de agradecer que ellos si tiene una linda Navidad.
Hay que inculcar en nuestros hijos sentimientos de generosidad, que deben aprender a agradecer y ser generosos, valores que deben estar presentes siempre en casa.
Los niños son especialmente suceptibles a la televisión  y  en las semanas previas a la Navidad  son bombardeados por anuncios de toda clase de  juguetes . Usted puede contrarrestar eso con palabras que les digan que todo no lo pueden tener y que hay muchos niños que no tienen nada, que todo eso es publicidad de los comerciantes.
Otra cosa que también debe ser escuchada por sus hijos cuando llega la Navidad y ellos reciben los regalos, sus modales deben estar a prueba. Hable con ellos que deben agradecer y ser amables con las personas que les den los regalos lo que es muy importante .
No olvidar  enseñarles que no deben molestarse porque no consiguen lo que querían en la Navidad.
También es bueno, si han recibido muchos juguetes, dar una vuelta por barrios pobres y compartir algo con los mas necesitados de esa manera se les enseña a ser generosos y  apreciar mucho mas lo que ellos tienen

domingo, 10 de noviembre de 2013

Los Buenos Modales en Nuestra Vida Diaria: Mascotas


Los buenos modales en nuestra vida dentro de la ciudad significan respeto y consideración por los demás.

Se trata de cosas simples que son fáciles de aplicar o corregir, y estos son unos ejemplos:

-Al sacar de paseo a nuestra mascota, llevemos una bolsita plástica para recoger los desechos fisiológicos del animal, y luego depositarlos en el basurero. Si los dejamos en el parque u otro lugar, se constituirá en un foco de contaminación.

-En paseo, el perro debe estar con correa o cadena, y si se trata de razas peligrosas con bozal. Así son las disposiciones en la mayoría de ciudades. Nunca el perro suelto. Libere de temor y peligro a los demás.

-Evitemos llevar al perro a tiendas o centros comerciales o cualquier lugar de mucha concurrencia. La gente se atemoriza, y los sitios para caminar se obstruyen.

-Respetemos las prohibiciones municipales. Si está prohibido llevar perros al parque, acatemos la disposición. Niños y ancianos no pueden estar sujetos a accidentes como consecuencia de esta mala práctica.

domingo, 6 de octubre de 2013

Reglas Generales Sobre la Posición de los Cubiertos en la Mesa

Cubiertos al terminar de comer

Los cubiertos que se emplean primero se colocan siempre sobre la mesa en una posición lo más alejada del plato, por ejemplo el cuchillo y la cuchara (que van juntos a la derecha del plato), se colocan de tal forma que la cuchara vaya por fuera ya que se suele servir por regla general primero la sopa o consomé.

Todos los cubiertos especiales tales como: pinzas para el marisco, pinchos para los caracoles, etc. se colocan siempre a la derecha del plato.

Los cubiertos se colocan a ambos lados a una distancia de aproximadamente 3 ó 4 cm del borde del plato.

Cuando se hace un alto durante la comida los cubiertos se colocan sobre el plato de forma que se crucen. Nunca se dejan sobre la mesa.

Cuando se ha acabado la porción del plato, se colocan los cubiertos en paralelo sobre el plato con las puntas en el interior del plato. Con este gesto se indica al camarero o al encargado del servicio de mesa que ya se ha acabado y que puede retirar el plato.


No se suelen poner más de tres cuchillos o tres tenedores, en caso de necesitarse se reponen durante el servicio de mesa.

martes, 2 de julio de 2013

Cómo vencer la timidez




Todo el mundo en un momento u otro, sufre de timidez, puede ser durante un examen oral, una presentación de negocios o en el momento de declarar su amor. Sin embargo, aunque estas situaciones específicas son bastante desagradables, no es nada en comparación con la ansiedad que sienten a diario personas tímidas que hacen de  la vida un infierno, una prisión en que se  aislan del mundo que les rodea.

¿De dónde viene la timidez?


La timidez tiene sus orígenes en traumas ocurridos en la infancia o en  la adolescencia. Experiencias en las que se sentían aplastados, reducidos o incluso humillados a que los llevó a sentirse inferiores a los demás 
Se determinó que algunas situaciones son más propicias a la timidez

  • Situaciones de rendimiento: provoca un miedo al fracaso, de no estar a la altura.
  • Las situaciones de conflicto: causan miedo a no ser capaz de controlar sus emociones.
  • Las situaciones en las que es necesario probar: provoca temor a dar una mala imagen de sí mismo.
  • Situaciones en las que nos sentimos vistos: el miedo del juicio negativo de los demás.


Todas estas condiciones las situaciones de la vida de los tímidos, para los más fatalistas que dicen: "Me gusta que usted puede hacer algo al respecto", lo que, por supuesto, es falso.

Una persona  que es especialmente tímido o tímida, se deja empujar en la cola del supermercado, no se atreve a hablar en una reunión, se aísla en las fiestas…

En realidad, la persona tímida simplemente necesita más tiempo que los demás para adaptarse a situaciones sociales nuevas, ya que desarrolla una ansiedad más fuerte. Su opinión sobre sí mismo es negativa: no cree en sí mismo ni en sus capacidades, jamás se siente lo suficiente seguro de sí mismo.  Los grandes tímidos se pasan la vida sin atreverse a cumplir sus retos y se arrepienten amargamente de las múltiples oportunidades desaprovechadas.

