martes, 29 de junio de 2010

Enseñemos responsabilidad en los niños




Cómo fomentar la responsabilidad en los niños
Todos los padres queremos que nuestros hijos sean responsables. Para ello lo que intentamos es que aprendan a base de obedecer nuestros requerimientos (vístete solo, lávate los diente, lávate las manos…) y esperamos que se conviertan en un hábito o costumbre que asociamos con pensar que los niños son responsables.

Este valor se debe inculcar desde que los niños son pequeños y no cuando empieza a tener problemas con ellos porque no ayudan en las tareas de la casa ni tampoco cumplen con sus obligaciones personales.

Para lograr que los niños comprendan y pongan en práctica el sentido de resposabilidad, se requiere de información, orientación, paciencia, constancia, confianza; permitiéndole que participe en la toma de decisiones, darle oportunidad de asumir el resultado de sus acciones, comprender los fracasos y limitaciones y elogiar sus logros.

Todo esto, haciéndole saber que cuenta con el afecto y apoyo incondicional de su padre y madre, pero también no debe de olvidar un aspecto esencial, enseñarle con el ejemplo; es más fácil que el niño aprenda este valor si sus padres los practican constantemente.

Las medidas que los padres deben llevar a cabo para fomentar este valor son :

Establecer normas que sirvan como punto de referencia, las cuales el niño asumira conforme vaya creciendo.

Comience por ponerle tareas simples para luego y poco a poco ir pidiéndole otras más complejas.
Sea muy claro al decirles a sus hijos lo que usted espera de ellos.
Dígale paso a paso lo que los niños deben hacer.
Enseñele a valerse por si mismo, de enfrentarse las dificultades, de conocer el valor de las cosas, etc. Hágales ver que su esfuerzo es algo natural, no un medio para conseguir una meta.
Aunque los niños sean pequeños, debe haber algo en la casa que puedan hacer como recoger sus juguetes, poner la mesa, hacer el agua, sacudir, etc. De igual manera la responsabilidad esta presente cuando los hace concientes de que deben cumplir con los reglamentos de alguna actividad extraescolar que realicen, incluyendo las dificultades que esta conlleve. Acuerdese las tareas deben tener una dificultad moderada y progresiva, y sobre todo adecuarlas a la edad y capacidad del niño.

Nunca se reponsabilice de las tareas que los hijos deben cumplir, se les puede ayudar, orientar, asesorar, pero no asumir esas responsabilidades de forma que el niño se desentienda. Manteganse firme y no pierda la paciencia.





jueves, 24 de junio de 2010

¿Qué ocurre? : Mi niño se niega a irse a dormir


¿Cuántas horas debe dormir un niño como mínimo? ¿Es obligatoria la siesta cuando los niños son pequeños? ¿Y si éstos no duermen bien por la noche?

Es muy común oír a las mamás quejarse porque los niños no se quieren dormir, ¡y más en época de vacaciones!, en que la disciplina se relaja un poco y los niños se escudan para hacer su voluntad.
El sueño es muy importante para la salud de los niños, bien decían nuestras abuelitas que "el sueño es alimento". Por la salud de los niños, debemos inculcarles buenos hábitos de descanso.
Pero, ¿cómo hacer que un niño desde bebé vaya adquiriendo buenos hábitos de descanso?

1. Respetar su hora de dormir.
Muchas veces los padres por comodidad se llevan a los niños en las noches a visitar amigos y no se pueden dormir por la novedad del lugar. Se les altera el sueño y no se pueden acostumbrar a dormir tranquilamente.

2. Hacerles agradable la cuna o cama.
Que esté siempre limpia y libre de muchos juguetes.

3. Nunca regañarlos y castigarlos en la cama, porque empiezan a rechazar el irse a acostar.

4. Nunca atemorizarlos con brujas: "Si no te duermes viene el cuco". Los niños creen ciegamente en sus padres, por lo que no se les debe engañar con estas ideas ni infundirles miedos que los hagan inseguros y que les impidan ir a la cama con gusto.

5. Hacer una rutina para definir la hora de dormir. Cada noche, al ser hora de dormir, acostumbrar al niño a despedirse de sus papás, ir al baño, lavarse los dientes y dar gracias a Dios por ese día.

Quizás si el niño es muy inquieto, entonces leerle un cuento o contarle una historia, le servirá para relajarlo un poco, pero sin dejar que el niño vuelva a ir a jugar porque no tiene suficiente sueño, pues nunca volverá a tener suficiente sueño para irse a acostar temprano.

