miércoles, 8 de septiembre de 2010
Educar a los niños desde muy pequeños
Los niños suelen ser un fiel reflejo de lo que ven en casa en cuanto a comportamiento y modales; sobre todo en los primeros años que apenas cuentan con otro contacto social que el de sus padres (pues no van al colegio o la guardería). Desde ese preciso instante debemos tener cuidado con nuestro comportamiento, con nuestro lenguaje, con nuestros gestos ... los niños lo absorben todo, son como pequeñas esponjas ávidos por conocer y descubrir. Y aunque, en muchas ocasiones, no nos demos cuenta los niños están "grabando" todo lo que ven y escuchan.
Todas las enseñanzas son buenas, pero la educación será una de las más importantes y necesarias para su desarrollo como persona. Un niño educado es un adulto respetuoso, tolerante y preparado para convivir con los demás. La preparación profesional es importante, para poder desarrollar un trabajo determinado y ganarse el sueldo, pero el desarrollo personal es importante para todos los órdenes de la vida, su vida social, laboral, familiar.
Ahora bien, la realidad nos hace conocer lo dura que es la fase de educación del niño. Cambiar comportamientos, conductas, insistir, remarcar, etc. es una tarea diaria, para la que se tiene que armar de mucha paciencia. La capacidad de aprender de los niños es muy grande, pero también son muy grandes sus ganas de hacer lo que más les gusta: saltarse las normas y hacer lo incorrecto que, generalmente, es más fácil (e incluso, divertido) que hacer lo correcto.
Los buenos modales (incluidas otras enseñanzas como la higiene personal, el vestuario, etc.) son fundamentales en todas las personas que conviven con el pequeño. No hay que darle una disculpa sobre si tal o cual persona hizo eso; él se escudará rápidamente en este hecho para justificarse.
Durante los primeros meses de vida del niño, está claro que las enseñanzas deben ser mínimas pues el niño apenas tiene capacidad motriz para poder realizar actos como tomar bien una cuchara o cualquier otro cubierto, limpiarse con una servilleta o babero, etc. Así todo, no podemos descuidar nuestros modales, pues los niños son "máquinas de imitar" y, aunque de forma inconsciente, imitarán todo lo que hacemos.
Un punto importante en su educación es el momento en el que empiezan a decir sus primeras palabras. Después de asimilar la gran alegría de haber escuchado por primera vez papá, mamá o cualquier otra palabra, hay que ponerse manos a la obra. Hay que enseñarle a pedir las cosas por favor, a dar las gracias cuando le dan un caramelo, le deja un juguete, etc. No es fácil, pero a base de insistir se consigue.
Los niños, desde que son pequeñitos hasta la pubertad requieren de atenciones, que suelen ir mermando o cambiando a medida que crecen. Por eso un lema que es importante recordar; hay que "invertir" en nuestros hijos; pero no solo dinero (mandarle a un buen colegio, a clases de refuerzo, a realizar actividades extraescolares, etc.), sino que hay que "invertir tiempo" en nuestros hijos. Y de eso tiene todo el mundo. Lo importante es saber aprovecharlo y saber que es una inversión de futuro hacerlo en nuestros hijos.
Cuando el niño empieza a tener una buena coordinación de movimientos (ya no anda que parece que se va a caer), puede tomar cosas con las manos de una forma bastante buena y se mueve de una forma bastante suelta (a partir de los dos años, aproximadamente, dependiendo de cada niño), es hora de empezar a enseñarle algo más que gracias y por favor. Es hora de enseñarle a utilizar los cubiertos de forma correcta, a beber del vaso, a utilizar la servilleta ... pero con moderación. No se puede atosigar al niño. Ni dejarle que haga lo que quiera ni atosigarle. Hay un término medio para todo. Solo hay que ser un poco insistentes.
Cada vez que haga algo incorrecto hay que decirle como se hace de forma correcta, pero nunca regañarle (ya habrá tiempo para ello). No se le puede hacer que tome una actitud negativa ante este tipo de aprendizaje, pues supondría un grave handicap a la hora de tratar de enseñarle temas que le producen un fuerte rechazo.
Toma la cuchara así, o el tenedor de esta manera; no chupes el cuchillo; límpiate las manos antes de tomar el vaso para beber ... y muchas otras cuestiones que irán saliendo a lo largo de los días. Paciencia, mucha paciencia. El resultado merece la pena.
A partir de los 3-4 años empieza una nueva etapa en su vida, la vida social. Es fácil que a esa edad vaya a la guardería, le inviten a fiestas de cumpleaños o desarrolle una vida social paralela a la de sus padres (le llevan de compras, de visita a otra casa, etc.). El niño puede poner en práctica todas las enseñanzas recibidas y aprender otras nuevas. Empiezan las alegrías. Se siente contento porque su niño se mueve bien en todos los ambientes y de una forma educada. No tiene que escuchar la temida frase: "¡Que niño más maleducado!"
Ahora empieza una etapa en la que irá descubriendo nuevos retos, tanto personales como sociales; y sucederá algo mucho más importante en su vida; empezará a hacer cosas en las que usted no está presente. Tendrá una cierta autonomía de comportamiento. Aquí empieza a poner en práctica todo lo que ha aprendido y usted le ha enseñado. No obstante, tendrá siempre la vigilancia y observancia de los profesores (o debería tenerla), parte importante también en la formación no solo académica del niño, sino personal.
Todo lo que ha aprendido, con algún que otro "repaso", le sirve para desenvolverse de forma correcta en sociedad. En el colegio, en la calle, cuando va a un cumpleaños, cuando juega con otros compañeros, cuando se va de campamento, etc.
Ahora solo queda refrescarle la memoria, de vez en cuando, y enseñarle nuevos comportamientos, sobre todo sociales (en el autobús, el metro, en la calle, en un restaurante o cafetería); ceder el paso en la puerta de entrada de un establecimiento, al entrar en el ascensor, ceder un asiento en el autobús o el metro, etc.
Con todo lo que le ha enseñado ha preparado al niño para desenvolverse de forma socialmente correcta en todo momento, por lo que podrá ir con el a todas partes (cosa que no siempre se puede hacer con niños que no están bien educados).
Tenacidad y paciencia, son una parte importante en este tipo de enseñanza o educación. No desfallecer, aunque a veces den ganas de tirar la toalla. Es por el bien del niño y, un poco egoístamente, por nuestro bien.
Fuente: Protocolo.org
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
Estoy deacuerdo en lo que has dicho de que los niños son un reflejo de lo que ven en casa... es lógico y normal que repitan lo que ven una y otra vez...Muy buen artículo.
Dejo aquí un link de una página bastante curiosa y en la que dan muy buenos consejos a los padres :)
Saludos¡¡¡
http://bit.ly/Historias_Increibles_BlogPedagogia_
Publicar un comentario