Incapaces de dar el primer paso, no consiguen llegar a los demás. Y si te enamoras de una persona tímida, tendrás que ir siempre tú detrás, ¡aunque esa persona esté enamoradísima de ti!

Intolerante al fracaso

En realidad, si la persona tímida no se atreve a dar ningún paso es por su miedo a fracasar. Se trata de un temor tan grande que a veces las reacciones se exageran de forma sistemática. ¿Una crítica? Para él es un sinónimo de rechazo.
¿Proponemos otra opción de forma educada? ¡Esto es una humillación! Su espíritu está repleto de pensamientos negativos, como si no hubiera vivido experiencias para saber que la vida está hecha de fracasos, éxitos, dificultades, decepciones… El tímido idealiza las relaciones sociales hasta el punto de creer que sólo los individuos más brillantes, los demás, tienen derecho de expresión.

Para superarlo


-Asúmelo: no te tapes la cara con un pañuelo y no busques falsos pretextos para rechazar una salida, una entrevista profesional o una cita amorosa. Eres tímido, acéptalo.
-No tengas vergüenza: la timidez está mejor aceptada de lo que crees. Una persona tímida no es alguien ridículo, sino conmovedor. Desarrolla en los demás un instinto de protección casi maternal. No es difícil encontrar aliados.
-Habla de ello: explícale a tu entorno qué situaciones te provocan más vergüenza y qué personas te impresionan.
-Lánzate: es la única manera de darte cuenta que los escenarios negativos que has concebido en tu cabeza no son reales y, poco a poco, retomarás la confianza en ti mismo.
-Consulta un psicólogo si la timidez te arruina la vida. Realmente podrá ayudarte.


jueves, 13 de junio de 2013

Pequeños consejos para que nuestro niño sea educado






Enseñe a sus hijos a poner la mesa ellos aprenden viendo  desde muy pequeños.

  Poner bien una mesa en una cena familiar . Coloque los cubiertos en un lado del plato , y las cucharas y cuchillos en el otro. Añadir una servilleta y un vaso, y colocarlos en su posición correcta Utilice los utensilios apropiados, según sea necesario, así como la servilleta.
. Ellos seguirán su ejemplo y hará que te sientas orgulloso cuando se los saca a comer a un restaurante de lujo.

Dígales muchas veces  que los modales en la mesa son muy importantes: la servilleta en el regazo . no poner los codos en la mesa . no comer con la boca abierta,

.Enseñar a un niño a dar las gracias. No importa la edad que tengan, nunca te olvides de dar las gracias cada vez que les entregan algo.
 Siempre diga por favor cada vez que  pida a su hijo que haga algo.. Los niños aprenden lo que ven y 
escuchan de sus padres Un abrazo y un beso de parte suya , se asegurará de que siempre recuerde que decir esa palabra. .Enséñeles a no tocar las cosas que están en las mesas, ya sea en su casa o cuando se visita. Estas pequeñas reglas no están demás enseñar a nuestros hijos si queremos que ellos sean unos niños educados.

martes, 30 de abril de 2013

Consejos para que los niños respeten a sus padres






No olvidar que los padres son un modelo a seguir las 24 horas del día. Si un padre no respeta a la madre, los hijos verán que es así como se trata a las personas.
Poner límites. No dejar que hagan lo que quieran, llamarles la atención para indicarles qué es lo que no han hecho bien.
—Cuando nuestro comportamiento no es correcto, saber perdir perdón y reconocer que nos hemos equivocado.
—Enseñarles que cuando se equivocan obtendrán un castigo y cuando lo hacen bien un premio, para que tengan referencias de las consecuencias.
No debemos hacer chantajes emocionales, ni permitir los de ellos.
—Fomentar y hablar con los hijos de situaciones en las que el respeto sea la clave del éxito.

Es fácil encontrar a un grupo de padres comentando que los niños de ahora no tienen respeto por los demás. Sobran los ejemplos de casos sobre jóvenes que insultan a profesores, atacan las diferencias de otras personas, les pegan... ¿Hay alguna fórmula para conseguir inculcar en los niños el respeto?
Fórmula única no hay, pero en lo que insisten los expertos en la materia es en que hay que transmitir el respeto desde la infancia más temprana. «Si aceptamos ofensas, violencia y humillaciones, estamos dejando de respetar nuestra propia dignidad —asegura el psicólogo Javier Urra en su último libro "Respuestas prácticas para padres agobiados"—. Hay que dar ejemplo a nuestros hijos con conductas respetuosas y con explicaciones claras sobre los beneficios de la diferencia. Los padres no hemos de ser solemnes, pero sí debemos hacernos respetar. La salud familiar exige respeto, pero para ello es imprescindible tener tolerancia y un alto grado de aceptación de lo distinto, una actitud abierta, de escucha y generosidad».
Asegura que un primer paso es tener respeto por uno mismo, «y comportarse correctamente tanto cuando uno está acompañado como cuando está solo. Hay acciones muy cotidianas que son muy habituales entre los jóvenes: poner la música muy alta, no levantarse en el metro para ceder el asiento a un anciano, no respetar al profesor, no ir bien arreglado cuando se va a una visita, llamar de manera inadecuada a un camarero... Los padres deben dar ejemplo para que los más pequeños observen que hay ciertas pautas de comportamiento que se deben seguir.