¿Qué hacer cuando llora?
¿Qué hacer cuando un niño llora por no querer acostarse a dormir? Hay varias tácticas o extremos en que los papás caen para resolver el problema.

A. Acostar al niño y dejarlo en su cama sin importar cuánto llore. Se piensa que la primera noche llorará mucho, la segunda menos y en pocos días dejará de llorar, pero no siempre es así.
Desde el punto de vista del niño, él llora porque no quiere que te vayas y al hacerlo le estás transmitiendo el mensaje de que no te importó si está triste o si necesita algo y esto no le va a ayudar a que le guste la hora de dormir, al contrario.

B. Otros padres acuestan al niño en la cama y a la menor queja lo bajan a jugar. A estos niños se les da el mensaje de que tienen razón de tener miedo de quedarse en la cama solos. Estos niños no se pueden acostumbrar a una hora de dormir porque saben que con llorar hacen su día más largo.

C. El punto medio es siempre el mejor. Ni dejar al niño solo y desesperado, ni consentirlo todo lo que quiera.

El mensaje que hay que inculcarles es: "No hay necesidad de llorar, no estás solo, siempre que me necesites voy a venir, pero es el final de día y es hora de dormir".
Es importante marcar que es hora de dormir como una rutina, acostarlos, darles un beso, dejarlos tranquilos y dejarlos dormir solos.
Si vuelven a llorar hay que ir, volver a darles un beso de buenas noches, decirles que se acabó el día y dejarlos. Es importante no bajar al niño de la cama y hacerle saber que estás al pendiente, que puede dormir tranquilo, que no va a estar solo.

Quizás las primeras noches te llame mucho, haciendo las visitas rápidas y reforzando la idea de que es hora de dormir y que ya no es hora de jugar, pronto se acostumbrará a relajarse solito en su cama y dormirse llegada la hora.

El niño aprenderá a tener un hábito sano de descanso y cuando sea grande y tenga muchas tensiones por su trabajo, sabrá dejar a un lado todo y concentrarse en dormir porque es la hora de hacerlo y es salud para su vida.
Es muy importante enseñar a los niños a relajarse, incluso nos podemos ayudar de las respiraciones para hacerlo.
El respirar hondo y pensar solamente en cómo entra el aire limpio a su cuerpo y cómo sale, los puede ayudar a tranquilizarse y dormir más rápido.

Cuando se ha establecido una hora de dormir y los niños han aprendido que ya no es hora de jugar, ni hay opciones de hacer otras cosas, es la oportunidad de acercarte más al niño y tranquilamente hablar de su día.

Ayudarlos a hacer un balance de lo que estuvo bien y mal hecho durante el día. "Me encantó cómo ayudaste a tu hermanita a recoger los juguetes, siempre debemos ayudar a los demás en lo que podamos".
O si hubo algún detalle negativo, no regañarlos a esa hora, pero a través de un cuento podríamos hacerles ver que aquello que hicieron está incorrecto.

Aprovechar esos momentos de paz para hacerles sentir nuestro amor y que son importantes para su mamá y su papá. Acariciarlos, darles un beso, un abrazo, el contacto físico es una muestra de amor que los niños necesitan.

¡Es tan importante el sentirse amado! Un psiquiatra americano, William Goldfarb, realizó un estudio con niños que vivían en instituciones donde tenían poca interacción social y estimulación intelectual y niños que vivían en hogares con más atención y afecto.

Encontró que los niños que vivían en instituciones tenían problemas para controlar sus impulsos y mostraban una incomprensible crueldad con otros niños y animales.

El sentirse amado convierte a los niños en personas más seguras, con mejores relaciones con los demás, más obedientes y con mejores sentimientos.
En estos tiempos en que corremos todo el día con tantas actividades, es muy importante detenerse a la hora de dormir y decirles a nuestros hijos cuánto los queremos.

Cada niño tiene sus propias necesidades de sueño. De la misma manera que los padres conocemos que hay unos “percentiles” de edad y de talla para cada edad, también los hay en relación con el sueño. De todas formas podemos decir que desde las 17 h que duerme por término medio un recién nacido hasta las 9 horas que necesita un adolescente, lenta y progresivamente se van reduciendo las horas de sueño.

Mención a parte merece el tiempo dedicado al sueño de siesta que es fundamental para el buen desarrollo del niño y que debería ser escrupulosamente respetado hasta al menos los 5 – 6 años de vida. En este sentido, es necesario reconocer que el tiempo dedicado al sueño varía mucho de niño a niño, de manera que hay unos que necesitan siestas de 10 minutos escasamente mientras otros las requieren de 90 minutos.

