- Antes de empezar una conversación recuerde siempre que, así como es muy cuerdo hablar a solas, es doblemente atinado escucharse a uno mismo estando en presencia de otros.
-Cuando diga cosas a los demás hábleles como si les estuviera informando de algo que ignoran y nunca como si les estuviera recordando algo que ellos ya saben.
-No tolere de ninguna manera que gente que no sabe las cosas venga a enseñarte algo que usted ya sabía.
Nunca perdone a las personas que piensan que usted es aburrido (o aburrida) ni disculpe a quienes a usted lo aburren.
-Si realmente desea que su opinión sea tomada en cuenta, exprésela con pasión y con vehemencia, y nunca fría y pausadamente.
- Sea lo más irónico posible (no es bueno disimular la inteligencia) y así los demás captarán su mensaje con una profundidad muy distinta a que si usted les hace sólo una simple broma. Las simpatías que esto causará también serán diferentes.
-Use frecuentemente las siguientes palabras: nunca, siempre, todos, nadie, todo, nada; y destierre de su vocabulario frases como: la mayoría de veces, casi nunca, algunas personas, me parece, quizás, puede ser, podría ser, me da la impresión de que..
-No se esfuerce por ocultar lo poco que piensa de los demás ni lo mucho que piensa de usted mismo.
-Se ha comprobado estadísticamente que es mejor ser arrogante que dar la apariencia de serlo, porque el carácter arrogante insulta a los demás solo de vez en cuando, pero la apariencia arrogante es un insulto continuo.
Si usted, en su vida cotidiana, no ha empezado aùn a practicar estos preceptos, hágalo desde hoy mismo. Los resultados no se harán esperar.
(Pablo Zumaeta)