miércoles, 26 de enero de 2011

Decálogo de la madre IMPERFECTA




Creo necesario  reflexionar sobre lo que implica SER MADRE HOY, en una sociedad en la que hemos de desempeñar con gran proeza numerosos roles y papeles: obligaciones del hogar, cuidado de los hijos,
trabajo profesional, sostener nuestra relación de pareja…Y se supone que debemos sentirnos felices y satisfechas en todo momento.

Está claro que toda mujer y toda madre tiene derecho a elegir lo que es bueno para
ella. Se pueden encontrar buenas madres en la oficina y en el parque. ¡Todas
estamos juntas en esto! Pero muchas veces, responder al “cuadro completo” que
hemos de “pintar” con ternura, comprensión, amor, rapidez, dedicación, tiempo y
eficacia, es realmente difícil, y aunque Ser Madre es algo natural y
maravilloso, no siempre se puede sentir la “Alegría de la Maternidad”.
Como ser“imperfecto” que eres, ama y acepta tus propios tropiezos y errores en el viaje
de la maternidad, y ten presente, que para cuidar a tu familia con cariño
y eficacia, respondiendo a sus necesidades, debes tomarte tiempo para atender
tus propias necesidades.
Un principio básico de la psicología es que “debes llenarte para dar; sólo podemos dar lo
que hemos recibido”. Así que, madres, cuidaros, quereros y recordad que a
veces hay que pararse en el camino para llegar al final.
Os dedico
por tanto, estos CONSEJOS (no me gusta mucho esta palabra ni dar consejos) u
ORIENTACIONES para madres ocupadas, estresadas, confusas, agotadas… y
maravillosamente imperfectas (como yo) que intentan día a día ser la
mejor madre que pueden ser. Allá van…:
Confía
en tu propio instinto para conocer lo que conviene a tu familia. Tú
conoces a tus hijos mejor que nadie. Ignora los consejos críticos de los
“bienintencionados” intrusos.
■Resiste
la tentación constante de compararte con otras madres. Tienes todo cuanto
necesitas para ser una madre estupenda.
■Proponte
dar y recibir más abrazos, besos y caricias. Los niños necesitan
caricias y las madres también. ¡Pídelas!.
■Modera
tu deseo de controlar todos los actos y posibles consecuencias de tus
hijos, intervenir en todo momento. Acepta la autonomía, la
resistencia, la rebelión… mientras su seguridad personal no esté en
peligro.
■No
vincules tu valor personal al comportamiento de tus hijos. No es verdad
que “a mala conducta, mala madre; a buena conducta, buena madre”.
■Dedica
un tiempo especial y único a cada miembro de la familia. No hay que
hacer todo siempre juntos. Te llenarás tú y cada uno de tus hijos.
■Cada
etapa evolutiva es distinta. Unas madres son expertas en bebés, otras son
buenas guías para adolescentes… Acepta tu momento vital y personal.
■Cuando
la presión y las demandas sientas que son “excesivas” , sal fuera un
ratito, cuenta hasta diez ( o hasta cien) y retoma el asunto.
■Expresa
claramente tus necesidades. Reparte equitativamente las tareas domésticas.
Cada uno debe hacer algo adaptado a su edad. Te sorprenderá lo divertido
que puede ser para un niño batir huevos, poner la mesa o la pastilla al
lavavajillas.
■Reserva
tiempo para tu pareja. Tened tiempo para estar juntos y solos. Expresa a
tu pareja también tus necesidades. Beneficiará a tus hijos que seas feliz
en este aspecto.
■Concédete
” Días de lujo” : un buen masaje, una buena manicura, ir al spa… y goza de
los placeres de la vida: un buen bollo, un trozo de chocolate , una siestecita y por qué no, un par de zapatos
nuevos.
■No
pierdas tus amistades y tus buenas amigas. Sal con ellas y diviértete.
■Resiste
la tentación de rellenar tus días con miles de trabajos extra,
compromisos…Busca tiempo para soñar despierta, leer, pasear… y tener
momentos de soledad.
■Enseña
a tus hijos a distinguir entre capricho y necesidad, y el valor de las
cosas pequeñas, las sorpresas de cada día.. disfruta de esto tú también. Acoge la maternidad como un privilegio y tu
familia como un regalo, aunque haya días difíciles de soportar en los que
desaparezcan tu buen humor y se derrumbe tu paciencia. Pero ante todo, cuida tu
autoestima y tu salud mental. No olvides
llenarte de cosas buenas para dárselas a tus hijos.