Niños o bebés que sólo se duermen en brazos de la madre o en la cama de los padres... ¿Es esto una solución?

Los bebés son listos y responden a lo que nosotros le enseñamos. Si desde el nacimiento les indicamos que para dormirse es necesario estar del brazo de los padres, ellos obedientemente exigirán esta situación para dormirse y cada vez que se despierten por la noche (normalmente una media de 3-5 veces cada noche). En realidad, lo importante es reconocer que nosotros los padres tenemos la obligación de ofertar un horario y un lugar donde el niño debe decidir si duerme o no.

¿Hasta qué punto es recomendable crear en el niño unos hábitos de sueño saludables? ¿Qué aconsejaría a los padres que se enfrentan todas las noches al mismo problema de “Mi hijo no quiere dormir”?

El establecimiento de unos hábitos saludables de sueño es parte integrante de la educación. Como en otras muchas cosas, según aprendamos a dormir en nuestra primera infancia dormiremos casi toda la vida.
Respecto a qué hacer cuando nuestro hijo no quiere (diferente a no puede) dormir, el primer consejo es consultar con su pediatra de atención primaria, el segundo mantener la calma y no sentirse culpables, el tercero mantener la calma, el cuarto mantener la calma… y el quinto seguir los consejos de su pediatra para establecer una adecuada higiene de sueño.

Hay un montón de métodos publicados que pretenden ayudar a los padres en esta labor, uno de los más conocidos es el Estevill; ¿realmente funciona?

Lo realmente importante es que exista una línea educativa. En realidad no hay un método bueno y otro malo: lo mejor es el que más se adapta a la idiosincrasia de la familia y al temperamento del niño. El método de extinción gradual aplicado por el Dr. Estivill es un método conductual que es eficaz en un montón de situaciones educativas, de las que el sueño no es una excepción, pero tanto su indicación como su aplicación deben adaptarse a cada situación en particular.

El último consenso de la Academia Americana de Medicina del Sueño termina diciendo que todavía no existen evidencias científicas suficientes para indicar siempre un determinado método conductual pero que sí existen evidencias científicas suficientes que apuntan a que es necesario aplicar uno siempre que sea necesario.
tags: dormir, niños, educación, sueño, método

miércoles, 23 de junio de 2010

Afectividad:Permanecer enamorado es una labor hecha de detalles diarios


En un mundo donde hay cada vez más fracasos de pareja, aprender a amar al otro puede convertirse en una gran aventura, que además de corazón requiere cabeza, dice el filósofo español Tomás Melendo.

Un divorcio por cada tres matrimonios al año sitúan a Chile entre los países con las mayores tasas de rupturas conyugales en el mundo. Una realidad cuyas causas explica el filósofo español Tomás Melendo con una analogía arquitectónica: "El material de construcción no es muy bueno y no existe un proyecto claro de lo que se pretende".


Con el material de construcción, Melendo, director del Centro de Estudios Universitarios en Ciencias de la Familia de la Universidad de Málaga, alude al hecho de que "muchos jóvenes han sido criados por padres que los llenan de caprichos y eliminan de su camino todo lo que suponga una dificultad, por lo que les falta el mínimo vigor y fortaleza para aguantar la diferencia que se da entre dos personas que han vivido en familias distintas".


La falta de un proyecto claro, en tanto, tiene su origen "en personas tan excesivamente centradas en el yo, que son incapaces de conjugar el nosotros y soñar románticamente con un proyecto común".


Melendo ha dedicado más de 20 años y varias decenas de libros a reflexionar sobre la familia y la vida en pareja. "Es un tema que sigo en gran parte porque puedo vivirlo", cuenta, aludiendo a los cerca de treinta años que lleva casado -"y cada vez más enamorado"- con la también filósofa Lourdes Millán-Puelles, con quien tiene siete hijos y tres nietos.


Ambos son autores, entre otros libros, de "Asegurar el amor" (Ed. Trillas), donde -siguiendo con la metáfora arquitectónica- plantean que un matrimonio feliz no es fruto del azar, sino el resultado de lo que ambos hayan sabido construir día tras día".
Y en esta tarea, afirman, el puro corazón no basta. "Hay que poner también la cabeza y aprender juntos a superar diferencias y sacar provecho de las dificultades".
La gran aventura
Melendo -quien estuvo en Chile invitado al congreso "Educación del carácter y la afectividad", en la Universidad de los Andes- sostiene que "aprender a amar es la gran aventura de este mundo".
Una aventura que en la vida de pareja está lejos del cliché de seguir queriéndose como cuando eran novios. "¡Eso es absurdo! Si me caso es para poder querer a mi pareja cada día más que cuando éramos novios", exclama. Para lograrlo, entrega algunos secretos.