A los padres les cuesta imponerse

Quizá, la razón por la que los hijos sienten ahora menos respeto por los demás es porque a los padres les resulta más difícil plantarse ante ellos y decir NO. «Lo vemos claramente en las consultas, cuando unos padres llegan con su hijo pequeño y mientras nosotros hablamos, el pequeño está destrozando la consulta sin que sus padres le digan nada porque así el niño está calladito —asegura Amable Cima, profesor del departamenteo de Ceu San Pablo—. Deberían llamarle la atención de inmediato y enseñarle que hay cosas que no se pueden hacer. Y lo mismo ocurre en un restaurante, un centro comercial, un parque...».

Añade que no lo hacen principalmente por la vergüenza que supone que el niño tenga una rabieta, «sin embargo, más vergüenza debería darles que el resto de las personas vean un comportamiento indeseable y que piensen que su hijo es un maleducado».

Nota: Este artículo lo he tomado de Prensa Escrita del diario ABC)
Imagen: Igtorres50.blogspot.com

domingo, 21 de abril de 2013

Reunirte y leer en voz alta con tus hijos es muy ventajoso





Leer con los pequeños de la casa favorece el desarrollo de lectura en los niños, normalizando la lectura y creando un ambiente que hace que los niños escojan leer  libros de manera voluntaria.

 La lectura en familia: según los expertos, estrecha lazos, estimula la empatía y forma parte de la base de su aprendizaje, ampliando su visión del mundo y otorgándoles herramientas para manejarse en él, como el desarrollo de la capacidad crítica.

Ampliar las capacidades lingüísticas es, de hecho, uno de los principales beneficios de la lectura en voz alta: ayuda a los niños a distinguir letras, aumenta su conciencia fonológica y les ayuda a ampliar su vocabulario. Para que esta tarea sea más fácil para los padres, los expertos de boolino disponen de una comunidad con más 47 mil libros infantiles y recomendaciones personalizadas, con el fin de entusiasmar a los niños por los libros y la lectura.



Fuente: Hola.com

miércoles, 10 de abril de 2013

Muchas veces los hijos se averguenzan de sus padres


Situaciones que los padres tienen que aprender a asumir cuando sus retoños pasan a ser adolescentes

«Mamá, no hace falta que me acompañes, ya voy solo». El hijo que lloraba en la misma puerta del colegio por despegarse de su falda, el mismo que no entraba en clase sin darle un beso, evita a sus 12 años que se repita la escena de la despedida, no sea que le vea alguno de sus amigos. «¿Por qué? ¿Ya no me quiere?», se pregunta la madre.
«Algunos padres lo pasan francamente mal», constata el psicólogo Ángel Peralbo Fernández, quien sin embargo asegura que «no hay que darle importancia». La vergüenza ante las muestras de cariño «es algo natural» que varía entre las personas tanto como el miedo y que, al igual que éste, se empieza a notar temprano.
«A los 11-12 años los preadolescentes comienzan a dar más valor a lo que experimentan, a sufrir más cambios. Dejan de funcionar en automático y aumenta el nivel de crítica consigo mismos y con los demás», explica el autor de guías de ayuda como «El adolescente indomable» o «De niñas a malotas». A los 15-16 años, puede que esa particular manera de vestir o de hablar de sus padres ya no les haga tanta gracia, que les importen más cuestiones de índole material y se comparen con otras familias. Es frecuente en esta etapa que empaticen más con los padres de sus amigos que con los suyos, comenta Peralbo.
Salir a hacer la compra con sus padres se convierte en un «trago» en esta edad en la que muchos se avergüenzan de que les vean cumpliendo con sus responsabilidades en la casa. La presencia de los padres en el colegio en tutorías con los profesores también les genera inseguridad y vergüenza y qué decir de tantas prácticas que a partir de esta edad ya no pueden soportar de sus padres: que hablen con sus amigos como si tuvieran su edad, que cuenten esa anécdota tan divertida de cuando era más pequeño o suelten alguna confidencia realizada en la intimidad, que le peinen en público o intenten quitarle esa mancha que lleva, que arranquen a cantar o bailar en una fiesta, que se comporten como energúmenos mientras él juega a fútbol o le regañen en público...
Una encuesta realizada en Chile en 2012 por el Centro de Estudios de la Niñez (CEN) señaló que el 58% de los jóvenes de entre 12 a 17 años admite sentir vergüenza de sus padres, con más frecuencia de su madre (48%) frente a su padre (28%), posiblemente porque ellas pasan más tiempo con ellos, según recogía La tercera

Bochornos inevitables

Son tantas las situaciones cotidianas que pueden abochornar a un hijo que resulta imposible sortearlas todas. «Los padres deben entender que forma parte de un proceso natural, entenderlo y manejarlo con mano», aconseja Peralbo. Lo mejor es afrontarlo desde la serenidad, nada de perder los papeles con enfrentamientos del tipo «cómo puedes pensar esto de mí...» o de recurrir a la ironía porque el adolescente se reafirmará en sus planteamientos y se encerrará más en sí mismo.
«Hay que desmontar su vergüenza de forma indirecta, escuchándolos, dejándolos que se expresen sin violencia ni brusquedad», apunta Peralbo. En su opinión, lograr ese nivel de comunicación en el que todo se pueda hablar facilitará que los padres se vayan adaptando a la nueva etapa de sus hijos, y éstos a su vez minimicen la importancia de lo vivido.
Según señala el psicólogo, «habrá situaciones que los padres podrán evitar, frenando su tendencia a la sobreprotección y respetando su espacio... y otras muchas en las que no deben ni intentarlo, como en el caso de ir a hacer los recados. El hijo acabará por acostumbrarse a fuerza de repetirlas». 



