¿Cuántas horas debe dormir un niño como mínimo? ¿Es obligatoria la siesta cuando los niños son pequeños? ¿Y si éstos no duermen bien por la noche?
Es muy común oír a las mamás quejarse porque los niños no se quieren dormir, ¡y más en época de vacaciones!, en que la disciplina se relaja un poco y los niños se escudan para hacer su voluntad.
El sueño es muy importante para la salud de los niños, bien decían nuestras abuelitas que "el sueño es alimento". Por la salud de los niños, debemos inculcarles buenos hábitos de descanso.
Pero, ¿cómo hacer que un niño desde bebé vaya adquiriendo buenos hábitos de descanso?
1. Respetar su hora de dormir.
Muchas veces los padres por comodidad se llevan a los niños en las noches a visitar amigos y no se pueden dormir por la novedad del lugar. Se les altera el sueño y no se pueden acostumbrar a dormir tranquilamente.
2. Hacerles agradable la cuna o cama.
Que esté siempre limpia y libre de muchos juguetes.
3. Nunca regañarlos y castigarlos en la cama, porque empiezan a rechazar el irse a acostar.
4. Nunca atemorizarlos con brujas: "Si no te duermes viene el cuco". Los niños creen ciegamente en sus padres, por lo que no se les debe engañar con estas ideas ni infundirles miedos que los hagan inseguros y que les impidan ir a la cama con gusto.
5. Hacer una rutina para definir la hora de dormir. Cada noche, al ser hora de dormir, acostumbrar al niño a despedirse de sus papás, ir al baño, lavarse los dientes y dar gracias a Dios por ese día.
Quizás si el niño es muy inquieto, entonces leerle un cuento o contarle una historia, le servirá para relajarlo un poco, pero sin dejar que el niño vuelva a ir a jugar porque no tiene suficiente sueño, pues nunca volverá a tener suficiente sueño para irse a acostar temprano.
¿Qué hacer cuando llora?
¿Qué hacer cuando un niño llora por no querer acostarse a dormir? Hay varias tácticas o extremos en que los papás caen para resolver el problema.
A. Acostar al niño y dejarlo en su cama sin importar cuánto llore. Se piensa que la primera noche llorará mucho, la segunda menos y en pocos días dejará de llorar, pero no siempre es así.
Desde el punto de vista del niño, él llora porque no quiere que te vayas y al hacerlo le estás transmitiendo el mensaje de que no te importó si está triste o si necesita algo y esto no le va a ayudar a que le guste la hora de dormir, al contrario.
B. Otros padres acuestan al niño en la cama y a la menor queja lo bajan a jugar. A estos niños se les da el mensaje de que tienen razón de tener miedo de quedarse en la cama solos. Estos niños no se pueden acostumbrar a una hora de dormir porque saben que con llorar hacen su día más largo.
C. El punto medio es siempre el mejor. Ni dejar al niño solo y desesperado, ni consentirlo todo lo que quiera.
El mensaje que hay que inculcarles es: "No hay necesidad de llorar, no estás solo, siempre que me necesites voy a venir, pero es el final de día y es hora de dormir".
Es importante marcar que es hora de dormir como una rutina, acostarlos, darles un beso, dejarlos tranquilos y dejarlos dormir solos.
Si vuelven a llorar hay que ir, volver a darles un beso de buenas noches, decirles que se acabó el día y dejarlos. Es importante no bajar al niño de la cama y hacerle saber que estás al pendiente, que puede dormir tranquilo, que no va a estar solo.
Quizás las primeras noches te llame mucho, haciendo las visitas rápidas y reforzando la idea de que es hora de dormir y que ya no es hora de jugar, pronto se acostumbrará a relajarse solito en su cama y dormirse llegada la hora.
El niño aprenderá a tener un hábito sano de descanso y cuando sea grande y tenga muchas tensiones por su trabajo, sabrá dejar a un lado todo y concentrarse en dormir porque es la hora de hacerlo y es salud para su vida.
Es muy importante enseñar a los niños a relajarse, incluso nos podemos ayudar de las respiraciones para hacerlo.
El respirar hondo y pensar solamente en cómo entra el aire limpio a su cuerpo y cómo sale, los puede ayudar a tranquilizarse y dormir más rápido.
