Al igual que los padres perfectos no existen, los hijos “ideales” tampoco. Al hablar de problemas de conducta, podemos decir que todos los niños se “portan mal” en algún momento mostrándose caprichosos, negativistas, desafiantes…hacia los padres u otras figuras de autoridad.
Ante estas situaciones, los padres podemos sentirnos culpables, insatisfechos y desanimados en nuestra labor educativa y llegado un momento no saber qué hacer y podemos caer en la permisividad, la hostilidad, el uso continuo de gritos y amenazas, castigos, premios…. sin conseguir ningún resultado positivo con estos recursos. Por supuesto que podemos recurrir a maravillosos libros y manuales que siempre están en la mesilla de noche basados en la célebre “Modificación de conducta” que abordan este tipo de enfoque con claridad y práctica directa a un final feliz que no logramos conseguir. ¿Por qué no?, ¿Existen por tanto recetas para educar? Y si existen ¿Cuáles son los ingredientes para una familia feliz?
Sin embargo, para Educar bien no existen recetas. Se aprende de experiencias concretas y luego se generaliza, al igual que educar y enseñar a vivir a nuestros hijos no es proporcionarles experiencias buenas y aislarles de las malas. Es ayudarles a aprender de ellas y enseñarles a adaptarse a todas las situaciones, buenas y malas.
Por supuesto que existen técnicas y recursos educativos que nos pueden ayudar a resolver exitosamente problemas de conducta cotidianos e inmediatos hacia ese añorado final feliz y en los siguientes blogs hablaremos de ellas. Pero hoy comenzaremos por los principios básicos, por el principio…. porque toda medida educativa depende del contexto, del niño y de lo que queremos conseguir. “Castigar” a un niño puede ser absolutamente contraproducente en un determinado momento y perfectamente adecuado en otro. Lo difícil es desarrollar ese “sexto sentido” que nos ayude a acertar en el momento oportuno.
Esta cita no es mía, pero me ha acompañado muchos años como madre y profesional porque resume la esencia de cómo educar: “Educar a un niño es como sostener en la mano una pastilla de jabón. Si aprietas mucho sale disparada. Si la sujetas con indecisión, se te escurre entre los dedos. Una presión firme pero suave la mantiene sujeta”
Esta semana toca pararse a pensar en cómo educamos y por qué educamos así. A veces en el día a día, vamos tan deprisa, sin crear tiempos y espacios de reflexión personal y trasladamos nuestros sentimientos (cansancio, culpabilidad..) y nuestros pensamientos (¿Soy una buena madre?) a las acciones educativas que llevamos a cabo con nuestros hijos. Tened claro que siempre hay una conexión entre sentimiento (soy una estupenda madre), pensamiento (puedo hacer las cosas bien) y acción (Educo a mis hijos con disciplina y normas porque es positivo para ellos).
Ahí va esa lista de principios (ya hemos ido diciendo muchos más):
- Nuestras decisiones están influidas por cómo hemos sido educados. Ser conscientes de ello ayuda a educar mejor.
- Tus hijos no nacen con tus carencias ni necesidades. No se las crees.
- Los padres son los educadores. El colegio sólo complementa.
- Educa en el presente, pero con perspectiva de futuro.
- Educando, vamos a COMETER ERRORES, pero no hay error que no se enmiende.
- NADA ES LO MISMO para un hijo que otro. No busques las mismas condiciones para todos. Educar bien es dar a cada hijo lo que necesita; no es algo injusto; es respetar su derecho a su individualidad.
- Tu hijo es una “antena parabólica constante”. Se entera de todo, lo imita todo. Aprende más de lo que ve que de lo que decimos.
- Los niños necesitan una LIBERTAD CONDUCIDA.
- Los niños NECESITAN NORMAS Y LIMITES. La DISCIPLINA no es algo negativo. Es algo que nuestros hijos esperan que apliquemos naturalmente y de acuerdo a nuestra jerarquía de padres.
- Si nosotros no ponemos límites a la conducta de nuestros hijos, lo harán ellos. Crearemos hijos TIRANOS, INSEGUROS O INMADUROS incapaces de enfrentarse a la frustración.
- Debemos explicarles las cosas (casi siempre) y de forma breve pero los niños necesitan OIR: “PORQUE LO DIGO YO”.
- El mayor deseo de todo niño es que mamá y papá estén pendientes de él. La atención que les prestamos es nuestra mejor arma. QUIÉN SABE CóMO Y CUÁNDO PRESTAR ATENCIÓN A SU HIJO SABE EDUCAR.
Como padres, en nuestra actuación, debemos dar a nuestros hijos el siguiente MENSAJE:
SÉ QUE PUEDES CONSEGUIRLO.
POR ESO TE ENSEÑO Y TE EXIJO.
Y CÓMO SE QUE TE CUESTA ESFUERZO, TE LO RECONOZCO.
HAGO ESTO PORQUE TE QUIERO