viernes, 26 de agosto de 2011

¿Porqué miente su hijo y que debemos hacer?



Puede ser por diversas razones:

1.Como imitación al padre o a la madre que miente: Los niños son como esponjas que absorben todo. Si ellos observan y viven la mentira de manera cotidiana, aprenden a hacerlo como algo normal y cotidiano. Es el caso del niño que escucha a su madre negarse al teléfono “dile que no estoy…”. Por ello, crea un ambiente familiar que favorezca la verdad.
2.Por miedo: Suele ser la causa más común de la mentira en los niños, quienes por temor a la desaprobación o al castigo por parte de la madre o del padre, se ven llevados a falsear la verdad. Si el niño sabe que, por ejemplo, al llevar una nota mala del colegio, su madre se va a enfadar o le va a prohibir ver la televisión, seguramente dirá que no le han entregado sus calificaciones aún…
3.Ante la exigencia: Cuando le exigimos mucho al niño, esperando de él a veces más de lo que esperamos de nosotros mismos, el niño tiende a hacernos creer que está al nivel de nuestras expectativas y miente para no defraudarnos.
Sea cual sea la causa concreta de la mentira, siempre es una señal. El niño miente porque lo necesita. Con la mentira, el niño nos está diciendo “auxilio”. Más que la conducta mentirosa, analiza la condición psicológica que traduce: timidez, desamparo, rabia, sentimiento de inferioridad…

¿CUÁNDO PREOCUPARSE?

No siempre la mentira es tan grave como para preocuparse. Cuando la mentira es surgida de la fantasía, normalmente con la madurez del niño, ésta desaparece. Cuando se trata de mentira propiamente dicha, tendríamos que preocuparnos si se presenta como mentira recurrente en estas formas:

a. La famosa “mitomanía” que surge del niño que intenta persuadir y convencer a los demás de la realidad de sus relatos de forma habitual. Indica una fuerte necesidad de escapar de una realidad “difícil” de sobrellevar para el niño y habría que averiguar cuál es.

b. Aquella que surge como producto de un nivel elevado de ansiedad en el niño o de temor en general. Por ejemplo el caso del niño que habitualmente miente acusando a sus profesores de maltrato o a sus compañeros de ser rechazado para ocultar o sobrellevar un fracaso escolar.

¿QUÉ HACER ANTE LA MENTIRA?

Lo primero que tenemos que hacer como padres o maestros es determinar qué tipo de mentira es con la que estamos lidiando y, sobre todo, qué la está motivando. Si no sabemos cuál es la causa de ese “auxilio” desesperado en el niño, corremos el riesgo de equivocarnos en la intervención.

La actitud que tengamos va a ser determinante. Será necesario:

1.Reaccionar con calma aunque con severidad.
2.Felicitar o premiar al niño que confiesa la verdad. Si lo castigamos a pesar de que ha confesado, estamos reforzando su hábito de mentir (la próxima vez lo hará con más cuidado para que no lo descubran…). Sólo en última instancia habrá que acudir al castigo.
3.Favorecer un ambiente de confianza, en la que el niño se anime a contar sus travesuras y sus errores. Que no sienta que cada vez que habla, hay consecuencias drásticas: se le acosa al niño, se convierte todo en un interrogatorio y posteriormente ya no se le creerá aunque diga la verdad.
4.Estar alertas. Por mucho que amemos a nuestros hijos, tenemos que aceptar que a veces fallan, que no son perfectos e ideales como los hemos imaginado. A veces, la mentira es el arma de un niño ante una situación inesperada de la cual no sabe salir con los medios que posee.
5.No tomarla de forma exagerada con grandes explosiones ni tampoco a la “ligera o con indiferencia y sin darle importancia, o incluso reirse o considerarlo gracioso. No hay que olvidar que el niño construye sus juicios morales con los juicios de los adultos. Debe sabe que la mentira es una acción reprobable.
Lo ideal es que estas condiciones se den a menudo a modo de prevenir la mentira en el niño (“es mejor prevenir que lamentar”). Si estas condiciones se dan en tu hogar, seguramente el hábito de la mentira no se dará; o si es que ya existe, irá desapareciendo en el niño. Si no llega a desaparecer, es porque están fallando las condiciones ambientales necesarias para prevenirla.

El niño o adolescente es capaz de admitir su mentira como un fallo y el sentimiento de culpa puede llevarle a la confesión. Pero para que reconozca su fallo, debemos ofrecerle confianza y comprensión y no gritos excesivos o dramas. La mentira es la salida a una dificultad, una manera de luchar pero condenada al fracaso. Hazlo entender así a tu hijo desde la responsabilidad y el afecto. Así se educa para la franqueza.

Mónica Escalona
Directora Centro Zana. Centro Psicopedagógico de Atención Global
Dificultades de Aprendizaje, TDHA, Logopedia, Terapia de familia
http://www.zana.es/
Hola.com

1 comentario:

Rive Gauche dijo...

Muchas gracias por esta entrada. Me gusta su blog y la leo con frecuencia. Cuando se tiene hijos... ya se sabe, todo lo que se aprenda es poco. Un saludo

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