Fuente: ABC.

martes, 2 de abril de 2013

Cómo resolver la rivalidad entre hermanos.




Todas las familias en las que hay más de un hijo pasan en algún momento por la rivalidad entre hermanos, los cuales pueden reñir lo mismo por la  atención de sus padres o por ocupar el asiento delantero del automovil o por sacar al perro a la calle. Si la rivalidad no se vuelve excesiva, puede resultar saludable, ya que enseña a los niños a compartir, a respetarse y a lidiar con las frustacionmes, todo lo cual es importante en el proceso de maduración.
Muchas veces el primogénito tiene que compartir el amor y la atención de los padres cuando llega a casa un hermanito o hermanita, todo cambia al instante. Por lo general a los niños pequeños les afecta más la llegada de un recién nacido y algunos lo demuestran adoptando conductas regresivas como pedir biberón cuando ya no lo usaban o mojarse en la cama¡, es como si el marido llevara a casa a otra ,mujer y le dijera "Ven a verla; te va a gustar.¿ No está lindisima?.
Aunque es más común que los niños mayores de cinco años se muestren contentos y cariñosos con el recién nacido, es normal, que, sea cual sea su edad, a veces se seintan frustrados o desplazados. En algunos casos esto puede prevenirse preparando a los chicos para la llegada del hermanito.

La rivalidad entre hermanos es muy antigua, es un fenómeno transitorio que beneficia a los niños porque les inculca tolerancia y respeto mutuo, pero si no se le pone remedio, puede afectar a toda la familia.

sábado, 30 de marzo de 2013

Sepa cómo explicar a los niños sobre la muerte





Hemos leido este interesante artículo en ABC.es y quiero compartirlo con ustedes, porque todos tarde o temprano podemos estar en ese caso:

La muerte es lo único en lo que todos los seres humanos somos iguales y estamos todos de acuerdo que sucederá. Quizá por ello los hombres poseen un sentido nato de hacerse preguntas sobre su propia existencia y este instinto no surge de adulto. En la niñez comienzan las primeras preguntas, surgen los primeros interrogantes y los padres no siempre sabemos qué contestar. ¿Por qué ya no puedo ver más al abuelo?, ¿por qué no vamos al cielo a verlo?, ¿y si tiene hambre cómo va a comer? ¿y si tiene frío? ¿tú también te vas a morir, mamá? ¿también me voy a morir yo?, ¿se ha muerto porque no me quería comer la sopa?
Los niños se hacen las mismas preguntas que los adultos pero adecuadas a su mundo. Son preguntas que los niños, tarde o temprano hacen y los padres pueden sentir angustia y dudas por no saber hacerlo correctamente. ¿Se les debe mentir?, ¿hay que decirles la verdad o es mejor edulcorarla? ¿Con qué edad pueden comprender el significado de la vida y la muerte?
Hemos querido preguntar a un experto en la materia y Cristina Acedo, psicóloga infantil del gabinete www.enpositivo.es nos ha explicado tan delicadas cuestiones:
«A partir de los 3- 4 años es cuando los niños comienzan a comprender la muerte. En esta etapa la perciben como temporal o reversible, igual que lo ven en los cuentos, historias o dibujos animados. Entre los 6-12 años empiezan a desarrollar un entendimiento más realista, comenzando a comprenderla como algo permanente, universal e inevitable. Hasta los 8 o 9 años no conciben que les pueda pasar a ellos o a algún ser querido cercano, es decir, perciben la muerte como algo ajeno. Es a los 11 años cuando se empieza a comprender la muerte con un pensamiento más abstracto o filosófico.
Muchos padres se sienten, además de sucumbidos en su propio dolor, desorientados sin saber explicar a los hijos que esa persona no volverá, ¿cómo se debe hacer? «Los niños, igual que los adultos, necesitan y merecen una explicación honesta pese al sufrimiento o la pena que este tema pueda provocarnos o que pensamos pueden provocar a los niños. Los seres humanos tenemos recursos suficientes para afrontar la muerte. La sinceridad ayuda a que los niños puedan utilizar sus estrategias de afrontamiento. Si la explicación no es real podrían sentirse culpables por «haber sido abandonados» y sufrir las consecuencias emocionales derivadas de no elaborar el duelo. Los niños además detectan la mentira desde muy temprana edad. Una buena idea es hablarles de la muerte de los animales, ya que esto va permitiendo construir en su cabeza ese proceso que también se dará en los seres humanos. Tratar la muerte como algo natural desde pequeño y no como un tabú o una terrible desgracia, ayuda a concebir la muerte como el final de un proceso natural que sin ella todo lo demás no tendría sentido.

Diferentes tipos de creencias

En las explicaciones de qué hay después de la muerte influyen muchos las creencias que los padres tengan o no tengan, ¿cómo se actúa?, ¿qué se les dice? Para la doctora «es importante que el entorno más cercano del niño se ponga de acuerdo sobre las creencias que se le quiere transmitir al niño. Puede ser útil decirles que distintas personas tienen diferentes creencias acerca de la muerte, y que no todos creen lo mismo que su entorno más directo. Por ejemplo, algunas personas creen que hay vida después de la muerte, mientras que otras no lo creen así. Al reconocer y respetar las creencias de otras personas, hacemos más fácil para los niños elegir creencias distintas de las nuestras, pero que les brindan más consuelo.
Todo esto puede parecer muy sencillo al leerlo pero la realidad es que hay niños que lloran desconsoladamente e insisten en ver al ser querido que se ha ido. ¿Qué hacer en esos casos?
«Si el momento en que este episodio ocurre es durante los dos primeros años sería una respuesta adaptativa a la pérdida del ser querido. Es importante que el niño pueda expresar sus emociones y que los adultos le ayuden en la expresión de los mismos de la forma más constructiva y menos dañina posible. Para ellos es útil dibujar y escribir historias o cartas a la persona que ha muerto para poder expresar lo que quieren decirles y no pueden. También es de mucha ayuda los cuentos e historias que tratan esos temas y jugar metafóricamente con el tema para que empiecen a desahogar la ira, tristeza y el temor que suelen estar relacionados con la muerte. Si estos momentos de tristeza siguen ocurriendo una vez pasados los dos años sería aconsejable consultar a un especialista».

¿Deben ver los niños a los muertos?

En algunas culturas la muerte se hace más presente que en otras y está tan asumida que los niños la ven desde el principio. Pero, ¿es esto bueno? ¿pueden los niños ver a los muertos? ¿Es aconsejable llevarlos al tanatorio, al entierro? ¿Depende de las edades o de otros factores?
«Incluir o no a un niño depende del niño y de la situación. Si el niño es lo suficientemente mayor como para comprender y quiere participar, incluirlo puede ayudarle a aceptar la realidad de la muerte en compañía de familia y amigos. Si el niño está preparado pueden participar siempre con la compañía y atención constante de un adulto. Si el niño está asustado es mejor realizar algún ritual simbólico como visitar la tumba, acompañarles al sitio donde están las cenizas, encender una vela o llevar flores. En ocasiones se envía a los niños lejos de sus casas cuando algún miembro de la familia ha muerto. En esos momentos es importante estar al tanto de sus emociones para que no puedan aumentar su miedo al abandono y otras preocupaciones.
Y un tema espinoso donde los haya, ¿cómo explicarles que su mamá o su papá han fallecido cuando esto pasa antes de que sean conscientes de esa realidad?: «La manera de explicarle a un niño la muerte de sus padres dependerá fundamentalmente de la edad del niño. Cuando tenemos dudas, una declaración sincera como: "Sencillamente no conozco la respuesta a esa pregunta", puede ser más reconfortante que una explicación en la que realmente no creemos o que no es cierta y que pudiera generar confusión».
En lo que parecen estar de acuerdo los expertos es en no mentirles nunca: «No soy partidaria de que se les mienta. Siempre hay que intentar ser honestos con los niños, siempre respetando su momento evolutivo que influirá en la manera de explicarles los hechos. A los tres años los niños tienen un pensamiento mágico, por lo que pueden sentir que sus pensamientos o sus acciones han provocado la muerte o la tristeza de alguien cercano, con lo que podrían experimentar sentimientos de culpa o vergüenza. Hay que dejarles bien claro que ellos no son responsable de esos hechos, desligando cualquier sentimiento de causa. Hay que evitar eufemismos como "el descanso eterno" o "descanse en paz" ya que pueden generar miedo a irse a dormir y desarrollar insomnio y terrores nocturnos. Del mismo modo si a un niño se le dice que alguien "se marchó" puede incitar miedo sus padres se vayan de viaje o hagan salidas de casa».

Evitar miedos

Qué responder cuándo nos preguntan: ¿Mamá, entonces tú también te vas a morir?, ¿y qué responder cuando nos dice: ¿Me voy a morir yo también?
«Primero hay que explicarles que no te vas a morir hasta dentro de mucho, mucho, mucho tiempo. Y que si es por enfermedad será por una muy, muy muy, grave, para que no puedan sentir miedo cuando ellos o alguien está enfermo. Además, añadiremos que ésa es la única causa por la que nos separaríamos de ellos para reforzar su confianza en el vínculo y evitar el miedo al abandono en situaciones cotidianas».
Y, desde luego, siempre podemos echar mano de libros que nos ayuden. Los cuentos de hadas se inventaron para explicar al niño diferentes fenómenos, entre ellos la muerte. Existe mucha literatura a este respecto que puede ser de gran ayuda. Yo recomendaría para niños «Dónde está el abuelo» de Cortina, Mar, «Cuando estoy triste ante la pérdida de un ser querido» de Mundy, Michaelene. Ante la pérdida de la madre «Mamá» Zubeldia, Iñaki. Para los padres puede ser de gran ayuda Bennet Olshker: «¿Cómo se lo decimos a los niños?». Respuestas sencillas a cuestiones difíciles. Ediciones MEDICI. Barcelona, 1991.