DETALLES DIARIOS
Cada día hay que dedicar unos segundos a ver qué detalle especial se puede tener hacia la pareja. Puede ser una llamada telefónica, un pequeño regalo. "Lo importante no es que sea algo nuevo todos los días. Lo importante es que con estos actos lo que se renueva es el cariño, y llega un momento en que se hacen un hábito en el sentido positivo".


ESPACIO EXCLUSIVO
Es fundamental dejar un tiempo diario exclusivo para estar con la pareja. "Para mí, es la hora de almuerzo y el momento de acostarnos", ejemplifica. Estos momentos de conversación y encuentro son para quererse de manera expresa y directa. En ellos, "la pareja puede disfrutar a solas en todos los sentidos".


ESCAPADAS
Melendo recomienda un par de escapadas al año para dedicarse de manera íntegra al otro. "Ese tipo de cosas, que algunos buscan fuera del matrimonio, hay que hacerlas dentro, porque es lo que permite que el amor crezca".


LA PAREJA ES LO PRIMERO
Es necesario establecer un orden en los amores, las ideas, lo material y el uso del tiempo. "Si la pareja es lo primero, siempre vas a anteponer tiempo para ella".


NO VER DEFECTOS DONDE NO LOS HAY
Las diferencias del otro hay que acogerlas "y fomentar SU manera de ser. No la mía, porque es el modo que ella tendrá de crecer". Sus limitaciones, en tanto, hay que asumirlas, "pues todos los seres humanos las tenemos y es absurdo pedir a otro lo que no puede dar". Los defectos reales, en cambio, son aquellos que hacen daño al ser querido y a quienes están a su alrededor, no aquello que a mí no me gusta.


VIDA SEXUAL
"Amar es querer el bien para el otro". Y en la vida sexual, esto significa estar pendiente más del otro y de sus ritmos que de uno mismo.


INTIMIDAD CON OTROS
"Todo lo que hago con mi mujer, por el hecho de ser mi mujer, procuro no hacerlo con ninguna otra persona", dice Melendo. Esto pasa, por ejemplo, por "evitar abrir la puerta a momentos de intimidad con personas del sexo opuesto que puedan llevar a que acabes haciendo algo que no es lo adecuado".
"Con la pareja se viven los momentos buenos y los malos. Si se comienza a compartir con otra persona sólo momentos felices, no sólo se cae en el engaño a la pareja sino también en un autoengaño".
AYUDAR A QUE ME QUIERAN


"La mejor forma de amar al otro es hacerle fácil el que me quiera". Eso pasa, por ejemplo, por pedir perdón si se cometieron errores y por estar disponible cuando el otro te necesita.
Una enseñanza para los hijos
"Si quiero ayudar a mis hijos a crecer, debo querer a mi mujer. Es un principio metafísico: si los hijos son fruto del amor mutuo, su crecimiento también es fruto del amor", sostiene Tomás Melendo.
De hecho, agrega, "la educación sexual de los hijos no es la información, sino el modo en que ellos ven que se tratan los esposos. Eso pasa por no levantarse la voz delante de ellos, por que los hijos vean que lo primero que hago cuando llego a casa es preguntar por ella y por demostrarles que sus padres se tratan con amor y son prioridad el uno para el otro".



Paula Leighton N.
Tags., amor, pareja, educación, matrimonio

jueves, 17 de junio de 2010

¿Qué hacer con niños que pelean y niños que no saben defenderse?


Los niños pequeños suelen pelear su derecho de ser reconocidos. Por ello, las constantes luchas de “rivalidad inocente” entre compañeros de clase o de patio, o en la piscina, se producen porque los niños quieren demostrar a sí mismos y a los demás sus capacidades (fuerza física, poder, control…).Las causas de las peleas son múltiples pero detrás de toda pelea se encuentra el hecho de que los niños pequeños no poseen madurez para entender que en la vida no se trata de competir ni de ver quién es mejor en algo, sino de hacer las cosas bien y vivir en armonía.

A partir de los 5 años, un niño ya puede aprender a ofender y a defenderse, bien con palabras (agresiones verbales como insultos) o bien con agresiones físicas (empujones, pegar, morder, etc).

