miércoles, 30 de julio de 2008

Consejos para criar buenos hijos



Cuando los hermanos Denis era pequeños, sus padres los mantenían siempre ocupados, ayudaban en los trabajos de casa, hacian mandados, limpiaban el jardin, salían a tirar la basura etc. Al crecer tambien tenían labores que cumplir. A otros padres a veces no les parecían dar trabajo a los niños, decìan que esto los entorpecía y que les quitaba sus momentos de juego.
Pero, cuando ambos fueron adultos, alcanzaron una mejor posición económica que sus compañeros de la infancia que habían sido menos industriosos. Ganaban más dinero y obtenían más satisfacción de su trabajo; lograron matrimonios mejor avenidos, y las relaciones con sus hijos eran más profundas; gozaban de una y mejor salud y vivieron más. Sobre todo, fueron más felices; mucho más felices.
Estos son los notables descubrimientos de un estudio que duró 40 años, iniciado en el decenio de los cincuenta por la Universidad de Harvard, el cual puede ayudarnos a criar hijos más felices. Emprendido como un esfuerzo para comprender la delincuencia juvenil, el estudio siguió la vida de 456 varones adolescentes del centro de la ciudad de Boston, muchos procedentes de hogares empobrecidos o deshechos. Al compararlos cuando alcanzaron la edad madura, destacó un hecho: sin importar su inteligencia, los ingresos familiares, los antecedentes étnicos ni el grado de instrucción, los que habían trabajado de niños, aún en sencillas tareas domésticas, disfrutaban de una existencia más feliz y productiva que quienes no habían trabajado.
Se ha observado que hasta los pequeños de cinco años se benefician al realizar tareas domésticas menores. "Esto les hace sentir que están contribuyendo y que son importantes para la familia
El propósito de los quehaceres no es simplemente lograr que se ejecuten las tareas onerosas; ni siquiera se trata de enseñar a los niños "a trabajar". tener relucientes los platos o impecable la alcoba,ésto es menos importante que inculcarles responsabilidad, independencia, dignidad, confianza y aptitud, los fundamentos de la salud emocional. Además, cumplir con los quehaceres ayuda al niño a entender que la gente debe cooperar y trabajar para alcanzar metas comunes. Los adultos más capacitados son los que saben cómo se logra esto."
El impulso de "ayudar a mamá" surge casi cuando el niño aprende a caminar. Cualquier pequeño de dos años puede traer y llevar cosas, e inclusive separar la ropa para lavar (cosa que además le permitirá conocer las formas y los colores). El de cuatro o cinco años es capaz de entender instrucciones sencillas y hacer pequeños mandados; también es posible esperar que guarde sus juguetes, recoja la ropa o retire sus platos de la mesa. El niño de siete años puede asumir ciertas responsabilidades familiares. Una buena comisión inicial es la de poner la mesa; pero cualquier tarea fácil que de resultados satisfactores servirá igual.
Sin embargo, no se debe presionar al niño con tareas que rebasen sus habilidades. Un quehacer nuevo debe constituir un desafío, pero también es preciso que produzca en el pequeño un sentimiento de realización. Si el niño se desalienta, acaso no esté dispuesto a intentar algo otra vez.
Obviamente, un adulto puede hacer la mayoría de las tareas mejor que un niño. Resístase a la tentación de hacer las cosas usted mismo o de "retocarlas", porque esto afecta la sensación de capacidad y utilidad del pequeño.
La mejor manera de enseñarles a realizar una tarea consiste en la simple repetición. Muéstreles cómo se hace, realícelo con ellos y, luego, deje que lo hagan solos. Manténgase dispuesto a darles consejo, pero no se apresure a intervenir. Tampoco se interponga si desean hacer algo a su manera. Decirles, por ejemplo: "Yo siempre sacudo antes de usar la aspiradora", sólo les enseña que sus esfuerzos no son meritorios.
Esto no significa que se debe tolerar la torpeza. Si una tarea no se ejecuta de acuerdo con la capacidad del niño, insita en que la vuelva a hacer, ahora apropiadamente. Establezca un plazo razonable, pero sin reprenderlo. Si la mesa no está lista a la hora de comer, por ejemplo, hágale ver - con firmeza - que los demás están esperando.
El mejor pago para cualquier tarea es una sonrisa, un abrazo o decirle "¡Gracias!" Otra buena forma de compensación es comentar con alguien que usted se enorgullece del niño, cuando él pueda oírle.
Pero tambien hay que tener en cuenta de no abusar dando órdenes al niño, todo tiene que ser medido, Y sobre todo darles ejemplo, que nos vean haciendo tareas, sin quejarnos del trabajo.