Tomado de ABC.es

martes, 26 de marzo de 2013

Calendario gratuito para desarrollar las Competencias básicas que deben adquirir los niños los 365 dias del año






Este calendario tiene todas las actividades que debe hacer un niño los 365 dias del año  para lograr desarrollar las competencias básicas que deben adquirir los niños  y que le servirán para que  en el futuro sean  personas responsables y con muchas cualidades. Son pequeñas tareas, de sentido común, y que forman parte de la rutina de una familia. Esas pequeñas cosas que se hacen día a día ayudan a nuestros hijos a dominar una serie de competencias básicas. Eso les permitirá tener habilidades y capacidades para enfrentarse más tarde a cualquier situación (buena o mala) que les surja en la vida, como es el objetivo de la Comunidad Europea en la enseñanza.
Ceapa ha confeccionado un calendario, dirigido sobre todo a los niños de Primaria (de 6 a 12 años). Cada día de cada mes hay una tarea ligada a una competencia que da pistas a los padres y las madres sobre qué tipo de actividades pueden realizar para trabajar en casa esas competencias básicas, y así complementar el trabajo del profesorado en el colegio. Por ejemplo, un domingo se puede visitar un lugar de la ciudad que los hijos no conozcan; un jueves escribir dos palabras en otro idioma y colocarlas en algún lugar común de la casa; un sábado escuchar la previsión del tiempo y elegir la ropa adecuada...




www.ceapa-es
ABC.es

lunes, 18 de marzo de 2013

Frases o acciones de algunos padres hacia sus hijos






Son clichés heredados de nuestros padres, esas frases que un día nos aburrieron hasta la saciedad y prometimos no repetir a nuestros hijos, pero cuando nos ha llegado el momento de ser también papás han salido por nuestra boca con total naturalidad.

«Cuando nos llega el momento de ejercer como padres solemos imitar lo que hicieron nuestros progenitores con nosotros mismos, incorporando algunas ideas que hemos aprendido por el camino. Sin embargo, existe la posibilidad de ver las cosas desde otra perspectiva, descubrir nuevas habilidades y adoptar estrategias que  permitan retomar la armonía en tu vida» . He aquí los ocho comportamientos más habituales:

1”Pídeme lo que quieras” El padre compra cualquier cosa que pida su hijo y accede a muchos caprichos para compensar su falta de disponibilidad. De esa manera, intenta limpiar su sentimiento de culpabilidad por no estar con sus hijos el tiempo que necesitan.

2. «El profesor le ha cogido manía». Si ante cualquier dificultad que deban enfrentar sus hijos asume que la culpa siempre es de alguien o algo externo, no está fomentando en ellos el sentido de la responsabilidad.

3. Tiempo dedicado a los hijos, No da abasto. Tras una larga jornada de trabajo tiene más trabajo esperando  en casa. Y es tentador dejarse llevar por la solución más cómoda: dejar que el televisor, el Ipad o la videoconsola se ocupen de entretener a nuestros hijos.

4. «Ellos ya saben que les quiero». Es su padre, y todos damos por sentado que los padres quieren a sus hijos, pero: ¿se lo dicen? Ellos, y usted también, necesitan que les digan que son queridos e importantes.

5. «Solo entiende el castigo». El castigo es la vía más rápida y cómoda para que un niño o niña deje de hacer lo que no debe. Y puede funcionar si lo que quiere es que deje de comportarse mal… ¡Delante de usted¡ Pero al castigarle no está cambiando un hábito, simplemente delimita el ámbito donde se produce: cuando usted no está.

6. « En el núcleo familiar deben vivirse unos valores y unas formas de hacer compartidos. La falta de unidad en los progenitores desorienta a pequeños y jóvenes. Puede haber discrepancias, es natural, pero los padres deben enseñar a sus hijos a gestionarlas de forma abierta y transparente.

7. «Me saca de mis casillas». Los hijos, a medida que van creciendo, van desarrollando sus propios intereses y deseos y, afortunadamente, empiezan a defenderlos y reclamarlos. Si no los comparte o no le parecen adecuados,no chillar y no  perder los nervios pues genera en una violencia verbal. ¡No pida silencio a gritos!

8. «Le entra por una oreja y le sale por otra». No se esfuerce en articular largos discursos sobre buenos modales y buen comportamiento; no les interesan. Demuestre con su propio comportamiento lo que está bien y lo que no lo está, eso sí, tenga siempre preparado un buen argumento. El «porque lo digo yo» es difícil de entender hasta para usted ¿verdad?


Fuente: abc

martes, 19 de febrero de 2013

La educación de mi hijo sobre el narcicismo




¿ Sabes porque no puedes decirle a tu hijo siempre que él es el mejor?

Los continuos comentarios como que es el más listo, el más guapo, el más inteligente... deben tener fecha de caducidad. La barrera entre la autoestima sana y el narcisismo es muy estrecha .