Cuando se ha establecido una hora de dormir y los niños han aprendido que ya no es hora de jugar, ni hay opciones de hacer otras cosas, es la oportunidad de acercarte más al niño y tranquilamente hablar de su día.
Ayudarlos a hacer un balance de lo que estuvo bien y mal hecho durante el día. "Me encantó cómo ayudaste a tu hermanita a recoger los juguetes, siempre debemos ayudar a los demás en lo que podamos".
O si hubo algún detalle negativo, no regañarlos a esa hora, pero a través de un cuento podríamos hacerles ver que aquello que hicieron está incorrecto.
Aprovechar esos momentos de paz para hacerles sentir nuestro amor y que son importantes para su mamá y su papá. Acariciarlos, darles un beso, un abrazo, el contacto físico es una muestra de amor que los niños necesitan.
¡Es tan importante el sentirse amado! Un psiquiatra americano, William Goldfarb, realizó un estudio con niños que vivían en instituciones donde tenían poca interacción social y estimulación intelectual y niños que vivían en hogares con más atención y afecto.
Encontró que los niños que vivían en instituciones tenían problemas para controlar sus impulsos y mostraban una incomprensible crueldad con otros niños y animales.
El sentirse amado convierte a los niños en personas más seguras, con mejores relaciones con los demás, más obedientes y con mejores sentimientos.
En estos tiempos en que corremos todo el día con tantas actividades, es muy importante detenerse a la hora de dormir y decirles a nuestros hijos cuánto los queremos.
Cada niño tiene sus propias necesidades de sueño. De la misma manera que los padres conocemos que hay unos “percentiles” de edad y de talla para cada edad, también los hay en relación con el sueño. De todas formas podemos decir que desde las 17 h que duerme por término medio un recién nacido hasta las 9 horas que necesita un adolescente, lenta y progresivamente se van reduciendo las horas de sueño.
Mención a parte merece el tiempo dedicado al sueño de siesta que es fundamental para el buen desarrollo del niño y que debería ser escrupulosamente respetado hasta al menos los 5 – 6 años de vida. En este sentido, es necesario reconocer que el tiempo dedicado al sueño varía mucho de niño a niño, de manera que hay unos que necesitan siestas de 10 minutos escasamente mientras otros las requieren de 90 minutos.
Niños o bebés que sólo se duermen en brazos de la madre o en la cama de los padres... ¿Es esto una solución?
Los bebés son listos y responden a lo que nosotros le enseñamos. Si desde el nacimiento les indicamos que para dormirse es necesario estar del brazo de los padres, ellos obedientemente exigirán esta situación para dormirse y cada vez que se despierten por la noche (normalmente una media de 3-5 veces cada noche). En realidad, lo importante es reconocer que nosotros los padres tenemos la obligación de ofertar un horario y un lugar donde el niño debe decidir si duerme o no.
¿Hasta qué punto es recomendable crear en el niño unos hábitos de sueño saludables? ¿Qué aconsejaría a los padres que se enfrentan todas las noches al mismo problema de “Mi hijo no quiere dormir”?
El establecimiento de unos hábitos saludables de sueño es parte integrante de la educación. Como en otras muchas cosas, según aprendamos a dormir en nuestra primera infancia dormiremos casi toda la vida.
Respecto a qué hacer cuando nuestro hijo no quiere (diferente a no puede) dormir, el primer consejo es consultar con su pediatra de atención primaria, el segundo mantener la calma y no sentirse culpables, el tercero mantener la calma, el cuarto mantener la calma… y el quinto seguir los consejos de su pediatra para establecer una adecuada higiene de sueño.
Hay un montón de métodos publicados que pretenden ayudar a los padres en esta labor, uno de los más conocidos es el Estevill; ¿realmente funciona?
Lo realmente importante es que exista una línea educativa. En realidad no hay un método bueno y otro malo: lo mejor es el que más se adapta a la idiosincrasia de la familia y al temperamento del niño. El método de extinción gradual aplicado por el Dr. Estivill es un método conductual que es eficaz en un montón de situaciones educativas, de las que el sueño no es una excepción, pero tanto su indicación como su aplicación deben adaptarse a cada situación en particular.
El último consenso de la Academia Americana de Medicina del Sueño termina diciendo que todavía no existen evidencias científicas suficientes para indicar siempre un determinado método conductual pero que sí existen evidencias científicas suficientes que apuntan a que es necesario aplicar uno siempre que sea necesario.
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