domingo, 27 de septiembre de 2009

El castigo corporal afecta a la inteligencia a largo plazo

Cuadro de Goya titulado 'La letra con sangre entra' (1779).


En una generación hemos pasado del aforismo "la letra, con sangre entra", ya en desuso, al cachete o azotes en el culo, todavía practicados por muchos padres.
Pero, de hacer caso a un reputado sociólogo, pocos progenitores volverán a palmear las nalgas de sus pequeños cuando terminen de leer este artículo.
Es como los prospectos de las medicinas. Los azotes arreglan el problema a corto plazo, pero ¿tiénen efectos secundarios? ¿Es posible que, a largo plazo, traumaticen o perjudiquen el crecimiento psíquico del revoltoso niño?
Murray Straus, sociólogo de la Universidad de New Hampshire, ha presentado esta semana un estudio en la Conferencia Internacional sobre Violencia y Abusos en San Diego (EEUU).

Su investigación concluye que el castigo corporal deja una marca indelebre a largo plazo que se traduce en un
cociente intelectual menor.
Straus, que tiene 83 años, lleva estudiando el tema desde 1969 y estima que el cociente intelectual puede descender hasta cinco puntos en aquellos que han recibido castigos físicos.
Y que no sólo ocurre en los niños norteamericanos, sino en los de los 32 países objeto de estudio, donde los azotes a menores están socialmente muy extendidos.
Los países con esta cultura, la población tiene un cociente intelectual medio por debajo de las naciones donde esta práctica no se practica.
Straus y su colega
Mallie Paschall del Pacific Institute for Research and Evaluation, estudiaron a 1.510 niños:
806, de edades entre 2 y 4 años
704, de entre 5 y 9
Un tercio había recibido algún tipo de castigo corporal en las dos semanas previas al estudio, según sus madres.
Straus midió su IQ inicial y volvió a tomar la medida cuatro años después.
Los niños que al inicio no había sufrido azote alguno obtuvieron unos resultados significativamente mejores que los que sí:
Los 806, de edades entre 2 y 4 años, la diferencia de IQ fue de 5 puntos
Los 704, de entre 5 y 9 años, la distantica fue de 2,8 puntos
Los sociólogos tuvieron en cuenta previamente el tipo de educación familiar recibida, así como los factores medioambientales que pudieran distorsionar los datos del estudio.
La clave, según Straus, radica en el estrés que generan los azotes, lo que provoca pérdida de concentración en el estudio.
Ahora, qué fue antes, el huevo o la gallina. ¿Es la falta de concentración en el estudio lo que lleva a los padres a repartir azotes a diestro y siniestro? ¿O son los azotes los que llevan a un peor rendimiento escolar?
tomado de: Periodista digital

lunes, 14 de septiembre de 2009

Evitar que tu hijo se drogue es una labor que comienza desde bebé


La prevención comienza en la cuna. Los padres no deben esperar a la adolescencia para afrontar la lucha contra las drogas, sino que deben ganarse la confianza de sus hijos desde bebés para detectar futuros problemas.
Comunicación y proximidad. Esas son las dos herramientas claves para prevenir que nuestros hijos se conviertan en dependientes de alguna sustancia.

La Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) acaba de presentar '¿Qué les digo?', un innovador manual sobre cómo escuchar y hablar sobre drogas con nuestros hijos.

En él se explica que no se debe obviar el asunto hasta que irrumpa en la adolescencia, sino que es necesario ganarnos la confianza y establecer un vínculo de comunicación con el hijo desde los cero años. De esta manera, el menor no tendrá tantos obstáculos para expresar sus inquietudes llegados los 13 ó 14 años, y los padres podrán detectar con mucha más cercanía si existen problemas de consumo abusivo.

La otra clave consiste en comprender que las drogas ya no son marginales, sino que están vinculadas al ocio que consumirán nuestros hijos: hacer que desde muy pequeños tengan inquietudes para que su futuro mundo adolescente no gire sólo en torno a la fiesta, es una herramienta vital para la prevención.

De este modo se podrá evitar que su futuro mundo adolescente gire sólo en torno a la fiesta, como en el caso extremo vivido días atrás en los incidentes de Pozuelo (Madrid).

¿CÓMO SÉ SI MI HIJO SE DROGA HABITUALMENTE?
La proximidad, lograda desde muy pequeño, es lo que nos permitirá darnos cuenta de si su comportamiento ha variado más allá de los cambios habituales en la adolescencia. Por el contrario, si hay una barrera entre el menor y los padres, será más complicado detectar problemas.

Además, la confianza hará que el niño vea en los padres una figura a la que acudir en busca de ayuda, y no un enemigo al que ocultar el problema.

SÍNTOMAS Y AYUDA

Huraño y callado. Aunque los signos varían mucho, pueden ser síntomas de consumo problemático ver que el carácter afable de nuestro hijo pasa a ser huraño y callado o se encierra en la habitación 'pasando' de los padres.

Motivar hacia el tratamiento. Si creemos que nuestro hijo consume, deben imperar la prudencia y el diálogo. Es un error alarmar o amenazar. Si es muy problemático debemos buscar ayuda profesional.


tomado de Que es

Vistas de página en total

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin