lunes, 19 de noviembre de 2012

No confundir amar o engreir a los niños




El engreimiento es una forma exagerada de amar a los hijos. Mediante el mimo se les llena de caricias todo el día, se les sobreprotege de todos los peligros y se les satisface en lo posible todos sus deseos.
El niño engreído aprende a que él es un rey, se lo merece todo y el mundo está para servirlo.
Pero una crianza que no pone límites, que consiente sistemáticamente las travesuras, satisface de inmediato todo capricho y no permite el progresivo desarrollo autónomo de la criatura, es una crianza para el egoísmo y la inutilidad.
Está bien el amor, las caricias, los halagos, los besos. Pero no está bien la ociosidad, el celebrar las groserías del niño ni el ceder a toda petición.
Engreídores son los padres que les faltó cariño cuando pequeños o que tienen con su cónyugue rivalidad en la crianza. También los abuelos que interfieren o regalan cómodamente sus mimos.
Por su parte, los niños engreídos generalmente son los hijos únicos y los "benjamines" muchos de ellos inseguros a la postre.

Engreír es una manera equivocada de amar. Psicólogos y pedagogos enseñan que la educación del niño es un largo proceso de logros y frustaciones. El hijo tiene que aprender también a renunciar a sus deseos. Tiene que forjar su carácter a través del amor como respeto a los demás.
El engreimiento, finalmente, aleja al retoño del proceso de socialización y lo hace egocéntrico. En el fondo, engreír no es amar. (Dr. Pedro García Toledo)

1 comentario:

Aroma de magnolia dijo...

Me ha gustado mucho su entrada. Gracias por compartirla. Un saludo

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