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Fuente: Buen vivir

miércoles, 23 de julio de 2008

Actitudes que debemos tomar en las vacaciones de nuestros hijos


El verano suele ser un tiempo de libertad, en el que se rompen numerosas reglas y costumbres para alegría de los niños y desesperación de los padres.

A los padres nos asaltan cuestiones como: ¿Nos estamos pasando? ¿Le perjudicará? ¿Podremos volver otra vez a la rutina? Olvidarse de ciertos hábitos durante el verano es necesario y saludable para los niños. Esta época es un buen momento para plantearse qué normas y prohibiciones son realmente necesarias y cuáles no.

Se acuesta y se levanta muy tarde

Lo malo sería que se acostase tarde y se levantase pronto. Si también se levanta tarde, está descansando lo suficiente. Un niño pequeño debería acostarse al mismo tiempo que sus padres o antes; no sería prudente dejarlo despierto sin saber a qué se expone o qué ve por la tele a esas horas. Pero si los padres se acuestan tarde, no deben sorprenderse de que el niño quiera disfrutar de su presencia hasta el último momento.

No quiere ducharse todos los días

Ducharse todos los días no es necesario para la salud, ni mucho menos. Además, el exceso de limpieza parece ser una de las causas del reciente aumento del asma y las enfermedades alérgicas: falto de microbios contra los que luchar, nuestro sistema inmunológico se vuelve loco y empieza a luchar contra el polen o el polvo.
Muchas veces, el niño no necesitará bañarse, o bastará con pasarle una esponja por las rodillas. Conviene, eso sí, ducharse al volver de la playa o de la piscina, para eliminar la sal y el cloro.

Aguanta tanto en el agua que sale tiritando

Envuélvele en una toalla y ponle al sol. Puedes frotarle con la toalla o hacerle correr en círculos. Pronto entrará en calor. Si se queja del frío, explícale que eso pasa por estar mucho tiempo en el agua, y que, la próxima vez, procure salir antes.
Si no se queja y está feliz y dispuesto a remojarse de nuevo, allá él.


Pasa tres horas viendo la tele

Antes de empezar a despotricar, piensa un poco: ¿Qué ventajas e inconvenientes tiene ver la tele tanto tiempo? ¿Qué otra cosa me gustaría que hiciera el niño en vez de ver la tele, y por qué?
Los inconvenientes de ver mucho la tele pueden ser la falta de ejercicio físico, la falta de interacciones sociales o la pésima calidad de la programación. Si quieres que tu hijo haga otras cosas, proponle actividades más interesantes y participa con él.
No se aparta a los niños de la tele con gritos u órdenes. Hace falta algo más: dedicarles tiempo y atención.


No descansa después de comer

Si no quiere descansar, será porque no está cansado. ¿Quién no ha tenido unos padres o unos tíos fanáticos de «la digestión»? ¿A quién no le han obligado a permanecer sentado, o aún peor, en la cama, después de las comidas?
Ahorra a tu hijo todos esos malos ratos, tan enojosos como inútiles. No existe ninguna enfermedad provocada por hacer ejercicio después de comer, nuestro sufrimiento fue en balde.

Se toma tres o cuatro helados al día

Los polos de fruta son básicamente agua con azúcar y colorantes, así que, cuantos menos coma, mejor. Pero los helados de leche son bastante más nutritivos. Probablemente llevan más azúcar que otros derivados lácteos, pero de vez en cuando, no pasa nada. Eso sí, recuerda que están cargaditos de calorías.


Come más chuches que el resto del año


Los frutos secos, a ser posible no muy salados, son un alimento nutritivo. Aportan proteínas, vitaminas, minerales... Aquí se incluyen las pipas o el maíz tostado. Eso sí, son muy calóricos así que hay que «hacerles hueco», reduciendo la ingesta de otros productos.
Otras chuches, en cambio, son decididamente insanas, como los caramelos y golosinas de azúcar y colorantes, que producen muchas caries, o los «aperitivos salados» de composición desconocida, cargados de sal y grasas refritas. Conviene reducir su consumo al mínimo posible.



No quiere que le pongamos crema solar

En esto sí hay que insistir, porque el sol causa quemaduras, manchas, dolores y, a largo plazo, cáncer de piel. Todos necesitamos sol para generar vitamina D, pero tenemos de sobra con el que recibimos en la calle, incluso a la sombra.
Aplica al niño crema solar resistente al agua y con factor 20 como mínimo, en todo el cuerpo. Repite la operación en las zonas más expuestas al sol cada poco tiempo. Cuando tu hijo salga del agua ponle una camiseta y un sombrero. Las quemaduras solares no son normales, una espalda roja indica que la protección ha fallado.



tomado de: Serpadres.es

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