viernes, 13 de junio de 2008

Consejos para enseñar modales a nuestros niños pequeños



Si no comenzamos desde el principio a enseñar a los niños a ser bien educados, correremos el riesgo de que no aprendan nunca.

A los dos años un niño dirá «por favor» y «gracias» sin saber muy bien por qué, simplemente para imitarnos. También pueden empezar a decir «perdón», «buenos días» y «buenas noches». Esas fórmulas usadas en casa le introducen en un saludable clima de delicadeza y respeto. Las usarán si sus padres las utilizan con él.
Podemos hacer que extienda esos buenos modos. Corresponder al saludo del vecino en el ascensor, no subirse encima de las visitas, no interrumpir constantemente las conversaciones, no chillar...
No es bueno agobiarle con reglas («no hables con la boca llena», «quita el codo de la mesa»), porque le falta madurez para seguirlas.
No podemos exigirle que permanezca sentado mucho rato seguido.
Hay que ser indulgentes. A los dos años pueden negarse a dar un beso a la abuelita, y hay que ser comprensivos. Podemos animarles a saludar y a ser afectuosos, pero su autocontrol aún es deficiente y pueden mostrarse tímidos o cabezotas incluso con parientes o personas conocidas.
En cuestión de modales no caben las regañinas. Basta con decirle al niño lo que esperamos de él y lo que no nos gusta. El truco para que sigan avanzando poco a poco consiste en animarles, hacerles ver que nos gustan sus progresos y explicarles por qué.

¿Qué deberían hacer los padres?

Darles caricias y cariño expresado de todas las maneras posibles. Cuantas más y cuanto más, mejor. Las muestras de amor son tan necesarias como la comida, el aire o el agua.
No escatimar en elogios y alabanzas. Los necesitan como estímulo para su desarrollo y para construir su autoestima.
Explicarles el motivo de nuestras órdenes y prohibiciones, aunque no las acepten o no las entiendan. No hay que entrar en discusiones interminables.
Deberíamos:
Pedirles las cosas «por favor» y darles las gracias.
Permitir su inquietud, tan normal a esta edad, su espontaneidad, su iniciativa. Respetar su dignidad de personas, respetarles con mayúscula. Incluso comprender sus brotes de mal genio (sin que esto implique tolerar agresiones).
Acondicionar la casa para que en ella pueda vivir un niño pequeño, pueda jugar y expansionarse y no haya que estar continuamente prohibiéndole cosas.

¿Y si se portan mal?

A esta edad no proceden los castigos, y por supuesto hay que desterrar los azotes y, en lo posible, los gritos. Estos son algunos procedimientos para cuando se «portan mal».

El rincón. Consiste en apartar al niño del lugar y explicarle que lo que ha hecho no es correcto, cuando no es la primera vez y ya le hemos advertido. Se le hace permanecer un par de minutos en un rincón (que no sea oscuro ni amenazante, incluso puede estar sentado). Luego permitimos que se reconcilie.

Puede parecernos poca cosa, pero al niño le impresiona, es eficaz y a nosotros nos da una posibilidad de acción mejor que los gritos, azotes y amenazas, precisamente cuando «no sabemos qué hacer».

Retirar la atención. Imaginemos que nos muerde o nos da un buen tirón de pelo. Le decimos que eso no se hace, le damos la espalda y nos «desentendemos» de él un rato. Al poco tiempo volvemos con él. Resulta muy eficaz.



Tomado de: Ser padres . es

martes, 3 de junio de 2008

Llevarse bien con los hermanos



Cuando en una casa hay más de un niño, es normal que surjan algunos problemas. Los hermanos suelen tomarse cosas prestadas entre sí, y no siempre las devuelven en las mejores condiciones. Los hermanos pequeños a veces tienen la impresión de que sus hermanos mayores pueden hacer todo lo que quieren. Y los hermanos mayores tienen la sensación de que el bebé de la casa es el centro de atención de la vida familiar. Éstos son problemas típicos que afectan a hermanos de todas las edades y lugares del mundo.