Mónica Escalona
Directora Centro Zana. Centro Psicopedagógico de Atención Global
www.zana.es
Madrid. Tel. 91 3880927


Via: Hola.com

lunes, 24 de enero de 2011

No adelantemos a nuestras niñas en edad

Gran revuelo han causado las fotos de un reportaje que se publicó en diciembre en Vogue Francia y que han causado el despido inmediato de su directora Cailin Rietveld.
Se ven a niñas entre 5 y 7 años maquilladas, vestidas con ropa de firma y ataviadas con joyas y zapatos carísimos.




Hay quien piensa que no se deben emplear a niñas para anuncios de mayores, y que podrían fomentar estas niñas, disfrazadas de mujeres, la pederastia

Algunos consejos para que nuestros hijos no sean chismosos


A los niños se les debe enseñar buenos hábitos hasta que se convertan en parte de su naturaleza.
Los buenos modales son un rasgo adquirido que debe ser adoptado desde temprana edad.
 A continuación, veremos algunos de dichos modales:



Advertir a los niños sobre calumniar y hablar a espaldas de los demás

Se debe enseñar a los niños que no se debe calumniar ni hablar mal de las personas ausentes.
Tambien hay que enseñarles a no ser chismosos difundiendo rumores difamatorios entre dos personas y asi dañar a personas con la palabra

Burlarse o ridiculizar a una persona en su presencia, haciendo muecas o gesticulando con las manos sin que se dé cuenta, también es algo que no se debe hacer


Ser respetuoso y obediente con los padres


La primera persona de quien un niño aprende los buenos modales es de los padres. Si el niño es bien criado será algo natural para el tratar a su padres correctamente..Y enseñar4les que cuando sus padres lleguen a la vejez no ser insolentes con ellos,y hablarles con dulzura y respeto




Mantener buenas relaciones con los parientes


Una educación sana también implica enseñar a los hijos a mantener buenas relaciones con sus parientes.lo cual hace que los niños crezcan unidos a ellos ya que son una extensión de la familia.
Enseñarles a saludar


.
Cuidar la lengua


Pronunciar buenas palabras, no insultar ni tratar mal a las personas delante de los niños


Los padres deben advertir a sus hijos sobre la gravedad de dañar a otros con sus lenguas y del hecho de que la lengua es una peligrosa arma de doble filo. Por lo tanto, se les debe advertir de manera especial sobre el abuso de la misma.


Advertir a los niños sobre la mentira


Se debe enseñar a los niños a decir la verdad y mantenerse alejados de la mentira, la cual es el hábito más horrible.
Los padres no deben tomar este mal hábito a la ligera, o considerar divertido el hecho que los niños digan mentiras, porque luego se les hará fácil mentir sin ningún remordimiento.


No insultar a los demás


Enseñar a los niños a no insultar a la gente y maldecirlos. Si este mal hábito no es corregido mientras el niño está creciendo, se hará muy difícil para él eliminarlo más tarde.]
Esto significa resguardar nuestra propia lengua de pronunciar cualquier cosa que desagrade a los demás delante de nuestros hijos

sábado, 8 de enero de 2011

Premios y castigos: Educando a los hijos







La disciplina es tan importante en el proceso educativo de nuestros   
hijos tanto como los besos, caricias, afecto y satisfacción de sus
necesidades físicas y emocionales. Incluso, la disciplina un poco
estricta es mejor que ninguna.


Toda conducta tiene un propósito o fin (aprobación, elogio, expresar un
estado físico o emocional….) y sobre todo, recibir ATENCIÓN (Un niño
prefiere antes un castigo o reprimenda que la indiferencia o la falta
de atención).


Conducta es aquello que puede ser observado objetivamente sin
interpretaciones subjetivas, de forma concreta (“ser cabezota o
cariñoso no es una conducta; es una forma de ser. Responder :”no me da
la gana” o dar un abrazo es una conducta).


Toda conducta o comportamiento depende de las consecuencias que le siguen. Estas consecuencias pueden ser positivas o negativas.