«Eres el más listo del mundo», «no hay nadie tan guapo como tú», «eres el más fuerte», «nunca he visto a nadie que juegue mejor al fútbol»... ¿Quién no ha dicho alguna vez frases como estas a sus hijos? Normalmente estas reacciones se producen como resultado del orgullo que nos produce ver los logros de nuestros pequeños y, por otra parte, para animarle, motivarle y hacer que su autoestima crezca. Pero,¡cuidado! Estos elogios deben tener fecha de caducidad.
Lógicamente el niño se siente encantado de escuchar que es el mejor. Su autoestima crece como la espuma, pero si esta actitud la mantenemos los padres más de lo debido, es muy probable que el niño se sienta por encima de los demás, y se convierta en un ser arrogante y narcisista en un futuro no muy lejano.
Según Teresa Rosillo, psisóloga infantil y socia de Pericial Psicológica, sobre los cinco o seis años, en función de la maduración del menor, se debe ir poco a poco, evitando este tipo de comentarios para desmontar el «yo grandioso». Además, no hay que olvidar que se irá dando cuenta de que no es verdad que sea el mejor en todo «por lo que hay que hacerle ver la realidad, a través de la observación, la palabra y los juegos: "mira cómo corre tu amiguito; el es muy rápido, ¿verdad?", "no importa que hoy no hayas ganado al parchís, no se puede ganar siempre, otro día seguro que ganas tú". Siempre hay que hablarle de forma amistosa y estar dispuesto a calmarle si insiste en que él es el mejor, o se niega a perder en un juego. Hay que hacerle entender que se puede ser el segundo,el tercero..., o no estar entre los primeros». 
Cuando muestre su enfado hay que dejar que se exprese y manifieste toda su rabia y así podremos aprovehar para evaluar su conducta globalmente y mostrarle sus fallos, pero también sus aciertos. «Por el contrario —explica Teresa Rosillo—, si le decimos que todo en él es magnífico, en el momento que tenga un fallo, y descubra que no es perfecto, se sentirá muy mal y se criticará sin límites».
No obstante, los padres son un modelo a seguir y si el padre se muestra como un narcisista, el hijo tiene muchas probabilidades de serlo también. Es una actitud más constructiva la que muestran aquellos padres que muestran sus errores, que las cosas cuestan y que equivocarse sirve para aprender a no equivocarse.
Los niños narcisitas o con una autoestima muy elevada y, por tanto nada sana, se considerarán por encima del resto de compañeros. Si no lo es necesitará llamar la atención, de cualquier manera, para conseguirlo. Son, además, incapaces de ponerse en el lugar del otro, piensan que todo lo que se dice es en relación a ellos, están todo el tiempo preocupados para que nadie vea que comete un fallo, muestran una autoestima exagerada —«pues yo», «pues a mí»...—, lo que, en muchas ocasiones, provoca el rechazo de los demás a estar con ellos.

Autoestima alta, pero sana

Por eso, depende mucho de los padres, que los hijos tengan una autoestima elevada, pero sana. «Un niño con la autoestima alta será una persona asertiva —asegura Mónica Manrique, psicoterapeuta, formadora y divulgadora—. Buscará la manera de cooperar en lugar de competir para encontrar la forma de conseguir sus objetivos sin dejarse llevar por las emociones del momento, es capaz de expresar de forma clara y concreta sus deseos o necesidades siendo siempre respetuoso con los demás. Y también sabe empatizar (ponerse en el lugar del otro), hacer críticas sin ofender y también recibirlas, decir no, afrontar la hostilidad del otro sin “entrar al trapo”, y ser capaz de identificar sus emociones y expresarlas. También podríamos decir que se trata de una persona con inteligencia emocional».
En consecuencia, las personas asertivas tienen una alta autoestima, suelen conseguir sus objetivos y resuelven conflictos de manera adecuada. Por otro lado, resultan atractivos a los demás y consiguen tener y mantener relaciones profundas y duraderas. No mostrarán una actitud altiva puesto que no entienden el mundo en términos de dominio–sumisión. 




Fuente: ABC.es


martes, 12 de febrero de 2013

Educar a los niños a no decir palabrotas





Los niños repiten lo que decimos y hacemos.

Los niños de entre 1 y 5 años tienden a imitar de forma innata todo lo que ven y escuchan a su alrededor, y esto muchas veces incluye las palabrotas. Cuando esto sucede, los padres y adultos reaccionan de manera diferente: unos ríen, otros se enfadan, y otros incluso se avergüenzan, dependiendo del lugar y las circunstancias. Lo que todos los padres tienen claro, eso sí, es que no quieren que ese tipo de palabras formen parte del lenguaje habitual de sus hijos.

Las causas que llevan a los pequeños a repetir este tipo de expresiones: entre los 3 y 5 años, los niños atraviesan una etapa de desarrollo muy especial; empiezan a ser conscientes de lo que les rodea, explorando y relacionándose con los demás a través del lenguaje. Y aunque, progresivamente, irán descubriendo el significado real de las palabras, es más que frecuente que en alguna que otra ocasión incorporen a su discurso palabrotas o tacos, ya sea por imitación de su entorno cercano, por llamar la atención o por tratar de superar los límites establecidos por los padres.

La acción de imitar es, pues, totalmente necesaria para el desarrollo de los niños. Evitar que nuestros hijos digan palabrotas se convierte entonces en una tarea realmente difícil: al margen de controlar lo que ven o escuchan en la televisión, en el cine o en la radio, es muy importante mantener una cierta vigilancia en el colegio, sobre todo en el recreo, y en casa, si tienen hermanos, ya que estar junto a niños más mayores puede influirles en su lenguaje.
Igualmente, es importante darles ejemplo, ya que ellos tienden siempre a imitar lo que ven y escuchan, por lo que es aconsejable que los niños no estén presentes en reuniones exclusivamente de mayores, como cenas de amigos o fiestas en casa. Además, en el momento en el que pronuncian una palabrota, debemos evitar reirnos o sonreír: si reaccionamos de forma natural y sin demostrar mayor atención, el niño dejará de utilizarlas.