Cuando los hermanos no se llevan bien, esto se denomina rivalidad entre hermanos. Rivalidad significa competencia. La competencia es algo normal, pero un exceso de competencia puede hacer difícil la vida familiar. Hablemos pues de cómo puede uno llevarse lo mejor posible con su hermano o hermanos. En el fondo, tener hermanos no es tan malo, ¿no crees?

¿Qué es la rivalidad entre hermanos?
Un poco de competencia no es mala. A veces puede contribuir a que te esfuerces más -como cuando tú y tu hermano pasáis un rato jugando a baloncesto para ver quien hace más canastas. Si él tiene buena puntería, tal vez tú también quieras mejorar. Pero algunas formas de rivalidad entre hermanos fomentan las discusiones, como cuando crees que tu hermano está reteniendo la pelota. Las personas que se quieren es normal que discutan de vez en cuando, pero demasiadas peleas son desagradables para todo el mundo.

El monstruo de ojos verdes
¿Has oído hablar alguna vez del monstruo de ojos verdes llamado celos? A veces los hermanos tienen celos los unos de los otros. Por ejemplo, si tu hermana siempre saca mejores notas en el colegio, puede ser frustrante para ti, especialmente si a ti no te van tan bien los estudios.

Aunque probablemente estarás orgulloso de tu hermano o hermanos, también es normal que estés un poco celoso de él o de ellos. Probablemente te sentirás mejor si te centras en superarte a ti mismo, en vez de compararte constantemente con tu hermano o hermanos.

Todos los niños quieren que sus padres les presten atención, pero debes tener en cuenta que, si tus padres tienen varios hijos, tendrán que prestarles atención a todos. No obstante, si te sientes ignorado o te parece que tu hermano siempre es el centro de atención de la vida familiar, habla con tu madre o con tu padre. Si tus padres saben que tienes la sensación de que te dejan de lado, juntos podréis idear formas de ayudarte a sentirte mejor.

No pierdas los estribos
A veces, cuando se tienen celos y se siente frustrado, es fácil perder los estribos. Intenta seguir estos consejos para evitar reñir con tu hermano o hermanos:

Inspira profundamente y piensa un poco. Intenta averiguar si estás enfadado con la persona o, simplemente, frustrado por la situación.

Recuerda que tú tienes tus propias cualidades y virtudes. Si tu hermana acaba de ganar un concurso de dibujo, tal vez a ti se te dé bien el baloncesto, las matemáticas o el canto. Marisa, de ocho años, dice que su hermano "siempre gana en las carreras de velocidad, pero a mí siempre me ponen buenas notas por hacer bien los deberes y eso me ayuda a sentirme mejor".

Haz un esfuerzo por felicitar a tus hermanos por sus logros, y alégrate con sus alegrías. Si haces eso por ellos, será más fácil que ellos lo hagan por ti.

¿Cómo se pueden evitar las riñas?
Si las cosas se han descontrolado y tú y tu hermano estáis discutiendo mucho, tal vez necesitéis hablar con alguien. Los insultos y las descalificaciones pueden desembocar en agresiones físicas. Si tu hermano y tú discuten frecuentemente e incluso llegán a las manos, hablen con sus padres u otro adulto de confianza. Tal vez puedan arreglar las cosas hablando con un profesional, como un psicólogo, un psiquiatra, un terapeuta o un trabajador social, que entienda vuestros problemas de rivalidad.

Esto puede mejorar mucho las cosas, tal y como dijo un terapeuta familiar: "A veces hablar sobre un problema es el paso más importante para solucionarlo. Es posible que tus padres no se hayan dado cuenta de cómo te sientes, y, cuando lo sepan, podrán introducir cambios positivos para que vuelvas a sentirte incluido en la vida familiar."

Futuros buenos amigos
Tal vez ahora te cueste creerlo, pero es posible que algún día tu hermano o hermana se convierta en tu mejor amigo. Muchos hermanos se pelean y compiten entre sí durante la infancia y la adolescencia, pero, de mayores, mantienen una relación muy estrecha. Conforme te vayas haciendo mayor, es posible que cambies de amistades, pero tu familia seguirá siendo siempre tu familia.

Tomado de http://www.kidshealth.org/

Vistas de página en total

LinkWithin

Blog Widget by LinkWithin