Las consecuencias positivas producen a largo plazo un aumento de dicha conducta; mayor probabilidad de que el niño la repita. Las consecuencias negativas tienden a disminuir o desaparecer a largo plazo dicha conducta.


Los padres podemos controlar las consecuencias de la conducta de
nuestros hijos, y por ello, podemos enseñar formas de comportamiento
positivas o negativas e influir en que se mantengan conductas
“inapropiadas” o que éstas tiendan a desaparecer. Esto hace referencia
a la frase del blog anterior “Quien sabe cómo y cuándo prestar atención
a su hijo, sabe educar”.


Muchas veces, sin darnos cuenta, los padres prestamos atención y
“premiamos” de algún modo las malas conductas y éstas se repiten para
nuestro asombro. Veamos un ejemplo: Juansale con mamá al super. Ve un puesto de helados y pide uno. Mamá dice que no, tiene prisa. Juan llora, se niega a andar. Mamá tira de él, le
dice que no, le da un azote. Juan llora más fuerte y mamá acaba
comprando el helado mientras le regaña enfadada. Tres días después,
Juan quiere chuches, mamá se las niega y se repite la misma escena,
pero la pataleta es mayor y dura más tiempo. Juan ha aprendido a
portarse mal porque ha obtenido una recompensa.


Entonces, ¿Son eficaces los premios.? ¿Cuándo y cómo emplearlos? Muchos
educadores y padres piensan que dar premios a un niño por hacer lo que
es su deber (hacer los deberes, lavarse los dientes, recoger juguetes o
su plato de la cena…), es una forma de malcriarlo, caer en el
chantaje… pero no es así. Los adultos también necesitamos premios en
el trabajo (felicitaciones del jefe por un proyecto, elogiar la
puntualidad…) por ejemplo y no la mera recompensa económica al final
de mes. Creo que es justo enseñar a un niño (o adolescente) que su esfuerzo es reconocido y recompensado.


Pero no es menos cierto que algunos niños chantajean a sus padres con
la amenaza de no hacer ciertas cosas si no obtienen algo a cambio.
¿Cuál es el punto medio, el equilibrio entre el premio y el castigo?


El “truco” reside en ajustar el premio al esfuerzo, no dar al niño lo que necesita y lo que no (zapatillas
de marca, parque de atracciones, películas o videojuegos…). El
sentido común reside en la justa medida. Recompensar el esfuerzo
(aunque sea un deber) y no únicamente, castigar cuando el niño no
cumple con sus responsabilidades o reaccionar de forma continua con
gritos o regañinas para conseguir una conducta. Es más, a veces
convertimos los castigos y los gritos en la única fuente de relación
con nuestros hijos, de manera que mantenemos con desesperación un mal
comportamiento, nos frustramos como padres, lastimamos la autoestima de
nuestros hijos y nos metemos en una espiral sin salida.


El castigo sirve y debe utilizarse para:


• Conductas negativas y poco frecuentes (pegar, agresiones verbales, hacer novillos…).


• Por incumplir una buena conducta ya lograda o establecida que ya no requiere esfuerzo mantener.


Además, tened en cuenta que es necesario:


• Premiar conductas que requieren esfuerzo. ¡Atención! Premio adaptado
al esfuerzo. Cuanto más pequeño es el niño, más inmediato debe ser el
premio.


• Al principio, los premios se deben conseguir con poco esfuerzo para
que el niño gane confianza y después, conseguir el mismo premio por
hacer algo más difícil.


• Cada conducta a lograr debe tener un premio independiente.


• En la medida de lo posible, usa un refuerzo social (besos, aplausos,
felicitaciones…) sobre el material. Nada es más gratificante para un
niño que la autosatisfacción personal y percibirse competente y
confiado en sí mismo.


• Suprime el premio material cuando una conducta ya esté lograda y quieras instaurar una nueva.


Recuerda que los límites educativos han de ser firmes, estables en
el tiempo (lo que vale hoy, vale mañana) e independientes de contexto
(cumplo esta norma en casa, en el cole y en el parque). Y cree siempre
que SABES Y PUEDES EDUCAR BIEN Y QUE TUS HIJOS PUEDEN LOGRAR LO QUE TE PROPONGAS.


Mónica Escalona

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