Fuente: Hola.com

domingo, 27 de enero de 2013

Manera de que nuestros niños aprendan educación en casa





¡Cuan importante es que nuestros hijos sean personas educadas, para ello tomememos en cuenta esta nota!

El civismo y la buena educación son valores principales para la convivencia. De forma cotidiana encontramos conflictos vecinales o entre compañeros de trabajo muchos de los cuales tienen que ver con la falta de educación y de respeto entre los individuos. La cortesía y los buenos modales en nuestra vida cotidiana nos permitirán educar a nuestros hijos en el respeto.

Si bien la buena educación debe trasmitirse en todo el entorno del niño, es en el núcleo familiar donde comienza y donde existe mayor capacidad de influencia, por lo que es responsabilidad de los padres trasmitírselo  a sus hijos. Pero, ¿cómo podemos hacerlo sin perder la paciencia?

Para conseguirlo hay que basarse en cinco pilares básicos

1. Dar ejemplo: Si los niños ven cómo los miembros de su entorno se comportan educadamente, piden las cosas por favor y dan las gracias, ellos aprenderán por imitación. Así, no se trata sólo de comportarse de este modo con los adultos, sino también con nuestros hijos, aunque sean pequeños.

2. Enseñarles directamente:Tantas veces como los pequeños dicen palabras como ‘haigan’ o ‘escribido’ les corregimos, del mismo modo, tantas veces como llegamos a un lugar o salimos de él les podemos indicar que saluden o que den las gracias cuando reciben un regalo o un cumplido. De todos modos, hemos de tener en cuenta que en niños muy pequeños puede que la timidez les coarte por lo que no debemos obligarlos de forma coactiva, sino decírselo en cada ocasión posible para que lo aprendan. No dudes que con la edad se verán los resultados.

3. Refuerzo positivo:Cuando el niño ponga en práctica lo aprendido y se comporte educadamente debemos elogiarlo y reconocer el mérito. Esto le hará sentir bien y procurará repetir el comportamiento.

4. Corregir: Cuando el pequeño se olvide de dar las gracias o se niegue a saludar hay que corregir ese comportamiento, indicándole cuál es el correcto. Sin embargo, es necesario medir nuestras palabras para que el niño no se sienta avergonzado en público.

5. Constancia y cotidianidad:En cuestiones como pedir permiso o comportarse a la hora de comer, es fundamental que para el menor sea una actividad cotidiana. No podemos pretender que sea educado en un restaurante y coma con la boca cerrada si en casa le permitimos comer de cualquier modo.

Adaptado a cada edad

Como en todo aprendizaje hay que adaptarlo a la edad del menor, si bien el comportamiento de los adultos del entorno ha de ser siempre el apropiado para que los hijos aprendan con el ejemplo.

Dos años: desde esta edad se le puede enseñar a dar las gracias y pedir las cosas por favor. Los niños en esa edad quieren las cosas con inmediatez y es bueno que modulen la forma y exigencia en sus solicitudes pidiéndolas por favor y dando las gracias al recibirlas.

Tres años: Con esta edad los niños se socializan apropiadamente y es un buen momento para enseñarles a compartir, a recoger sus cosas y a ser más pacientes.

>Seis años: Con esta edad distinguen perfectamente entre el buen comportamiento y el que no lo es y así han de demostrarlo en su vida cotidiana. Especialmente cuando acuden a casa de los amigos o van a alguna fiesta.

Ocho años: Esta es una edad compleja ya que comienzan signos de rebeldía en los que ser maleducado es divertido y cuenta con el respaldo de sus iguales. Hay que insistir en la buena educación y mostrarles cómo se sienten los demás cuando él no se comporta bien, cómo se retrasa la clase si el interrumpe o cómo queda defraudado un familiar si no agradece un regalo. A esta edad los niños tienen que manejar la empatía para que la tengan bien arraigada en la adolescencia, cuando el ‘yo’ vuelve a ser el protagonista omnipotente para que el respeto y la consideración hacia los demás sigan presentes.

Cinco modales básicos
Hay una serie de comportamientos imprescindibles que todos los niños deben aprender desde una edad temprana. Es sólo el principio de la buena educación, si bien son las raíces para que el niño crezca en el respeto a los demás.

1. Saludar al llegar y despedirse: Es una señal de respeto hacia aquellos que nos reciben o una indicación de que pensamos irnos.

2. Pedir las cosas por favor: No se puede exigir aquello que queremos, sino solicitarlo educadamente.

3.
Dar las gracias: Cuando los niños reciben algo, lo hayan pedido o no, tienen que dar las gracias en reconocimiento al gesto realizado por la otra persona.

4. Pedir disculpas: Cuando el niño hace algo negativo de forma intencionada debe ser corregido y tiene que pedir disculpas. Igualmente debe pedir perdón cuando por error o sin querer haga daño o moleste a alguien.

5. Pedir permiso: Hay circunstancias en las que los niños deben pedir permiso para ausentarse o para coger algo. Eso lo aprenderán los niños según crezcan sólo si somos constantes al enseñárselo. 



Fuente: Diario ABC

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