En estas peleas nos podemos encontrar con dos perfiles distintos de niños: el niño “peleón “ y el niño que no sabe defenderse ante los demás. No podemos “pasar” de estos niños ni tampoco resolver sus problemas, pero podemos intervenir de manera adecuada para ayudarles a ambos de cara al futuro a resolver con éxito cualquier conflicto.

1. Qué se debe hacer con los niños peleones.

Todos los niños tienen rabia y pueden manifestarla puntualmente mediante un insulto o una pelea, pero un comportamiento persistente de este tipo en el tiempo, nos indica que algo va mal y habrá que prestar especial atención ya que esta tendencia de comportamiento agresivo puede continuar cuando sean mayores. La intervención temprana es la más efectiva. Las pautas a tener en cuenta son:

I. Si el niño pega a otro niño, de inmediato deben ser separados y la primera reacción es consolar al que ha sido golpeado e insultado e ignorar al otro y no comenzar con una “bronca” a éste.

II. No pegar o insultar al que ha cometido esta acción sino insistir en decir: “No se pega ni se insulta”.

III. Averiguar qué ha ocurrido y centrar la atención en que el niño que agrede se fije en los sentimientos del otro: “debías estar muy enfadado pero cuando pegas o insultas, duele al otro y se siente triste”.¿Cómo te sentirías tú si te lo hiciesen a ti?” El adulto (padre o maestro) debe poner palabra a estos sentimientos.

IV. Ayudarles a encontrar otra solución alternativa y a pensar en las consecuencias positivas ante un modo de resolución no agresivo.

V. Aplicar consecuencias negativas : tiempo fuera (retirada del juego, sentarse a pensar…) y obligarle a pedir perdón al otro.

VI. No descartar la ayuda de un profesional especializado, psicólogo infantil o psiquiatra, si un comportamiento agresivo es recurrente ya que puede ser indicativo de un problema más profundo.

VII. Proporcionar siempre los padres y educadores modelos no agresivos de resolución de conflictos.

2. Niños que no saben defenderse.

Hay niños que ante una agresión verbal o física lloran o se bloquean lo que puede dar lugar a que los compañeros mas “fuertes” tiendan a repetir con ellos este tipo de comportamiento y se conviertan en “carne de cañón”. Los padres en su desesperación y dolor, suelen aconsejar a estos niños que peguen o insulten y respondan de la misma manera, no ayudando a una adecuada solución (este tipo de niños nunca harán esto) y mucho menos, dando una lección de coherencia pedagógica, respeto y empatía a los demás.



No se trata de enseñar a estos niños una defensa física (pegar) , sino una estrategia diferente e incluso mucho más eficaz: la defensa verbal; defenderse con la fuerza de la palabra. En niños pequeños, podemos enseñarles una frase o muletilla para reaccionar ante un insulto y por supuesto, un fuerte grito sacando pecho ante una agresión física con un “No me pegues, no me toques”.

Este repertorio verbal implica un posterior ensayo y dramatización hasta que el niño se sienta seguro de sí mismo y adquiera confianza en sus nuevos recursos que acaba de descubrir. Se trata de que el niño saque su “genio” reprimido pero bien encauzado y orientado. Es el lema de “la mejor defensa es un buen ataque verbal”, es hacerse valer, reconocerse a uno mismo para ser reconocido por los demás.





Mónica Escalona

Directora Centro Zana. Centro Psicopedagógico de Atención Global

miércoles, 2 de junio de 2010

Educando a los hijos


Este caso se trata de una niña que tenía un mal carácter, era caprichosa, engreída, decía mentiras, en fin se portaba muy mal y esto preocupaba mucho a sus padres.


Se cambió el trato con ella debido a una frase muy cierta " trata a los niños nó como son sino como quieres que sean". Esta frase fue la base del plan. Nunca mas volvieron a decirle lo mala que era y evitaron que los amigos y familiares tambien lo hicieran.


Hubo una motivación: Alabaron todo lo bueno, por pequeño que fuera que hacía la niña. Pusieron énfasis en lo buena que era, lo bien que se portaba, lo mucho que ayudaba etc. etc.


Resultado: la niña empezó a cambiar y ahora es un angelito, sigue teniendo un carácter muy fuerte pero es obediente, educada, considerada, no dice mentiras, cambió por completo, como la noche al dia.


El proceso no ha sido duro, ha requerido autocontrol y mucha perseverancia.


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