Muchos padres y madres
confiesan que han gritado a sus hijos en alguna oportunidad para educarlos. ¿
Es bueno eso? . Cierto es que hoy en dia, las prisas, el estrés de la casa, el
trabajo, de llegar a fin de mes etc. ..., favorece que podamos estallar con
una palabra más alta que la otra cuando un hijo no hace caso a las órdenes
de sus padres. Al final, el estrés de
los padres lo pagan los hijos.
Según Tania García, experta en Educación
Respetuosa y asesora familiar, educar con gritos, no es más que un sistema
fácil y cómodo al que recurren los padres. Es decir, «como no tienen otras
herramientas, deciden hacer uso de aquello que han conocido cuando ellos eran
pequeños, aunque no se sientan bien llevándolo a cabo».
Cada vez es más habitual encontrar familias que lo resuelven todo a gritos y parece imposible dar
vuelta atrás, a las conversaciones sin elevar la voz. Hay que reflexionar sobre
esto porque las consecuencias negativas
de los gritos a nuestros hijos son múltiples y nada de beneficio. Educar
gritando les aporta: malestar constante, estrés, problemas de concentración,
desmotivación, frustración, rabia, baja autoestima, desatención, mal ejemplo
(si gritamos, ellos gritarán), y un largo etcétera».
Pero es posible educar sin gritos, aunque conlleva un esfuerzo
por parte de los padres para ello hay que tener presente los siguientes pasos:
1. No olvidarse que
los niños son niños, no adultos. Es decir, los niños no ven la vida como
nosotros la vemos, ni razonan de la misma manera. No tienen maldad, no van más
allá, ni hacen las cosas por detrás.
Los niños piensan como niños, ven una oportunidad de juego en cada
situación, aprovechan cada minuto para tener tiempo libre, sin obligaciones,
sin normas, juegan y disfrutan del día. Por eso, es importante que, ante una
situación de conflicto con los hijos, antes de actuar, de gritar, uno se pare a
mirar desde la perspectiva del pequeño, su punto de vista.
Es importante entender que, lo que para los padres es un dilema
enorme, para ellos ha sido una decisión propia, sin ninguna maldad. Por
ejemplo, si el niño de 8 años ha traído una nota de la profesora en su agenda
porque no hizo los deberes, lo aconsejable es leer la nota, respirar y pensar :
es un niño, seguramente esté harto de la cantidad de deberes que le ponen, o
bien, no le salían muy bien o le parecían aburridos y decidió no hacerlos».
Entonces, se sigue solucionando «el altercado», pero los padres ya se han
parado los pies y evitado este primer impulso de gritar enfadados.
2. Reflexionar: una vez dado el primer paso hay que
reflexionar en cada situación. Es decir; respirar hondo y pensar si aquello que
ha hecho es tan grave, tan importante o, por el contrario, es algo que se puede
pasar por alto porque a mí como adulto me parece mucho, pero para él es
simplemente una manera de hacer.
Toca reflexionar: ¿es tan grave? Si los padres consideran consideran
que sí, lo mejor es respirar profundamente y disponerse a solucionar el
problema. Con la empatía y la reflexión, se podrán prevenir y evitar muchos
conflictos, porque se rebajará la ira y se podrán ver las cosas de otro modo.
Solucionarlas sí, pero no de forma violenta ni angustiosa.
3. Escuchar activamente: en muchísimas ocasiones, cuando hay
algún conflicto en casa, los padres no escuchan la versión de los hijos, no se
les da ni siquiera la oportunidad de explicar sus motivos. Los niños siempre
tienen un motivo para hacer lo que hacen, y éste, no tiene nada que ver con el
motivo que los padres puedan imaginar. Hay
que darles la oportunidad de expresarse, de explicar lo sucedido
Entonces, hay que preguntarle: «Cariño, ¿por qué no has hecho los
deberes de matemáticas?». Y será ahí cuando los padres se sorprenderán, porque
contestará: «Pues porque ya sé hacerlo, preferí jugar con mis legos y, además,
¡practiqué las multiplicaciones con ellos!». De esta forma los padres habrán escuchado
activamente, poniendo atención, interés…
y habrán comprobado que lo dice de verdad, que no hay ninguna mala intención,
que realmente practicó los deberes de una manera mucho más manipulativa,
creativa y que no lo hizo para fastidiar.
4. Diálogo: el diálogo es
una de las herramientas más importantes para educar a los hijos. Hay que
explicar, dialogar, expresar los diferentes motivos y lo que se espera con toda
la comprensión y la serenidad del mundo.
Es muy recomendable dialogar tranquilamente con un tono de voz
sosegado, mirándole a los ojos y poniéndose a su altura. Hay que explicarle por
qué es preferible que realice los deberes, con fundamento y asegurándose de que
lo entienda. Por ejemplo, si se le dice que «sino el día de mañana no será
nadie», no se le está ofreciendo un diálogo comprensivo porque lo único que se
consigue actuando así es amenazar y cohibir… Hay que darle explicaciones que
pueda comprender, en buen tono y sin meter miedos ni temores.
5. Tiempo de calidad: es importante e imprescindible pasar
tiempo junto a los hijos. Es difícil con esta sociedad en la que vivimos, pero
debe ser uno de los objetivos principales. Y debe ser tiempo de calidad. ¿Qué
significa esto? Pues llenar el tiempo de escuchar y ser escuchado, juegos en
familia, contar cuentos, hacer manualidades, relajarse juntos en el sofá, ver
una peli de su gusto, ir a pasear en bici, hacer un bizcocho, etc., etc. Todo
esto desechando el móvil o tablet. Este vínculo afianzará la relación y quitará
a los padres las ganas de gritar y fomentará una comunicación positiva.
6. Pedir perdón: Es muy importante enseñarles a pedir perdón
cuando hayan cometido una falta.Si por el estado de ánimo y estrés de los
padres se han saltado todos los consejos y acaban gritando y perdiendo los
papeles… lo mejor es, cuando se calmen, pedir perdón y retomar uno por uno
todos los consejos y aprovechar para remendar lo equivocado..
(fuente: Diario ABC)
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